Abadiño - La iglesia abadiñarra de San Trokaz se quedó pequeña en la jornada de ayer para dar el último adiós a Mari Luz Alejos y su madre, Amelia Rodríguez Sardón, asesinadas el pasado miércoles en Matiena por Benito Quintairos, marido de la primera, que admitió haber cometido el doble crimen. Catalogado como un caso de violencia de género, fueron muchas las informaciones publicadas en torno al trágico suceso que no hicieron más que enturbiar el sentir de los afectados directos. “El matrimonio no estaba en proceso de separación y tampoco existían malos tratos previos como se ha comentado”, aseguró la familia a este periódico.
Fueron muchas las personas que se congregaron en la basílica del municipio para arropar a la familia en estos momentos tan complicados. La tristeza y el dolor eran palpables en todo momento. Y es que la gran mayoría todavía no había digerido lo ocurrido. “Esto es inexplicable y no podemos creer que haya podido pasar. El fin de semana estuvimos tomando vinos con Benito y hablando del tema de la lotería para estas navidades y hoy estamos aquí?”, explicaron sus amigos de la cuadrilla, quienes derrumbados se abrazaban al término del funeral.
Un abrazo entre Jorge, hijo del matrimonio, y uno de sus mejores amigos, emocionó a los presentes, que en todo momento quisieron arropar al joven de 24 años. Considerado por todos como un chaval “alegre, siempre sonriente y muy aplicado en sus estudios”, numerosos amigos, compañeros de clase y de diferentes equipos en los que jugó, le acompañaron en el duro trago. La cuadrilla también quiso recordarle a Jorge que siempre estarán ahí. “La manada (como se conocen entre ellos) siempre estará con él. Como los lobos somos una gran manada en la que Jorge entró hace mucho tiempo y jamás saldrá de ella”, explicaron sus amigos, quienes al término del funeral se enfundaron en un emotivo abrazo de grupo.
Tras dar el pésame a la familia, muchos de los asistentes se dirigieron a la manifestación que se celebró en el lugar de los hechos para nuevamente denunciar la tragedia. “¿Y luego nos quejamos de que tenemos problemas? ¡Qué injusta es la vida! No hay derecho a que pasen este tipo de cosas”, apuntó en vecino de Matiena, mientras caminaba junto a su esposa.
Tras pasar a disposición judicial en el juzgado de Durango, el juez decretó en la tarde de ayer el ingreso en prisión de Benito Quintairos. El hombre, autor confeso de la muerte de su mujer y de su suegra el pasado miércoles, tenía 55 años y acabó confesándolo todo: mató a su mujer Mari Luz Alejo Rodríguez, de 58 años, y a su suegra Amelia Rodríguez, de 88, en su piso familiar, situado en el barrio abadiñarra de Matiena.