Mitilene (Grecia) - El Papa y los líderes de la Iglesia ortodoxa griega unieron ayer sus voces para reclamar al mundo que asuma la responsabilidad y ayude a los millones de refugiados que han huido de sus países y se han encontrado en Europa con barreras y pasividad por parte de los líderes políticos.
Francisco quiso predicar con el ejemplo y tras una breve pero intensa visita a la isla de Lesbos, puerta de entrada y al mismo tiempo destino final para la mayoría de los refugiados en su éxodo hacia Europa, se llevó consigo en el avión papal a doce sirios de religión musulmana, la mitad de ellos menores de edad, según indicó el portavoz vaticano, Federico Lombardi.
Lo hizo tras una visita junto al patriarca Bartolomé de Constantinopla y el arzobispo de Atenas y toda Grecia Jerónimo II al centro de refugiados de Moria, reconvertido en centro de detención en virtud del acuerdo firmado en marzo entre la Unión Europea y Turquía que contempla la devolución de los refugiados a ese país vecino.
Pese a que las condiciones en Moria han mejorado en cuanto a higiene se refiere, y en los últimos días han sido trasladados al campamento abierto de Kara Tepé todos los refugiados que forman parte de grupos vulnerables, no deja de ser una cárcel para las 3.000 personas que se hacinan allí, incluidos niños.
“¡Libertad, libertad!” “¡Libertad de movimientos!” fueron algunos de los gritos que los tres líderes religiosos, a los que se les sumó luego el primer ministro griego, Alexis Tsipras, escucharon durante el recorrido por este centro rodeado de una valla coronada por alambre espino.
Las familias que se llevó en el avión papal no provenían de este centro cerrado, sino precisamente de Kara Tepé, que actualmente alberga a un millar de personas, en su mayoría madres, niños, personas con discapacidades o problemas de salud.
“Hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma”, dijo Francisco en Moria.
Francisco, Bartolomé y Jerónimo II firmaron en presencia de los refugiados una declaración conjunta en la que emplazaron a la comunidad internacional a que afronte “con valentía” esta crisis, a redoblar sus esfuerzos diplomáticos por resolverla y en la que piden que “la protección de vidas humanas sea una prioridad”. En esta declaración describen la situación como “una de las más graves crisis humanitarias desde el final de la Segunda Guerra Mundial” y solicitan a la comunidad internacional que responda con “solidaridad, compasión, generosidad y un inmediato compromiso efectivo de recursos”.
Durante su visita a Moria, algunos menores entregaron al Papa dibujos, otros le cantaron, pero también tuvo que escuchar el llanto de mujeres y niños que le describieron su drama personal.
Posiblemente, el discurso más duro lo pronunció Jerónimo II, quien lamentó la “bancarrota” de la humanidad y la falta de solidaridad manifestada por Europa en los últimos años ante el drama de los refugiados.
En un posterior discurso en el puerto de Mitilene, la capital de Lesbos, Francisco emplazó a Europa a garantizar que los refugiados tengan garantizados los derechos humanos en este continente, que describió como “patria” de esos derechos. “La preocupación de las instituciones y de la gente, tanto aquí en Grecia como en otros países de Europa, es comprensible y legítima. Sin embargo, no debemos olvidar que los emigrantes, antes que números son personas, son rostros, nombres, historias”, dijo Francisco en el puerto.
“Europa es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo. Así será más consciente de deberlos a su vez respetar y defender. Por desgracia, algunos, entre ellos muchos niños, no han conseguido ni siquiera llegar: han perdido la vida en el mar, víctimas de un viaje inhumano y sometidos a las vejaciones de verdugos infames”, añadió.
En el puerto los tres líderes religiosos pronunciaron oraciones,y mantuvieron un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la migración. Además arrojaron al mar tres coronas de laurel, en recuerdo de las miles de personas que en su intento de llegar a puerto segundo huyendo de la guerra han dejado sus vidas en el mar.