35 años desde que José Ángel Cuerda se convirtió en el primer alcalde de la democracia en Vitoria-Gasteiz. Hoy, entre los gasteiztarras es reconocido como El Alcalde, mientras sus sucesores, Alfonso Alonso y Patxi Lazcoz, se difuminan y no pasan de ser exalcaldes para la sociedad gasteiztarra.

Uno de los grandes objetivos de Cuerda y de los que Vitoria-Gasteiz se ha sentido orgullosa fue crear un espacio para todos, donde todos conviviéramos y nos desarrolláramos como personas bajo el manto de la solidaridad y acogimiento. Aquel humano objetivo se consiguió y Gasteiz, que desde 1960 hasta hoy ha pasado de tener 73.000 habitantes a 243.000, ha sido un ejemplo de cohesión, convivencia y paz social, del que todos los que vivimos en esta preciosa ciudad nos sentimos orgullosos. Cuerda nos enseñó y preparó la ciudad para ello. En todos estos años de brutal crecimiento en la ciudad, primero con la inmigración fuerte de Bizkaia y Gipuzkoa, luego con la llegada de casi pueblos enteros del resto del Estado y últimamente con personas de otros países (sobre todo de la machacada África), jamás ha habido problemas de convivencia. Hemos sabido convivir y compartir espacios con el diferente consiguiendo aquel gran sueño de Cuerda, que el que venía de fuera fuese acogido por una ciudad solidaria y amable adoptando así rápidamente la condición de gasteiztarra.

Hoy siento una verdadera pena al ver lo que está pasando en mi ciudad. Aquel ejemplo de ciudad solidaria que llevábamos con orgullo, aquella seña de identidad de ser la ciudad que mejores servicios sociales tenía, todo lo que en 35 años habíamos construido, en dos meses nos lo quieren tirar abajo por una irresponsabilidad del partido y del alcalde que en minoría gobierna esta ciudad.

Me da pena sí, ver a Vitoria-Gasteiz en el disparadero de las televisiones estatales hablando de que en ella hay abusos, fraudes, vecinos diferentes, carotas, imposiciones? “¿Pero qué está pasando en Vitoria?”, me preguntaba ayer un amigo gaditano. Hemos pasado para los medios de comunicación de ser la ciudad Green o la capitalidad gastronómica, donde se ve la catedral de Los pilares de la tierra? a ser poco menos que el Bronx.

Me da pena sentir cómo toda esa marea de solidaridad liderada por verdaderos ejemplos como Cáritas, Banco de Alimentos, Cruz Roja, DYA, comedores sociales, así como el movimiento voluntario que en Gasteiz siempre ha existido, es engullida y eclipsado su trabajo por esta polémica inhumana.

Me da pena ver cómo es posible que una irresponsabilidad política haga que una ciudad tranquila en lo social, pase a ser una sociedad crispada y en tensión, donde el diferente se siente mirado y juzgado. Esto no es humano, esto no es políticamente aceptable, esto es nuestra Vitoria-Gasteiz. El error cometido es de una gravedad social tan extrema, que sin duda está multiplicando el riesgo de conflictos sociales por mil.

Y me da mucha pena ver lo que un político es capaz de hacer y decir por un puñado de votos. Lo que está mal o se puede mejorar se trabaja y se mejora, todo, absolutamente todo, es susceptible de mejora, pero un responsable político jamás puede ni ensuciar la imagen de su ciudad, ni la de sus ciudadanos, ni tirar por la borda el trabajo realizado durante 35 años ejemplares de convivencia. Además se han utilizando para ello ultraderechosos argumentos interraciales, acosando al diferente y usando ejemplos particulares, que los hay, para acusar a toda una colectividad que convive con nosotros y que, aunque el alcalde Maroto no los quiera, también son parte de nuestra Vitoria-Gasteiz, esa Vitoria-Gasteiz diseñada hace 35 años y disfrutada hasta hoy por TODOS sus vecinos.