La plaza del Artium. Desde la sede de Las Cuatro Torres, en la calle Prudencio María Verástegui, Antonio González Cabezudo ha contemplado en primera fila la transformación de la capital alavesa. Durante años, en la década de los ochenta, vivió el trasiego de la vieja estación de autobuses, después convivió con un enorme agujero y, desde hace más de diez años, el Artium domina la vista.
Gasteiz - ¿Se hace complicado ser mayor en Vitoria a día de hoy?
-Yo que voy a muchos sitios por el cargo que tengo, digo que tenemos que estar orgullosos de Álava en todos los aspectos. El que no quiere hacer cosas o entretenerse es porque no quiere, porque hay de todo.
¿Y qué le parece la nueva normativa de bicicletas, a usted que representa a uno de los colectivos que más intimidados se suelen sentir por estos vehículos?
-Yo voy por la calle Dato y era de vergüenza que te tengas que apartar porque van las bicis. Me parece bien que anden en bicicleta si respetan lo que tienen que respetar, encima les decías algo y te contestaban. Y luego los semáforos, hace poco vimos a uno que pasó el semáforo en rojo con la bicicleta y casi le atropella un coche, y encima le chilló al del coche. No señor, hay que esperar, y esto es para todos, porque sobre todo los mayores tienen que esperar a que pasen los coches, pero somos como somos.
Es verdad, aquí la gente cruza por donde quiere, y muchos son encima gente mayor.
-Claro, si es lo que les digo yo, que ya no tenéis que ir a trabajar, qué prisa tenéis. Pero es que somos así.
Usted defiende que tenemos una asistencia a los mayores envidiable, pero en las residencias están inmersos en un conflicto importante con la Diputación. ¿Teme que podamos ir a peor?
-Parece que se está arreglando el tema, yo creo que es importante que lo solucionen porque en última instancia quienes sufren todo esto son los enfermos que están allí y no tienen culpa de nada. Por otro lado, los trabajadores de las residencias tienen que tener mucha profesionalidad porque cualquiera no aguanta a una persona mayor y más en esas condiciones. Tú puedes hacer una cosa para tu padre o tu madre, pero para hacerlo con otras personas hay que tener vocación.
¿Notaremos los ciudadanos de a pie la capitalidad gastronómica de Vitoria?
-Yo creo que puede beneficiar a la ciudad, en Vitoria se come bien, hay buenos restaurantes y siempre habrá gente que venga. Todo lo que sea atraer gente es bueno, hay que mirar por todos los sitios para ver cómo traer gente y que corra el dinero, porque aquí de lo que se trata es de que la economía se mueva.
Y en Vitoria no corre el dinero, ¿no?
No. Aquí últimamente me viene la gente diciendo que está manteniendo a sus hijos, que está con los nietos y no pueden venir a ayudar a Las Cuatro Torres, otros dicen que tenían cuatro duros y se los tienen que gastar en los hijos. Y encima aquí el 80% cobra pensiones bajas.
¿Y los mayores sienten, como se dice, que ya hemos tocado fondo?
-No sé, yo hasta que no lo veo no lo creo. Dicen, según oyes a los ministros, que esto poco a poco tiene mejorar, pero claro, es que ha caído tanto todo que no se puede levantar en dos días. Ojalá mañana se cortara el paro, porque los jóvenes son el futuro, y si tienen trabajo es bueno para ellos y también para los mayores. Además, hay una juventud muy preparada que está sin hacer nada y puede estar en cualquier puesto. Hay que darles paso, y la mayor que se vaya a su casa, y lo digo en todos los aspectos, en política, en empresas, en todo el mundo. Si esto sigue así podemos tener problemas para cobrar las pensiones, espero que no. Crisis ha habido siempre, pero en los años que tengo nunca he visto ninguna así. Ciclos ha habido, dos, tres años, pero es que ahora llevamos mucho tiempo y lo que nos queda. Esto va a ser muy poco a poco, está el problema de la construcción, se crearon muchos puestos de trabajo, había que amueblar la casa, había que poner la cocina... Nos va a costar mucho salir de ésta.
¿De verdad nunca ha visto nada así?
-No, la gente aguanta dos años, pero diez o doce... Yo soy de los que piensa que pasará mucho tiempo antes de volver a estar como estábamos.
Con esto de la crisis, y entiéndame, los mayores se han convertido en unos privilegiados. Como ya estaban acostumbrados a vivir con 700 euros...
-Efectivamente. A mí me hace gracia cuando la gente dice que no nos preocupemos porque cobramos, pero cuántos hay que cobran 500 o 600 euros, ¿se puede vivir con eso? Y gracias a los abuelos la juventud no se mueve, de momento comen, pero si no igual sí se movían.
Hay quien dice que no hay un estallido social, efectivamente, por los abuelos, pero también porque la economía sumergida mete dinero en la economía real.
-Nosotros vemos casas por ahí y hay mucha gente que trabaja y cobra ayudas. Hay que intentar quitar eso, y el que esté trabajando que no cobre. Luego está el que se va al paro porque dice que cobra más que lo que le ofrecen por ahí. Si rechazas un trabajo que te quiten la ayuda, las ayudas son para el que las necesita, y no para algunos que luego van por ahí con un Mercedes.
Estamos mal, pero lo que ha cambiado esto en cuarenta años, ¿no? Está ciudad se ha transformado completamente.
-Sí, pero todo el mundo trabajaba, cuando estaban las fábricas y talleres Vitoria era una cosa, ahora es otra. Había trabajo, estabas ocho horas en la fábrica y luego metías extras para tus gastillos, ha cambiado muchísimo.
¿La nueva estación de autobuses está donde debería?
-Donde habría estado bien es donde estaba, aquí (la sede de Las Cuatro Torres se ubica junto a la plaza del Artium, en la calle Prudencio María Verástegui). Queda un poco lejos donde está, pero en algún sitio había que hacerla, porque la verdad, no sé como en la de Los Herrán no hay más accidentes, yo paso todos los días y está todo lleno de autobuses, unos para acá y otros para allá. En cuanto a la ubicación de la nueva, ahí había un agujero muy grande que había que tapar. ¿Hubiese sido mejor esperar a que saliese el soterramiento? Pues quizá, pero con la crisis no ha podido ser.
Del soterramiento nos podemos ir olvidando.
Yo creo que se hará pero, ¿cuándo? Es mucho dinero y cuando no hay crisis no pasa nada, pero ahora es mejor que la gente pueda comer todos los días a hacer una obra, que igual que ha estado veinte años sin hacer puede estar veintidós.