¿Manejan alguna estimación sobre el seguimiento del paro del próximo jueves?

-No. Obviamente de lo que se trata en estos momentos es de valorar el nivel de compromiso e implicación de nuestros profesionales. Lo que sí es claro es que en circunstancias difíciles están trabajando igual o mejor que en circunstancias más cómodas y para nosotros esto es muy importante. Nuestra pretensión sería que a lo largo de este mes sigan manteniendo ese compromiso con la atención sanitaria y con el servicio al paciente con absoluta normalidad.

Parece previsible que los médicos secunden menos los paros y, sin embargo, enfermería, auxiliares, celadores... los sigan de forma importante.

-Tenemos intuiciones, pero no datos. Aunque hay un dato que sí es objetivo y es que esta legislatura el único acuerdo que hemos logrado con la parte social ha sido el Plan de Ordenación de Recursos Humanos, nuestra hoja de ruta en las políticas de Recursos Humanos, que se aprobó con el apoyo del Sindicato Médico.

Los sindicatos nacionalistas parecen los más belicosos en sus reivindicaciones.

-Las circunstancias que nos tocan vivir a todos son tremendamente cambiantes. En clave de negociación sindical, no valen viejos planteamientos. Y, en algún caso, algunos siguen manteniendo el paradigma de más salario y menos jornada. Eso ya no vale y en Osakidetza tampoco. Son paradigmas que durante un tiempo han servido y han presidido las relaciones laborales. Pero en esta época que nos toca vivir tenemos que cambiar de lógicas de negociación tanto las organizaciones como la parte social.

El pasado día 22 en la Mesa Sectorial, el departamento ofreció propuestas concretas sobre eventuales, OPEs o plantilla... ¿Se han sabido valorar?

-Desde el primer momento de esta legislatura hemos dicho que vivimos tiempos de tormenta en los que llueve fuerte. Y cuando hay tormenta y llueve fuerte, lo que hay que hacer, en un primer momento, es aguantar. Por eso lo que primero que hemos intentado es mantener la plantilla estructural, 25.807 personas, según la última actualización. Ese ha sido nuestro leit motiv, a diferencia de lo que se ha podido hacer en otras comunidades autónomas. Y también hemos dicho que, una vez realizada esta estrategia, en el momento en el que veamos la posibilidad de mejorar, vamos a ser los primeros en plantearlo. Y no hemos hecho otra cosa.

¿A qué se refiere?

-Pues que en el primer momento que hemos podido plantear cuestiones como ampliar en cien personas la plantilla, ampliar un 50% el número de liberados para aprender euskera, reducir la tasa de eventualidad un 18%, o tratar de retomar algunas medidas que en la peor etapa, hemos tenido que parar... lo hemos hecho. Es lo que pusimos sobre la mesa el pasado día 22. Creo que es una cuestión de ritmos y de cantidades. Pero una de las lógicas que tiene que cambiar en esta nueva realidad es que lo cualitativo debe primar sobre lo cuantitativo.

¿Los profesionales de Osakidetza entienden esa filosofía? Suena algo abstracta.

-Yo creo que nuestros profesionales la van a entender bien. Porque estamos diciendo que lo importante es el proyecto, lo importante es la transformación que Osakidetza tiene que realizar para poder seguir dando un servicio universal de calidad y equitativo.

¿En qué sentido?

-Estamos en un proceso de cambio brutal y tenemos que replantearnos las formas de actuación. Ya siento decirlo así, pero hay cuestiones que antes eran las primeras y que ahora deben tener un papel más secundario. Ahora hay cuestiones más importantes, por ejemplo, cómo diseñamos la atención asistencial o cómo generemos nuevas organizaciones preparadas para atender a nuestros pacientes igual o mejor pero con recursos más limitados. Ese es el reto.

¿Y eso cómo se hace?

-Cambiando nosotros uno a uno y con una actitud diferente ante el trabajo. Y planteándonos que el reconocimiento en clave económica llegará, pero ahora debemos buscar otras claves de reconocimiento, como el del trabajo diario. Algunos me dirán; Josemari, eso es dar sin recibir. Sí, ya sé. Pero son los tiempos que tocan.

El consejero Jon Darpón dice que los profesionales de Osakidetza tienen los mejores salarios del Estado.

-Es que hay que partir de la base que la situación económica de nuestros profesionales no es mala, estamos en un nivel igual o superior, en la mayoría de los casos, al resto de comunidades autónomas. Por eso, quiero creer que los profesionales de Osakidetza están valorando también cuestiones como la relación con los pacientes, la relación con los profesionales, la incorporación de nuevas tecnologías, la posibilidad de formarse y prepararse... un ámbito donde ponemos toda la carne en el asador.

ELA argumenta, precisamente, que ustedes pretenden dar la sensación de que sus reivindicaciones son egoístas cuando ellos reclaman un servicio sanitario de calidad.

-El debate a veces es muy perverso. Un sindicato representa a sus profesionales pero luego está el trabajo diario de todo el colectivo. En este sector más del 80 o 90% de los profesionales son vocacionales. Y eso es un motor imparable. Una organización en la que el mayor porcentaje de trabajadores se dedica a lo que le gusta es un potencial enorme que debemos canalizar y no estropear. Pero a nadie le disgusta un caramelo, y si hay uno que va a pedir y consigue algo, pues bienvenido sea.

¿Por ejemplo, más dinero?

-Creo que nuestros profesionales cuentan con retribuciones dignas. ¿Qué podrían ser mejorables? Desde luego, pero en cuanto se den las circunstancias para mejorarlas, lo haremos.

Igual no se lo creen.

