La saliva se atasca en la garganta. La angustia y la presión lo contraen, lo aplastan. Ya no quedan más sucursales bancarias que visitar para solicitar, más bien mendigar, un pequeño crédito con el que salir del bache, con el que esquivar las facturas un mes más. Sin ahorros, sin trabajo y sin nada a su nombre que poder ofrecer como aval, ningún banco le presta 200 euros con los que parchear la hipoteca. Pero todavía queda un clavo al que agarrarse. Internet está ahí, al alcance de todos. Ni siquiera hace falta tener ordenador, ni conexión a la red. Con las dos monedas que bailan hip-hop en el bolsillo es suficiente para conectarse durante unos minutos en un locutorio y buscar soluciones. ¡Y las hay! No una, ni dos, ni tres. Hay cientos de páginas web que ofrecen pequeños créditos al instante. Algunas incluso inspiran confianza. “Yo esto lo he visto anunciar en la tele”. Y lo mejor de todo: los requisitos son mínimos. No hacen falta papeles, ni avales. Se rellena un formulario, se firma un contrato y en pocos minutos el crédito está concedido. Una persona más ha caído en la trampa.

Los créditos rápidos son, para muchas personas desesperadas, una solución para arreglar, aparentemente, un entuerto. Pero estos préstamos son armas de doble filo. Tras sus aparentes ventajas esconden condiciones y cláusulas que, en caso de no poder devolver el dinero en los términos acordados, pueden empujar al cliente a un abismo aún más inquietante que la situación en la que se encontraba antes de contratar este servicio.

José Luis Segura es el responsable de comunicación de la Asociación de Usuarios y Consumidores Vasca (EKA-ACUV) y conoce de cerca las dificultades y penurias que pueden llegar a vivirse tras caer en las redes de estos prestamistas. Así y todo, reconoce que las denuncias presentadas por los usuarios de estas empresas son muy pocas en comparación con otros sectores o servicios financieros porque “si alguien ha sido víctima del timo de la estampita, muchas veces no lo denuncia. No suelen ir a reclamar porque les da vergüenza”. Lo cierto es que estos créditos han proliferado en los últimos años. Según este experto en consumo, los créditos rápidos estaban “a la orden del día antes de 2007”, cuando se inició la crisis económica. “Mucha gente lo utilizaba entonces para darse un capricho”, explica José Luis Segura. Pero en los años más crudos de la crisis desaparecieron. “Ahora, desde hace año y medio o dos años, han vuelto con fuerza”. Se anuncian en la televisión, se publicitan con carteles en plena calle y, por supuesto, afloran en Internet. Existen cientos de páginas web que ofrecen dinero a cambio de unos requisitos muy laxos.

Las empresas que se dedican a ofrecer créditos rápidos conceden préstamos de cantidades pequeñas a devolver en plazos muy cortos y sin apenas requisitos. “Dicen que hacen un estudio de tu viabilidad económica, pero en unos segundos te contestan y te dicen que sí, te ingresan el dinero inmediatamente y te cobran unos intereses muy altos, enormes”, explica José Luis Segura. Para solicitar la mayoría de estos créditos presentes en Internet basta con ser mayor de edad, no estar incluido en un registro de morosos, tener una cuenta bancaria a tu nombre y una tarjeta asociada a la misma, así como una cuenta de correo electrónico y un teléfono móvil. “Es algo que tiene casi todo el mundo”, apunta José Luis Segura, “en treinta segundos te han concedido el préstamo, así que lo del estudio exhaustivo da risa. Esto lo podría contratar hasta un menor de edad por Internet con los datos de su padre o de su madre”.

penalizaciones El peligro de estos créditos es que incluyen unos intereses de demora y unas penalizaciones desproporcionadas: “A quien coge un préstamo de estos y no lo devuelve, cada día se le van aplicando unos intereses altísimos por demora, e incluso las comunicaciones que le envían para recordarle que no ha pagado se las cobran y van sumando, van sumando? Hay gente que ha pedido un préstamo de este tipo de doscientos euros, no los ha devuelto en los plazos, se le ha ido acumulando y en un año se ha convertido todo en una deuda de mil y pico o dos mil euros. Son unas penalizaciones escalofriantes”.

José Luis Segura, haciendo una búsqueda rápida por Internet encuentra algunos ejemplos: “En una empresa ofrecen préstamos de 100 euros a devolver en treinta días con un interés del 29,7%. En otra un crédito de 280 euros a 25 días con un interés del 24,75%, por lo que hay que devolver 349 euros. Hay que tener en cuenta que un banco convencional presta el dinero hoy en día a un interés del 5% o del 7%. “Algunas empresas de este tipo, en lugar de intereses, a esto lo llaman honorarios”, denuncia Segura.

