CIUDAD DEL VATICANO. Antes de su publicación, el manifiesto ecologista del papa ya había provocado las críticas de algunos sectores.
El candidato republicano a la presidencia de EEUU Jeb Bush llegó a decir que el papa no le iba dictar su política y que lo que tenía que hacer era dedicarse a hacer mejores a las personas y olvidarse de temas políticos.
Francisco no ha usado medias tintas en sus consideraciones, pese a que se sabía que la encíclica iba a levantar controversia, porque no sólo está en juego la salvación del planeta sino infinitos intereses comerciales.
El documento de 191 páginas es un análisis de la situación actual del medioambiente, una guía de recomendaciones y una crítica a la falta de voluntad del actual sistema económico y político.
"Mientras unos se desesperan sólo por el rédito económico y otros se obsesionan sólo por conservar o acrecentar el poder, lo que tenemos son guerras o acuerdos espurios donde lo que menos interesa a las dos partes es preservar el ambiente y cuidar a los más débiles", denuncia en su "Laudato si".
Francisco siempre ha denunciado el sistema financiero, no es una novedad. "Esta economía mata", ha dicho en repetidas ocasiones.
Leerlo en uno de los documentos más importantes de un pontificado, en un texto que como él mismo apunta no está sólo dirigido a los católicos sino a todo el mundo, es una "decisión valiente", dijo el arzobispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo, presidente de la Pontifica Academia de las Ciencias Sociales.
"Esta encíclica es única en la historia", comentó también el teólogo brasileño, Leonardo Boff, quien adelantó que el papa Francisco le pidió que le enviase algunos de sus textos, sobre todo en los asuntos relacionados con la pobreza.
El papa hace un reconocimiento de un hecho científico, que muchos guiados por intereses aun no quieren reconocer, y es que "la mayor parte del calentamiento global de las ultimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (...) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana".
"Esto se ve potenciado especialmente por el patrón de desarrollo basado en el uso intensivo de combustibles fósiles", invitando así el papa a cambiar el sistema y apostar por las energías renovables.
Algo que no ha sentado especialmente bien a los grupos petroleros, aunque algunos han recogido ya el mensaje.
Claudio Descalzi, consejero delegado de ENI, una de mas mayores grupos de hidrocarburos, dio la razón al papa en el "L'Osservatore Romano" y aseguró que si no se cambia la tendencia "los fenómenos del cambio climático se harán irreversibles".
Francisco, que en muchos pasajes demuestra su conocimiento como perito químico que es, no tiene dudas de que "muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas".
Además lanza su denuncia contra "la tendencia a privatizar el agua, aunque el acceso a ella sea un derecho del hombre", o la explotación por parte de multinacionales de las tierras del Sur.
"Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente", sentencia.
El papa usa palabras muy duras cuando subraya cómo "algunos sectores económicos ejercen más poder que los mismos Estados" y cómo "la misma política es responsable de su propio descrédito, por la corrupción y por la falta de buenas políticas públicas".
Su origen latinoamericano también ha servido para denunciar los numerosos casos de explotación del Norte hacia el Sur, en su mayoría por sociedades trasnacionales muy presentes en el continente americano.
Para ello cita a los obispos de la región de Patagonia-Comahue y cómo en un documento de 2009 ya constataban que "con frecuencia las empresas que obran así son multinacionales, que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo".
"La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica", denuncia el pontífice.
Con su "manifiesto", que critica a las cumbres internacionales donde no se resuelve nada por falta de interés, Bergoglio espera sacudir las conciencias ante la cumbre de París de diciembre.