Bilbao - Las propuestas para el endurecimiento de los requisitos de acceso a las ayudas sociales cuentan con poco respaldo social, según se desprende del último Sociómetro vasco. Las principales demandas de los ciudadanos de Euskadi respecto a ayudas como la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) consisten en reclamar más dinero público y más prestaciones y servicios sociales, incluso pagando más impuestos para poder sufragarlos. La edición número 59 del Sociómetro vasco -elaborado por el Gabinete de Prospecciones Sociológicas del Gobierno Vasco- tiene como tema central las desigualdades sociales y las prestaciones. De las respuestas a una amplia encuesta sobre estos temas se deduce que para casi la mitad de los ciudadanos (un 47%) la exigencia actual de tres años de empadronamiento o cinco de trabajo en el País Vasco para poder acceder a la RGI es “adecuada”. Hay más personas que creen que debería pedirse menos tiempo de empadronamiento (un 17%) que las que optarían por aumentar ese plazo (un 13%), y solo uno de cada diez vascos considera que únicamente las personas de nacionalidad española -independientemente del tiempo que lleven residiendo en Euskadi- deberían recibir la RGI.
Para el 83% de los ciudadanos, las cuestiones ligadas al mercado de trabajo son uno de los principales problemas de Euskadi, mientras que temas como las dificultades económicas (17%), la situación política (14%), la vivienda y los desahucios (11%), los servicios públicos y ayudas (10%), la corrupción y el fraude (7%) y la inmigración (7%) también preocupan, pero en mucha menor medida. En este Sociómetro se mantiene una tendencia positiva en la percepción que tienen los vascos de la situación económica, aunque todavía está lejos de recuperar los valores anteriores a 2008.
En cuanto a la estructura social y la desigualdad, hay una gran variedad de opiniones: un 20% piensa que hay bastante gente muy rica, y la mayoría tiene ingresos medios y bajos; para otro 20% la mayoría de la gente tiene una posición media; un 18% cree que vivimos en una sociedad con un pequeño grupo de personas muy ricas, una clase media prácticamente inexistente y la inmensa mayoría pobre; un 23% cree que la sociedad vasca tiene estructura piramidal, con muy pocas personas ricas, más gente con ingresos medios y la gran mayoría pobre; y un 13% ve una estructura piramidal, aunque con muy poca gente pobre.
De hecho, la estimación del número de conciudadanos pobres también registra grandes variaciones: un 20% considera que alrededor de una persona de cada tres puede ser considerada como pobre en Euskadi, y un 29% cree que está en esa situación una de cada cinco. Un 24% cree que son pobres alrededor de una de cada 10 personas, y un 12% que lo es una persona de cada 20.
lucha contra la pobreza La sociedad vasca está prácticamente divida en dos cuando se trata de evaluar la eficacia de los servicios sociales para paliar o evitar las situaciones de pobreza. Mientras un 50% de la población opina que los servicios sociales de Euskadi son bastante o muy eficaces, otro 42% cree que son poco o nada eficaces.
Sobre la RGI, que es una de las principales herramientas para combatir la pobreza y la exclusión social, el 40% de los encuestados conoce a alguien de su entorno que recibe o ha recibido esta ayuda y más de la mitad (un 52%) opina que la prestación sirvió a sus perceptores para hacer frente a necesidades básicas. Por el contrario, un tercio (32%) señaló que la RGI fue insuficiente y un 9% reveló que ese dinero no se destinó a necesidades básicas. Las personas nacidas en el extranjero son más proclives que los vascos y que los nacidos en el Estado español a considerar que la RGI ayuda suficientemente a sus perceptores.
La sociedad vasca opina de forma mayoritaria (un 84%) que “las personas que reciben ayudas sociales las necesitan para vivir” y que estas prestaciones “evitan que haya personas en situación de pobreza extrema” (lo opina un 83%). También hay un 55% para quien “hoy día se ayuda más a las personas extranjeras que a los de aquí” y otro 42% que cree que “las ayudas sociales deben ser preferentemente para los nacidos aquí”.