-Hace casi seis meses yo dije en una mesa que suspendíamos un proyecto de desarrollo profesional; en la mesa de septiembre empecé a decir que estamos dispuestos a activarlo nuevamente y en octubre lo volví a reiterar. Nosotros no lo suspendimos sine die y eso tiene también un componente económico. Estamos hablando de aquellas personas que se presentaron a la convocatoria de empleo de 2011.

Pero el grado de descontento es tal que va a desembocar en cuatro paros parciales este mes y una huelga general el próximo diciembre.

-Es cierto que se percibe cierto cansancio. La crisis nos empezó a golpear en el 2008, vamos a llegar al 2015 y esto es duro. Soy consciente de que nuestros profesionales también se están cansando, como el resto de los mortales. Entendiendo que hemos pasado dos años de legislatura donde hemos introducido muchos cambios y eso genera estrés. Pero desde Osakidetza vemos absolutamente desproporcionada una huelga o varias en estas circunstancias tan problemáticas. Y si lo que se pretende es demandar más salario y menos jornada, lo lógico sería plantear una huelga en toda la administración, no solo en Osakidetza.

¿Y por qué se elige Osakidetza como cabeza de turco, por la repercusión?

-Esa es una pregunta más para los sindicatos. Lógicamente en las estrategias de las reivindicaciones a lograr habrán valorado si se dan aquí circunstancias más propicias.

Los representantes sindicales reiteran que hay una pérdida notable de puestos de trabajo, 3.000 trabajadores menos desde 2010, 7.000 en los últimos años, denuncian. Parece que el sistema se desmorona.

-De eso, nada. Tenemos una plantilla estructural de 25.807 profesionales pero dependiendo de los meses, de las vacaciones, sustituciones, periodos de formación... la temporalidad varía mucho. Estamos en pleno proceso de transformación. Estamos cambiando el modelo y hemos apostado por la integración asistencial. Tenemos una OPE 2011 que pronto vamos a finiquitar, en esta legislatura hemos abierto nuevos servicios, eso nos hace tener un componente de eventualidad que fluctúa mes a mes... Hemos puesto el Túrmix en marcha y eso genera alguna ineficiencia.

Pero hablamos de 8.000 eventuales sobre una plantilla de 30.000 y pico. Más de un 20%. ¿Eso entra dentro de los parámetros normales?

-La cifra está sobredimensionada porque estamos en un proceso convulso de cambios organizativos, de selección de personas, abriendo nuevos servicios y eso hace que la temporalidad suba. Pero cuando las OSIS estén constituidas, todo el mundo haya tomado posesión de la OPE, las dotaciones para los nuevos servicios estén cubiertas, tendremos una foto más estática y para final de legislatura conseguiremos reducir esa temporalidad.

Con las nuevas OPEs ha habido cierta confusión. Los sindicatos empezaron hablando de 60 plazas, el consejero multiplicó la cifra por seis y ahora son mil.

-Es sencillo dentro de la lógica de la administración pública. En septiembre no dimos una cifra concreta porque teníamos que esperar también a lo que marcase la ley de presupuestos del Estado. En la mesa de octubre hemos puesto las cartas sobre la mesa. Hablamos de que ofertaríamos 958 o mil plazas, pero sabiendo que hay una parte para personal interno y otra para externo. Porque incluye dos modalidades, el turno libre y la promoción interna. El turno libre es el que va dirigido a las que acceden del exterior y la promoción son las que pueden ser cubiertas por personal estatutario funcionario de inferior categoría. En la documentación que dimos a los sindicatos aparecían las 474 plazas por un lado y las 474 por otro. No hemos intentado engordar cifras sino plasmar una realidad.

Reivindica usted el estilo Osakidetza ¿eso en qué consiste?

-Son personas que atienden a personas. Suena a abuelo cebolleta. Pero lo digo porque creo en ello. Cuando estamos en la Túrmix dando vueltas y el profesional está en un proceso de incertidumbre, nosotros, los gestores de personas, tenemos la obligación de darles un asidero con un nuevo programa formativo de itinerario profesional, aplicando líneas de trabajo de liderazgo compartido, planteando actuaciones que definan ese estilo Osakidetza con comportamientos y valores compartidos. Que digan esto es Osakidetza. Tanto desde el punto de vista de la relación entre los profesionales como desde la relación personal-paciente para que tengamos unos distintivos comunes.

¿No existía hasta ahora?

-Desde el punto de vista de procedimientos y asistencia somos de los mejores. Pero en el ámbito de las personas, y en pleno proceso de transformación, hay que avanzar. Además estamos hablando de una generación de trabajadores con una edad media importante, a los que se les plantea una pequeña tormenta perfecta. Y tienen dos opciones, o salir corriendo, o afrontarla y reinventar la Osakidetza del futuro. Para eso les necesitamos a todos con las pilas puestas. Por eso, yo digo; en estos momentos, ¿qué valoras más? ¿200 euros extra? ¿o que alguien te refuerce, te diga en qué dirección vamos y te ayude en tu desarrollo profesional?

La plantilla de Osakidetza tiene ya una edad. ¿Es más fácil o más difícil gestionar a profesionales con más de 50 años?

-Depende. Los mayores entienden mejor que hay que arrimar el hombro porque lo que está en juego es uno de los mejores sistemas sanitarios del Estado, incluso de Europa. Pero eso hay que aderezarlo con la frescura y la fuerza de la juventud. En este momento, uno de los grandes retos es el relevo generacional porque no va al ritmo que quisiéramos.

¿Cómo avanza el II Plan de euskaldunización?

-El euskera no se había considerado un elemento estratégico para la asistencia, pero es clave y además nuestra obligación es ofertar el servicio asistencial en las dos lenguas oficiales. No podemos ir de 0 a 100 en poco tiempo, pero hay que atender los derechos lingüísticos de cada ciudadano teniendo en cuenta el enfoque poblacional.