BILBAO. Para conseguirlo, afrontan sus problemas y regulan sus emociones de manera "muy pasiva", según consta en la tesis doctoral de la psicóloga Igone Etxebarria, enmarcada en una investigación conjunta de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y de la fundación Instituto Gerontológico Matia.

El estudio analiza tanto el funcionamiento emocional como los factores que lo condicionan en el grupo poblacional de más de 85 años, que será el que mayor incremento registre en los próximos años.

Los resultados establecen que según aumenta la edad predomina el perfil de la persona adaptada y que se adecúa a su nueva situación, aunque haya empeorado el estado físico.

El segundo grupo predominante en ese tramo de edad corresponde a personas frágiles-aisladas, con un nivel elevado de "neuroticismo" (inestabilidad emocional), soledad y escaso apoyo social.

Los dos perfiles más frecuentes entre personas más jóvenes, como son los felices e insatisfechos, apenas se registran entre los mayores de 85 años.

En la investigación se resalta, no obstante, que existen importantes diferencias individuales que se deben tener en cuenta en el momento de planificar los cuidados y actividades relacionados con los perfiles