Aunque las ideas negativas sobre la RGI no son mayoritarias, sí están bastante asentadas en la opinión pública. Así hay un 45% de ciudadanos que comparte la afirmación de que “la posibilidad de poder recibir ayudas sociales hace que la gente se vuelva perezosa”, y un 42% que piensa que “gran parte de quienes reciben ayudas sociales no quieren trabajar”.
ACUDIR A LA FAMILIA En relación a la actitud que adoptaría la ciudadanía ante una situación de necesidad, un 57% de la población afirma que su primera opción si se encontrara en una situación de no poder hacer frente a las necesidades básicas sería acudir a la familia o al entorno más cercano para pedir ayuda. Para un 35% esta primera opción sería solicitar una ayuda social pública. En el caso de que la familia, el entorno más cercano o una ONG (que es la primera opción para un 5% de las personas) no pudieran solucionar su situación de necesidad acuciante, el 66% de los ciudadanos es contundente al afirmar que solicitaría una ayuda pública, otro 25% lo considera probable y solo un 5% lo descarta completamente o con alta probabilidad.
Del 35% de ciudadanos que pediría una ayuda social pública como primera opción en caso de no poder afrontar gastos básicos, el mayor porcentaje (un 54%) corresponde a los extranjeros, mientras que solo el 31% de los vascos se decantó por esta respuesta.
Situación. El 40% de los vascos tiene una percepción positiva de la situación económica. La opinión que tienen los vascos sobre la economía de la CAV es mejor que la que tiene la ciudadanía de la mayoría de los miembros de la Unión Europea sobre la economía de sus países.
Desigualdad. Un 32% de la población vasca cree que las diferencias entre ricos y pobres en la CAV son muy grandes y este porcentaje es del 57% en relación a las diferencias en el Estado.
Progreso personal. La población vasca considera que lo más importante para progresar en la vida es el esfuerzo personal (46%) y la inteligencia y las habilidades personales (23%), por encima de conocer a la gente adecuada (18%) o ser de una familia pudiente (10%).
Evolución. Las expectativas de evolución de la situación económica personal reflejan una percepción de estabilidad. En la visión a lo largo de la vida, un 19% aprecia una evolución de progreso y un 19% de regresión, el 62% restante, prácticamente dos de cada tres, tiene una percepción de estabilidad. En las expectativas de evolución intergeneracional a futuro, se mantiene un 68% de estabilidad, pero son más quienes tienen una expectativa de progreso (19%) que quienes creen que se producirá una regresión (13%).
Dificultades. Según la población, los objetivos concretos, de entre los planteados, que más puede obstaculizar estar en situación de pobreza son poder mantener la casa caliente en invierno (un 91% considera que la pobreza lo obstaculiza mucho o bastante), vivir en una vivienda digna (89%), acceder a educación superior (84%), comer carne o pescado cada dos días (82%) y encontrar trabajo (73%). Por el contrario, la situación de pobreza no obstaculiza los siguientes objetivos: acceder a educación básica de calidad (46%), mantener una red de amistades y conocidos/as (38%) y recibir asistencia médica cuando la necesite (21%).
Servicios sociales. En cuanto al funcionamiento de los servicios sociales, un 54% de la población considera que en la CAV es bueno o muy bueno, solo un 12% tiene esta opinión en relación a los servicios sociales en el Estado español. Quienes consideran que el funcionamiento de los servicios sociales en Euskadi es malo o muy malo son un 24% y en relación al Estado mantiene esta opinión un 54% de la población.
Atención. Un 26% cree que la atención que se da a los problemas sociales de las personas menos favorecidas en Euskadi ha mejorado en los últimos años, un 41% cree que sigue igual y un 23% que ha empeorado. La opinión social ha mejorado y es más positiva que en 2013, entonces solo un 18% afirmaba que la atención había mejorado.
Ingresos. Un 81% de los vascos opina que uno de los grandes problemas de Euskadi es la gran diferencia de ingresos entre quienes ganan mucho y los que ganan poco.
4,8
En la escala de pobreza-riqueza de 0 a 10, en la que 0 sería el nivel más pobre y 10 el más rico, la población vasca se ubica a sí misma en un 4,8.