El reciente anuncio de que Susana Díaz, presidenta socialista de Andalucía, será madre en verano ha vuelto a poner sobre el tapete la imagen de la maternidad como un condicionante definitivo para la vida pública profesional de las mujeres, sobre todo, de las de a pie, pero también de las dirigentes políticas. Tras conocerse la noticia, Díaz se apresuro a advertir que su gestación no afectaría en absoluto al calendario electoral, porque “conciliará con normalidad como hacen miles de mujeres”. La dirigente andaluza pasará a ser una de las pocas dirigentes -antes lo fueron la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y Carmen Chacón- que den a luz encontrándose en primera línea política. “A la sociedad ya no le asombra que mujeres con cargos de responsabilidad tengan hijos/as; quizá todavía le llame la atención que estén embarazadas mientras ostentan puestos de relevancia. Por ejemplo, la imagen de una embarazadísima Carmen Chacón, siendo ministra de Defensa, pasando revista a las tropas dio la vuelta al mundo y supuso una imagen de normalidad que tendría que estar generalizada”, explica a DNA, la ginecóloga Isabel Serrano, integrante de la Federación de Planificación Familiar Estatal y portavoz de la plataforma Decidir nos hace libres.

Utilización política “Considerar que el adelanto electoral en Andalucía ha tenido algo que ver con el embarazo de la candidata a presidir la comunidad pienso que es manipular lo que significa decidir tener descendencia; lo que además de “una intromisión en la vida privada de una mujer, algo es absolutamente machista”, añade Serrano. “Aunque es verdad que ha habido algunas situaciones de políticos varones o mujeres que sí han utilizado elementos de la vida privada o personal buscando algún interés indirecto, como pudo ser el caso del anunció del cáncer de mama de Esperanza Aguirre y tal vez ahora el embarazo de Susana Díez. Son dos casos en los que no ha estado muy claro si se están manejando como arma política; se tiende mucho a utilizar como arma políticas, quizás demasiado, cosas que tienen que ver con la intimidad y sobre todo si tienen que ver con la sexualidad, con los embarazos, la maternidad y en general con las mujeres. Es más fácil usar con ellas estas cosas íntimas que las que tienen que ver con los hombres. Aquí siempre ha habido un cierto aprovechamiento y manipulación para minar la igualdad de hombres y mujeres”, sentencia.

Dar ejemplo A juicio de la portavoz de la plataforma Decidir nos hace libres somos las mujeres las primeras que no debemos hacer una utilización negativa de nada que tenga que ver con la maternidad. “En el caso de las dirigentes probablemente sea una utilización externa a las propias mujeres”. “Lo que esta política andaluza no debiera hacer es renunciar a las semanas de permiso por baja maternal que dispone la ley y que al colectivo feminista tanto nos ha costado conseguir. No solo eso, si no el logro de que los hombres dispongan también de un mes para dedicarse a sus hijos. Las políticas no deberían obviar esos derechos adquiridos; es un mal ejemplo, tienen que darse cuenta que ha costado mucho llegar ahí”, dice Serrano.

El permiso maternal se compone de 16 semanas o 112 días ininterrumpidos. De esas 16 semanas, seis son obligatorias. Las otras 10 son optativas y transferibles, es decir, la madre puede ceder al padre parte o todos esos 70, “que creo que fue lo que hizo Carmen Chacón cuando dio a luz siendo ministra de Defensa”, subraya Isabel Serrano.

Todo lo contrario hizo la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que diez días después de tener a su bebé, antes de las elecciones generales de 2011, volvió a la primera línea política. “Ella hizo mutis por el foro a los derechos adquiridos por todas las mujeres saltándoselos a la torera. Las dirigentes políticas, por delante de su mandato, son mujeres, por lo que tienen que darse el tiempo preciso para estar en condiciones y solidarizarse así con el resto de las mujeres. ¿Por qué ellas no se toman las semanas correspondientes? Tendrían que ser las primeras en hacerlo; no se puede banalizar con algo que nos ha costado tanto esfuerzo conseguir”, insiste.

¿Y los varones políticos? Aunque en la vida cotidiana sabemos de cientos de mujeres que concilian -con muchísima dificultad- su maternidad con el trabajo y su vida privada, “cuando se trata de un personaje público vuelve ese imaginario, esa idea arraigada de la maternidad como un condicionante definitivo de la vida de las mujeres”, sostiene Iñaki Rivieri, de la plataforma hombres por la Igualdad, quien considera que el debate tendría que centrarse en el papel de los hombres políticos con sus responsabilidades parentales. “¿Cuántos permisos se cogen los políticos o los altos cargos gubernamentales vascos cuando son padres? Son excepción”.

De hecho, en Euskadi solo el 15% de las mujeres son alcaldesas, y “el resto de porcentajes es porque lo obliga la ley -y todavía hay personas que se oponen a las cuotas-. Yo creo que tiene que haber una reflexión por parte de los hombres que deciden tener hijos o adoptarlos para asumir su responsabilidad en el cuidado, aunque también es cierto que cada vez más hombres se incorporan a su cuidado. Pero en 2011 solo un 7% de los varones optaban por pedir los permisos por paternidad”.

¿Es lógico el debate de la conciliación de las políticos? “Pues no”, sentencia. “Se pone sobre la mesa cuando las mujeres políticas son las madres, pero nadie sabe cuántas criaturas tienen los ministros, los consejeros. En ellas sí tiene una presencia muy importante más allá del hecho biológico; en ellos para nada”.

Para este militante de la Red Hombres por la Igualdad en la sociedad faltan referentes masculinos con puestos de responsabilidad -ministros, consejeros, gerentes de grandes empresas...- que visibilicen que la conciliación no es algo solo que atañe a las mujeres. Además, hoy con 15 días de permiso para que los varones estén con sus bebés está claro que los poderes públicos siguen pensando que su cuidado es cosa de mujeres; está demostrado que cuando las semanas no son semitransferibles, los hombres no cogen los permisos”, remacha. Mientras tanto, solo las mujeres políticas madre son noticia, casi nunca los políticos padre.