Haltern - “Ayer éramos muchos. Hoy estamos solos”, rezaba un gran cartel colocado a las puertas de la escuela alemana de educación secundaria Joseph-König acompañado de cientos de velas sobre una gran cruz blanca con los nombres de los 16 estudiantes que no volverán a ocupar sus pupitres. Los habitantes de la tranquila localidad de Haltern de 37.000 habitantes, próxima a Düsseldorf, seguían sin asimilar la tragedia. “Una de cada dos personas con la que te cruzas, llora. La ciudad es pequeña, todos saben lo que ha sucedido y no pueden entenderlo”, comenta Laura Jungblut, una joven de 22 años.
Sus 16 estudiantes y dos profesoras que viajaron a Barcelona hace una semana para un intercambio para aprender castellano no regresarán nunca más. El destino y un sorteo quisieron que formaran parte del pasaje del Airbus de Germanwings. Cuarenta estudiantes, de los 65 que estudian castellano en la décima clase, se apuntaron para hacer el viaje de ocho días de duración a Barcelona. Como no contaban con plazas para todos, la escuela decidió llevar a cabo un sorteo para elegir a los 15 estudiantes: 14 alumnas y dos alumnos.
Nada volverá a ser lo mismo. “Es increíble. Desde ahora los niños ya no volverán a estar aquí. Y las profesoras tampoco”, comenta por su parte Karin Keysselitz. La mujer de 45 años es madre de uno de los estudiantes de la escuela Joseph-König a quien una de las profesoras fallecidas daba clases. “Cuando uno oye este tipo de tragedias, suelen ser muy lejanas. Ahora ha caído sobre nosotros”, agrega antes de depositar tulipanes blancos.
La escuela ha suspendido sus clases para convertirse en lugar de encuentro de los estudiantes y padres para poder hablar sobre lo sucedido con apoyo de un grupo de especialistas. “Si se llora, se llora. Si se calla, se calla. Cada uno tiene su manera de afrontar el dolor. Les transmitimos que todo está bien”, explicó la ministra de Educación de Renania del Norte-Westfalia. - F. Dame/A. de Cabo