Después de poner naves en órbita, de mandarlas a los puntos más recónditos del Sistema Solar, de acercarlas al Sol y de hacerlas perseguir a un cometa, la astronomía europea tiene un nuevo reto: lanzar al espacio un vehículo capaz de volver a la Tierra de forma autónoma y aterrizar limpiamente.

Si el experimento funciona, Europa no dependerá más de las naves Soyuz rusas ni de los shuttle estadounidenses para llegar hasta la Estación Espacial Internacional (IEE) o a los satélites que operan fuera de la órbita terrestre. Europa tendrá su propia lanzadera.

El vehículo Experimental Intermedio o IXV, como ha sido bautizado el último invento de la Agencia Espacial Europea (ESA), tiene prácticamente el tamaño de un coche (cinco metros de largo, uno de alto y dos de ancho) y pesa dos toneladas.

Este avión experimental despegará mañana miércoles desde Kurú (Guayana francesa) a las 13.00 GMT (14.00 hora española) en un cohete Vega, el más pequeño de los que opera el consorcio aeroespacial Arianespace.

Inicialmente, el despegue estaba programado para el 18 de noviembre pero el lanzamiento se retrasó cuando los ingenieros de Arianespace vieron que, en caso de fallos, una de las partes de Vega podría caer sobre una zona poblada, lo que obligó a retocar ligeramente los parámetros de la trayectoria. Finalmente, en lugar de dirigirse al norte, como en vuelos precedentes, el cohete viajará al este.

Dieciocho minutos después del despegue, a unos 320 kilómetros sobre la superficie terrestre, Vega se separará de IXV y el vehículo experimental se elevará hasta los 450 kilómetros de altitud, el punto desde el cual iniciará su regreso a la Tierra.

Si todo va bien, IXV ralentizará su vuelo, rebajará su velocidad de hipersónica a supersónica, desplegará un paracaídas multietapas para frenar aún más su descenso y amerizará en el Océano Pacífico, donde varios globos de flotación lo mantendrán a flote hasta ser rescatado y analizado con detalle.

la tecnología a prueba En total, será un viaje de 100 minutos que “pondrá a prueba las tecnologías de reentrada que se han desarrollado en Europa: desde la capacidad para navegar y maniobrar hasta las tecnologías de escudo térmico”, afirma el jefe de la campaña de lanzamiento de IXV en la ESA, José María Gallego.

Y es que de regreso a la Tierra, este vehículo experimental viajará a 7,5 kilómetros por segundo y alcanzará temperaturas de 1.700 grados centígrados.

Pero, para que el vuelo sea un éxito, IXV tendrá que regresar a la Tierra por sí misma, guiada por las instrucciones del cerebro con el que ha sido equipada y que ha sido diseñado por las empresas españolas Elecnor Deimos y SENER, explica el director de la Unidad de Sistemas de vuelo de Elecnor Deimos, Mariano Sánchez Nogales.

El sofisticado sistema de guiado, navegación y control del vehículo es algo así como “la inteligencia que pilotará la nave desde su separación del lanzador Vega hasta el despliegue del paracaídas”, en definitiva, la aplicación más crítica de la misión y uno de los componentes más complejos de IXV, según fuentes de SENER.

Y mientras dure su viaje, 300 sensores instalados en IXV almacenarán datos de presión, temperatura, estrés mecánico, etc, y una cámara de infrarrojos tomará imágenes de uno de los flaps (para estudiar el campo térmico durante la reentrada), según Gallego Sanz.

Toda esta información, analizada por fases, les permitirá mejorar los modelos y “diseñar naves que tengan la capacidad de reentrar a la Tierra”, agrega. Además de Elecnor Deimos y SENER, también participan en este proyecto europeo GMV, GTD y Rymsa Espacio. - Efe