PONTOISE. "No se comunicará ninguna identidad hasta que se tenga el resultado de todos los análisis, y eso tardará entre dos y cuatro meses", dijo a un grupo de medios internacionales, entre ellos Efe, el coronel François Daoust, director del Instituto de Investigación Criminal de la Gendarmería francesa (IRCGN).
Daoust, cuyo centro a las afueras de París analiza las muestras recogidas sobre el terreno y las compara con los datos facilitados por las familias, subrayó que los expertos no pueden garantizar que se vaya a poder identificar a las 150 víctimas.
La primera operación de recuperación de restos humanos en la zona donde cayó el aparato, en los Alpes franceses, terminará a finales de esta semana, agregó el jefe investigador.
Las dos semanas siguientes se dedicarán a la recogida de trozos de fuselaje, y las dos posteriores se destinarán a rastrear de nuevo el lugar, de unas 2,5 hectáreas de extensión, para localizar nuevos restos humanos que pudieran haber quedado ocultos bajo ese material.
Las muestras humanas permanecen en el laboratorio montado sobre el terreno en la localidad de Seyne-les-Alpes, que envía al IRCGN solamente un pequeño extracto del que pueda sacarse el ADN correspondiente.
Cuando los expertos del instituto disponen del resultado se lo comunican a sus compañeros sobre el terreno, para que procedan a juntar en un mismo saco mortuorio los restos correspondientes a esa información.
Hasta el momento, han podido analizar un total de 400 muestras, con las que se han aislado 78 ADN distintos, precisó el coronel, quien subrayó que la identificación completa de cada víctima requiere de la comparación de esos datos con los ofrecidos por los familiares.
Ese último proceso, indicó, es largo y difícil, porque debe juntar datos médicos y dentales de la víctima, la descripción que ofrezca la familia con particularidades como tatuajes o cicatrices, y el perfil de ADN de familiares directos, como padres o hijos.
Los investigadores disponen hasta la fecha de una treintena de archivos "ante mortem" completos, y de otros 30 a los que todavía les faltan algunos de esos puntos, sostuvo Daoust, quien destacó que "el tiempo mediático no es igual que el científico", por lo que se debe trabajar correctamente y no "ceder a la urgencia".
La decisión de no transmitir de forma parcial los resultados responde a la voluntad de no añadir mayor presión psicológica a los familiares de las víctimas, de 19 nacionalidades, en su mayor parte alemanes y españoles.
Especialistas de cada uno de esos dos últimos países integran también la comisión de expertos francesa, a los que se suman representantes de Interpol.
En total, en las labores de recogida y análisis de la información anterior y posterior a la muerte, según Daoust, trabajan 79 personas, sin contar a los miembros de la Gendarmería y de los equipos que garantizan la seguridad del lugar del siniestro.
Los primeros elementos de la investigación apuntan a que el A320 chocó contra los Alpes franceses después de que el copiloto, un alemán de 27 años identificado como Andreas Lubitz, aprovechara la ausencia del comandante de la cabina para iniciar de forma supuestamente deliberada el descenso del aparato.
Será el fiscal del caso, Brice Robin, quien determine cuándo se cierra la investigación, que por el momento ha hallado la primera caja negra, que graba las conversaciones entre los pilotos, y confía en encontrar la segunda, con los parámetros técnicos, para poder esclarecer mejor los hechos.