Tiene 18 años recién estrenados y 75 euros bajo llave. Todo un botín que alimentan sin orden aparente su abuela y sus padres. Entre semana apenas gasta o eso dice en el aperitivo del patio. Los sábados, diez euros en salir con los amigos. Quince si el plan es fuera de Bilbao y hay que tirar de Barik. Los que van a discoteca se dejan de 8 a 14 en la entrada. Si necesita dinero para extras se lo pide a su madre y listo. Los chicos de su cuadrilla lo tienen más crudo. "A ellos les controlan más el dinero. Les dan 10 o 15 euros los viernes y se acabó". Ella nunca ha recibido "paga estable" ni la ha echado en falta. Vive, como muchos adolescentes, con la pulsera invisible del todo incluido en la muñeca. "No sé ni lo que me gasto", confiesa.
Tampoco los padres que viven con cierto desahogo y financian a sus hijos a demanda hacen cuentas. Si las hicieran, descubrirían que "de dos euros en dos euros los chavales de ocho años se gastan una pasta en chuches y los de once en adelante en el teléfono móvil". Así lo advierte Raúl de la Cruz, fundador de Keepunto, una plataforma de internet donde los chavales aprenden a administrar monedas virtuales que ellos mismos ganan superando retos, con el incentivo de poder canjearlas por productos reales. El objetivo, explica, es inculcarles la cultura del esfuerzo y promover su educación financiera. Algo de lo que carecen, a juzgar por los resultados del informe Adolescentes 2013: Hacia una correcta formación y autonomía en el consumo, elaborado por Keepunto y la Universidad Complutense de Madrid. El estudio, en el que han participado 802 adolescentes, 44 de ellos de Euskadi, concluye que la falta de una paga periódica impide a los chavales calcular sus gastos -siempre son mayores de lo que ellos creen- e imposibilita que se responsabilicen de su planificación y su ahorro. Además, la mayoría reciben aportaciones económicas sin realizar ninguna tarea a cambio e independientemente de su comportamiento, por lo que podrían deducir que es "algo natural que se merecen" simplemente por el hecho de ser hijos.
Partiendo de la base de que "ahora los niños y los adolescentes son muy sociables y tienen muchísimos gastos", Raúl de la Cruz aconseja enseñarles a gestionarlos. "Tienen que ser conscientes de cuánto van a querer gastar en las rebajas, de que vendrá el verano, los cumpleaños, el regalo de la novia...", enumera. Defensor de reinstaurar la paga, esboza cómo calcular su cuantía. "No es lo mismo una clase media acomodada que una media baja o un niño que vive en una ciudad que uno que vive en un pueblo. Lo que hay que hacer es hablar con los chavales y ajustar la paga a sus necesidades: sales tres veces, una vez al cine, las palomitas... No hay que cubrir todos esos gastos. Tiene que ajustarlos también a lo que nosotros podemos sufragar como salario, pero siempre que haya una correspondencia entre las tareas y la remuneración. Las nuevas generaciones están dispuestas a esforzarse, pero es que no se lo exigimos".