Últimamente estamos de celebraciones, memoriales y recuerdos varios que nos mantienen con la memoria histórica y personal viva, en medio de un tráfago de noticias que tienen que ver con la crisis y sus consecuencias, que llevamos ya casi diez años de mandanga destructiva y laminadora de ilusiones y ganas de vivir.
La semana que ya acaba ha celebrado la oficial jornada de la mujer, en un empeño de las Naciones Unidas de conseguir igualdad de derechos y obligaciones para todo el personal, sea lo que sea, y dicho organismo se ha puesto 2030 como límite para conseguir 50/50 y en ello andan los gobiernos y sus leyes, es verdad que unos más y otros menos.
He leído muchas veces el descreimiento de opinantes que ven en este método del recuerdo una vez al año un modo frustrante de avanzar con lentitud o no avanzar en las conquistas de reivindicaciones sociales y educativas, y la dinámica de buena voluntad una vez al año, debiera convertirse en hoja de ruta del diario acontecer, para no caer en la superficialidad y facilona manera de despachar un asunto que empaña la convivencia.
La batalla contra la desigualdad, el machismo o la violencia de género no puede ser una fecha en el calendario, ya que los profundos malos hábitos y costumbres de comportamiento deleznable sólo se cambiarán con tiempo, persistencia y constancia. Es necesaria paciencia y persistencia, aunque en situaciones extremas éstas se diluyan, como puñado de nieve al sol.
Revolotean la ciudad del cerro de Gasteiz, nubarrones informativos de diverso signo : la posible apertura de la vetusta central nuclear de Santa María de Garoña y la sempiterna movilización para la adhesión del Condado de Trebiño al territorio de Álava. Son dos especies noticiosas cíclicas que revolotean las redacciones de los medios locales, desgastando y neutralizando perfiles informativos de ambas cuestiones.
La entrevista dedicada en DNA a un importante responsable de la industria de la energía nuclear me ha producido convencimiento interno de que la partida está jugada, que el Consejo va a autorizar la reapertura y que Santa María de Garoña no será una ermita románica situada en tierras próximas a la nuestra, sino un engendro que alargará probablemente su jubilación técnica definitiva a otras calendas, superando los cuarenta años de frenética actividad energética.
Y junto a un asunto que afecta a tierras burgalesas, otro que también lo hace pero por cuestiones distintas y es que tengo in mente, el asunto inconcluso del Condado de Trebiño, tierra sentida como vasca pero administrativamente asignada a tierras castellanas en un mal entendimiento de la historia, política y visión de futuro.
Se supone, aunque es mucho suponer que todo se solucionará en beneficio de vecinos/as del Condado con la convergencia de las voluntades políticas de los parlamentarios castellanoleoneses y los junteros alaveses. El análisis de situación es claro en todos los asuntos que conciernen a la condesa ciudadanía, pero el hecho simbólico de cambiar los contenidos territoriales de los estatutos es cuestión mayor, que requiere generosidad y sentido democrático, que de momento, brilla por su ausencia y la espera se hace agobiante y punto penosa por repetitiva.
Hace unos días leía un artículo en el que se definía a la vigente Constitución (1978) como la más hermética, trabada y difícil para su actualización, modernización y cambio.
Decía el autor que los padres constituyentes, sabedores de los antecedentes del constitucionalismo hispano, habían blindado, bloqueado y complejizado el mecanismo de cambio y no era tan fácil como se canta la operación de agiornamiento, después de varias décadas de vigencia y referencia política última, cierto que con asuntos pendientes de integrar en el texto de relevante calado e importancia política, como la cuestión territorial.
Y para terminar, un asunto casi de la prensa del cuore; andan los descendientes de la casa de Alba propalando la inexactitud histórica de su inexistente entronque con el conde de Salvatierra, noble comunero en lucha con los seguidores de Carlos I de Alemania y V de España en aquel episodio bélico comunero, de hace más de cuatrocientos años.
Juan Zárate Pérez de Arrilucea, expresidente de las Juntas Generales de Álava, diputado foral y juntero tiene en el magazine de fin de semana Alguien te está escuchando en Radio Vitoria, un espacio mensual para conocer asuntos de nuestra historia alavesa. El pasado domingo iluminó con acierto vida y acción política del conde de Salvatierra, comunero que fuese contra la nueva corte carolina que amenazaba el estatus de nobles como el conde de Salvatierra y enfrentado a las instituciones del territorio alavés, perdió la guerra y en castigo, su escudo nobiliario fue objeto de represalia, machacado a machetazos, como puede contemplarse en la iglesia de Santa María de Agurain para gran deshonra de su linaje y descendencia nobiliaria.