A pesar de estas condiciones tan malas, no son pocos los que contratan créditos rápidos: “Es gente que no puede conseguir dinero porque no tiene nómina. Es imposible que un banco les vaya a hacer un préstamo de 300 euros sin pedir una serie de requisitos y avales que estas entidades de créditos rápidos no les van a pedir”, explica el responsable de EKA-ACUV, “es gente en situaciones desesperadas que se agarran a un clavo ardiendo. Algunos de ellos con una dosis de ignorancia importante, que no saben dónde se están metiendo, o no se leen el contrato ni la letra pequeña?”.

Lo paradójico es que en la mayoría de los casos todas esas condiciones están detalladas en los contratos que los clientes aceptan: “Son contratos largos, farragosos y mucha gente no los entiende, pero todo eso está puesto. Si la gente lo leyera y lo entendiera, cualquiera que tenga dos dedos de frente saldría corriendo”. Lo malo es que, a pesar de esas penalizaciones tan desorbitadas, es legal. “Es alucinante”, se lamenta José Luis segura, “no hay ninguna ley que ponga límite al interés que te puede cobrar un banco, o una entidad de estas, por un crédito. Pueden poner un interés al mil por cien, o lo que quieran, por un préstamo”.

En la práctica, hay un pequeño vacío legal que permite que estos productos funcionen. Solo la decisión de un juez puede diluir las condiciones de uno de estos préstamos. “Si un consumidor demanda a una de estas entidades de crédito, al haber un vacío legal, lo que la ley permite luego va el juez y lo anula porque dice que es abusivo”, explica Segura, “si falla a favor del consumidor, esa entidad o banco no le cobra ese interés a ese cliente en concreto que le ha ganado el juicio, pero sí a todos los demás clientes. Son cosas incomprensibles. En el tema de la banca hay vacíos legales muy importantes, o cosas que son alegales, que cuando las llevas ante un juez, son un abuso”.

Mientras que todos los bancos y entidades financieras deben estar debidamente inscritos en un registro oficial, así como todos los productos de inversión deben tener un folleto oficial aprobado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores, las empresas de créditos rápidos no están controladas ni reguladas de ningún modo. Esto, unido a la inmensidad de Internet, hace que sean “totalmente incontrolables para la Administración”.

sector pirata “Este sector es pirata al 99% y el consejo a la gente es que no pidan un préstamo rápido, que se busquen la vida de otra forma”. El mensaje de José Luis Segura no puede ser más claro: “Si no tienes otra opción, léelo bien, entiéndelo bien, pero ten la seguridad de que vas a poder devolver eso, si no te vas a meter en un lío mayor”. Además, para complicarlo todo aún más, la empresa puede vender esa deuda a un tercero: “Hay empresas que compran deudas como en las películas de mafiosos. Por eso, antes de coger estos préstamos, hay que elegir otras opciones”. Se han llegado a dar casos en los que incluso se ha acosado al cliente: “Ha habido juicios de gente que se vio acosada por empresas de cobros de deudas. Es muy probable que un juez pueda exigir que dejen de acosar a una persona por estos temas. La gente se ha visto muy agobiada y presionada. Lamentando el día que contrataron el tema. Por todo esto, el cliente de los créditos rápidos tiene que tener mucha confianza en que, si pide 100 euros, en un mes va a poder pagar 200 o 300”.

Esto último hay que tenerlo muy en cuenta en el caso de las empresas que conceden créditos al instante y piden que el cliente ponga su propio vehículo como aval. La empresa insiste en que, mientras se devuelve el crédito, el cliente puede seguir utilizando su vehículo. Detrás de todo esto hay, según José Luis Segura, “gente desaprensiva que sabe, casi seguro, que se va a quedar con el coche”. Lo cierto es que en estos casos lo que se tramita es una venta del vehículo que se hará efectiva en cuanto el consumidor no pague una de sus cuotas. En el momento del acuerdo la empresa se queda ya con la documentación del coche, dejando al cliente únicamente una fotocopia de la misma. Además, mientras paga su deuda, efectivamente, utiliza el vehículo, pero paga a la empresa un alquiler que también genera más indemnizaciones en caso de impago. Es, sencillamente, una manera más de quedarse sin coche. Es otra trampa que caza a su víctima en un solo instante”.

Reclamar a la empresa. En caso de ser víctima de penalizaciones abusivas, el primer paso es reclamar a la otra parte por medio de una hoja de reclamaciones.

Pedir ayuda. En caso de que la empresa ignore la queja, hay que acudir a una asociación de consumidores, a una oficina municipal de información al consumidor o a Kontsumobide.

Tribunales. Si no hay acuerdo, el consumidor litigiará en los tribunales de justicia, para lo que necesita ser arropado, ayudado y asesorado por abogados especializados en consumo.

5.000

Es la cantidad de euros que se puede llegar a solicitar en Internet sin necesidad de nómina..

Requisitos. Ser mayor de edad, tener DNI, un número de teléfono móvil y una cuenta bancaria. Es posible solicitarlo incluso estando inscrito en listas de morosos como RAI o Asnef.