BILBAO. Los rescates de personas desaparecidas o accidentadas ocupan el segundo lugar, mientras que se consolida la tendencia a la baja de los últimos años en relación a la búsqueda de explosivos. Por otro lado, el pasado ejercicio fueron instruidos ocho nuevos perros cumpliéndose, además, veinte años desde que la propia Unidad se encarga de preparar tanto a los guías como a los canes.

Los ertzainas de la Unidad Canina, acompañados de sus correspondientes perros, intervinieron el pasado año en un total de 166 actuaciones de carácter incidental, es decir, servicios planificados o inmediatos que requieren de la movilización de agentes ante hechos delictivos.

Principalmente, están relacionados con la búsqueda de drogas, explosivos, billetes de curso legal o también para la localización de personas desaparecidas o cadáveres.

De hecho, hubo 111 dispositivos antidroga para el rastreo de sustancias estupefacientes en inmuebles, sobre todo en viviendas, lonjas, establecimientos de hostelería, además de inspecciones en vehículos. Los rescates, normalmente en zonas rurales o de montaña, de personas desaparecidas o accidentadas alcanzaron las 36 actuaciones, lo que supone casi un 22% del total.

El apoyo a los artificieros de la Ertzaintza, una función que históricamente ha ocupado la principal labor de la Unidad Canina, se ha visto reducida de manera considerable el pasado año hasta las 17 intervenciones. Un dato que viene a consolidar un fuerte descenso en comparación con las 136 registradas en el año 2004. El resto de la estadística recoge participaciones en materia de seguridad.

POR TERRITORIOS

Por territorios, Bizkaia y Gipuzkoa comparten números similares con 67 incidencias cada uno, mientras que en Alava se practicaron 32 actuaciones.

El balance de la actividad de la Unidad se completa con tareas de índole preventiva cómo la cobertura de la seguridad en actos públicos o de edificios oficiales, inspecciones de recintos por eventos deportivos o con una masiva presencia de personas, vigilancias o supervisiones perimetrales de centros policiales, centros penitenciarios, aeropuertos, etc.

Este tipo de intervenciones planificadas superan ampliamente el millar, por lo que sumadas a las actuaciones incidentales las cifras anuales de esta Sección oscilan en torno a las 1.400.

20 AÑOS FORMANDO ADIESTRADORES Y PERROS

Desde el año 1994, es la propia Unidad Canina de la Ertzaintza la que imparte sus cursos de formación para preparar tanto a los guías como a los perros. Además, en colaboración con la Academia de Policía y Emergencias del País Vasco en Arkaute, organiza cursos de adiestramiento y reciclaje para otros cuerpos policiales, tanto locales como autonómicos y estatales, que sirven también para el intercambio de experiencias y para mejorar la operatividad policial de las unidades caninas.

El pasado año fueron instruidos ocho nuevos perros, cinco para tareas de rescate y tres para labores de seguridad. De éstos, cuatro procedían de otras áreas de la propia sección canina de la Ertzaintza.

Actualmente, esta Unidad depende de la Jefatura Central de Seguridad Institucional correspondiente a la División de Protección Ciudadana de la Ertzaintza. Está formada por alrededor de cuarenta ertzainas distribuidos en cuatro áreas operativas, doce guías para explosivos, ocho en drogas, seis para rescates y cuatro en seguridad, más cinco adiestradores/instructores y los responsables de la Unidad. En total, se dispone de 37 perros para atender las citadas áreas.

El origen de esta Sección de la Policía Autónoma data del año 1985 cuando se incorporaron cuatro perros para realizar tareas de seguridad en la Academia de Arkaute. En 1989 se consolidó el Grupo Canino con la formación de cuatro agentes, como guías de seguridad, tras asistir a un curso impartido por la policía alemana en Stuttgart.

La Unidad Canina se encuentra ubicada en las instalaciones de la Ertzaintza en Berrozi (Araba) donde cuentan con pistas de entrenamiento, perreras y otras dependencias para su desarrollo y formación. El área de explosivos mantiene retenes operativos en los tres territorios, situados en Arkaute, Erandio y Oiartzun para funciones de apoyo a la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDE).

JUEGO

Una vez seleccionado un perro, de alrededor de un año de vida, y tras realizar diferentes pruebas al animal fuera de su entorno durante aproximadamente un mes, se inicia el proceso de adiestramiento. Se trata de un curso básico de entre cuatro y seis meses de duración en función de la especialidad: explosivos, drogas, rescates o seguridad.

El método de enseñanza utilizado se basa en la capacidad para el juego y la motivación para asimilar de forma progresiva y continua unas pautas de conducta y reacción. De esta forma, se enseña a los canes a relacionar el logro de un objetivo, es decir, el hallazgo de sustancias estupefacientes, explosivos o una persona desaparecida con la obtención de una recompensa, su juguete, un mordedor.

La Unidad Canina de la Ertzaintza se difiere de otras Policías ya que, cada perro se asigna a un guía y es adiestrado en una única área. El agente asume el compromiso de cuidar y atender al perro en su propio domicilio, siendo la convivencia diaria la que genera un fuerte grado de conocimiento entre ambos, que fortalece el trabajo policial.

Este vínculo resulta de especial importancia a la hora de atender un incidente en situaciones límite e interpretar de forma correcta los gestos realizados entre el binomio formado por guía-perro. Además, la formación es prácticamente continua con la realización de entrenamientos, la asistencia a cursos y jornadas especializadas, charlas y exhibiciones para diversos colectivos, entre ellos en centros educativos.

Una vez finalizada la vida profesional del can, en torno a los ocho o nueve años, éste continúa viviendo en el domicilio del ertzaina o se entrega a una familia de confianza.

RAZAS

En cuanto a las razas de los canes habitualmente utilizados como perros-policía, el pastor alemán ocupa la primera posición. Tal y como explica el Jefe de la Unidad Canina de la Policía Autónoma se trata del perro policía por excelencia.

Posee unas cualidades muy adecuadas para desarrollar este cometido, tanto por independencia --puede desarrollar su trabajo lejos del guía-- como por carrera, mordida, defensa, etc., en definitiva, "no es el número uno en nada, pero es el número dos en todo". Principalmente, se destina a tareas de explosivos y seguridad.

La Ertzaintza ha ido incorporando en los últimos años perros de otras razas como el pastor belga malinois, un perro fuerte y enérgico destinado para funciones de rescate, 'el fórmula 1' de los perros. Por otro lado, también se dispone de canes de raza labrador.

NUEVAS NECESIDADES

La realidad social y la aparición de nuevas modalidades de delincuencia obligan a la Ertzaintza a adaptarse a nuevos retos. En los últimos años, se han readecuado algunos perros para la detección de billetes de curso legal, ocultos en viviendas objetos de registros en intervenciones policiales o en vehículos utilizados para su transporte ilícito.

También, se han llevado a cabo prácticas para la localización de cuerpos en zonas sumergidas bajo el agua. Una vez acostumbrados al nuevo entorno, se les instruye en la búsqueda de olores para detectar posibles cadáveres. También se encuentran en fase de estudio las posibilidades para la búsqueda de acelerantes del fuego, cableado de cobre, armas, etc.