madrid - Teresa Romero aseguró ayer que no sabe lo que falló para resultar contagiada por el virus del Ébola y subrayó que su curación demuestra que España tiene “la mejor sanidad del mundo” y un “personal abnegado” que, pese a la “nefasta dirección política”, es capaz de “obrar milagros”.

Estas fueron las primeras palabras de la auxiliar de enfermería tras recibir el alta médica una vez superado el ébola, en una comparecencia pública en la que leyó emocionada una declaración, interrumpida en varias ocasiones por los aplausos de los profesionales sanitarios que la han atendido durante los 30 días que ha estado ingresada en el hospital Carlos III de Madrid.

“Yo no sé lo que falló. Ni siquiera sé si falló algo. Solo sé que no guardo rencor, ni reproches, pero si mi contagio sirve para algo, para que se estudie mejor la enfermedad y pueda ayudar a encontrar una vacuna o mi sangre sirve para curar a otras personas, aquí estoy”, dijo Romero en medio de un sonoro aplauso.

emoción Además las muestras de cariño de sus compañeros hicieron que Teresa rompiera a llorar emocionada cuando sus compañeros y el personal que la atendió gritaron con ánimo Tere, Tere.

“Cuando me veía morir -prosiguió- me aferraba a mis recuerdos, a mi familia, a mi marido, al que adoro; yo me encontraba aislada. No tenía más contacto del exterior que el que tenía con Javier, a través teléfono, y del cariño de los profesionales”, de los que elogió su paciencia y amor por ella y por la profesión.

Minutos antes, los profesionales que la han asistido, más de cien personas entre sanitarios y otros trabajadores del hospital, explicaron que la auxiliar podrá hacer vida “completamente normal”, pero que necesitará tiempo s para conseguir la “recuperación integral”.

Para todos estos profesionales éste ha sido “un mes complicado” porque, según indicó la doctora de medicina tropical Marta Mora hubo “momentos críticos” y hay que tener en cuenta que la mortalidad de esta enfermedad está en torno al 60%.

Por ello, el director gerente del hospital, Rafael Pérez-Santamarina, calificó su alta médica como “una gran noticia”.

Y máxime cuando Teresa Romero, según dijo José Ramón Arribas, jefe de la Unidad de Enfermedades Infecciosas y Tropicales del hospital, no podrá transmitir la enfermedad ya que el ébola es un virus que, una vez superado, no permanece en el organismo.

Sobre el motivo por el que se decidió explicar la posible causa de contagio de la auxiliar al rozarse la cara con un guante, el gerente del centro argumentó que se hizo ante la preocupación y alarma que existían en esos momentos entre los profesionales y la sociedad en general.

vacuna La palabra ébola no llegó al país, tal y como relató Romero, hasta que ella resultó contagiada mientras asistía al misionero Manuel García Viejo, que finalmente falleció a causa del virus.

Romero expresó su deseo de que su caso sirva “para algo” y se pueda encontrar una vacuna, y mostró su agradecimiento a la hermana Paciencia Melgar, quien donó su plasma sanguíneo para que ella fuera tratada.

La auxiliar se ha ofrecido para ayudar con su sangre a otras personas contagiadas con el virus: “aquí estoy hasta quedarme seca. Me ofrecí voluntaria para ayudar aún a riesgo de mi vida pero sinceramente no ha sido en vano”, comentó Romero, quien apareció visiblemente emocionada ante los medios, en silla de ruedas, y fue recibida por su marido Javier Limón con un beso en la mejilla.

El marido incidió en que su mujer tiene “un recuerdo inolvidable” de su perro Excálibur, al que consideraban como el hijo que nunca tuvieron, y subrayó que ella no puede hablar de su mascota porque “se emociona demasiado”.

La auxiliar de enfermería dio las gracias “a Dios y a Santiago Apóstol” por devolverle la vida y poder contar su experiencia y se mostró convencida de que para hacer este “milagro”, Dios se sirvió de sus compañeros, médicos, enfermeros, y personal de limpieza y de seguridad. - Efe/E.P.