La manipulación de los dispositivos electrónicos (conocidos como pulseras) por parte de los maltratadores será considerada como quebrantamiento de condena, según establece la reforma de la ley orgánica de reforma del código penal que se está tramitando en el Congreso.

Así lo avanzó ayer la presidenta del Observatorio contra la Violencia de Género, Ángeles Carmona, en una entrevista en RNE, en la que valoró algunas de las propuestas de protección de las víctimas de violencia machista que recogen proyectos de ley actualmente en tramitación parlamentaria.

Carmona se refirió también a la introducción en el artículo 1 de la Ley orgánica 1/2004 de Violencia de Género de los menores como víctimas directas de esa violencia, lo que “va a suponer un paso adelante muy importante para la protección de los hijos y de la propias mujeres que a veces no se atreven a denunciar precisamente por su hijos”.

Si se implementa esta medida, según Carmona, un maltratador condenado por sentencia firme no tendrá acceso a las visitas de sus hijos hasta que no se acredite en el procedimiento que el menor no va tener ninguna secuela psicológica.

A este respecto, la presidenta del Observatorio consideró que un condenado por sentencia firme “no puede ser nunca un buen padre ni puede ejercer su derecho de visita con normalidad”, porque según organizaciones internacionales un menor que sea testigo de actos violentos en su domicilio puede sufrir secuelas psicológicas muy parecidas a las de los abusos. Para Carmona, “todas las medidas que se adopten” para proteger el menor “serán pocas”.

Explicó que la reforma del código penal contempla también la introducción de tipos penales para cubrir “cierta laguna legal”, como el de hostigamiento y acoso, que consiste en “esa conducta reiterativa de seguimiento, muchas llamadas y muchos mensajes, sin que haya insultos ni amenazas, pero que puede crear secuelas psicológicas y atemorizantes muy graves en la mujer”. - Efe