Vitoria. Una de las mayores lacras que todavía sufren las niñas y mujeres de muchos países en desarrollo es la mutilación genital femenina, más conocida como ablación. Esta práctica, realizada casi siempre sin las condiciones higiénicas adecuadas, la han sufrido ya, según diversas organizaciones, 130 millones de niñas y mujeres en el mundo. "Sólo con prevención podremos reducir estas prácticas; con medidas policiales no se conseguirá erradicarlas", explica a DNA Adriana Kaplan, profesora de Antropología Social y Cultura de la Universidad Autónoma de Barcelona.
¿Se detectan muchos casos en Euskadi de niñas que han padecido la ablación?
La población de mujeres de países con esa práctica ancestral va en aumento. En Euskadi, al no tener un volumen de migración como en Cataluña, se está en el momento idóneo para trabajar contra la práctica. En el País Vasco sí hay una población de mujeres que vienen mutiladas sexualmente y que empiezan a tener aquí hijos e hijas. Lo que se desea es trabajar con esas madres para evitar que la mutilación se reproduzca en sus hijas.
¿A qué edad son 'intervenidas'?
De pequeñitas, desde los siete días hasta justo antes de la pubertad.
¿Quién les realiza la ablación?
Las abuelas las cogen y se las llevan al bosque. En Egipto lo hacen los barberos... Depende de la etnia.
¿Por qué se interesó por el tema?
Cuando viví en África me encontré con el ritual y pensé que era algo que estudiaba, pero vi que era algo vivo, con mucho arraigo. Ya trabajaba en Cataluña en temas de planificación familiar con inmigrantes y en los países de origen. Desde el año 89 trabajo para erradicar esta lacra.
¿En qué zonas de África?
En Senegal, Gambia, Guinea Bissau. Todo ello con el apoyo de la Universidad Autónoma de Barcelona que ha creado la ONG Wassu Gambia Kafo cuyo foco de actuación es la salud y la educación, principalmente en la Universidad de Gambia.
¿En qué culturas se da la ablación?
Es una práctica preislámica también presente en las cultura musulmana, en cristianas coptas... Se extiende en 28 países de África subsahariana. La prevalencia varía por etnias. En Egipto, la ablación se da en el 98% de las niñas; en Guinea llega al 93%, pero hay zonas con el 25%.
¿El nivel cultural influye?
Según los países. En Sierra Leona, con una universidad de referencia de África occidental, el 96% de las mujeres están mutiladas. Tiene mucho que ver con acceder a la sociedad secreta de las mujeres. Es un privilegio el poder estar marcada. El nivel cultural no afecta, pero a medida que las niñas vayan a la escuela, puedan posicionarse y decidir por ellas mismas, posiblemente no se evite su mutilación, pero cuando ellas sean madres no lo permitirán.
¿Y en Cataluña?
Ha habido casos. Hay sanitarios a los que se les plantea un gran dilema. Si no se ha hecho un trabajo de prevención y ven a las niñas mutiladas, su obligación es denunciar. Pero si lo hacen sus padres van a la cárcel y las pequeñas a un centro de menores. Con lo cual las niñas son doblemente víctimas: de la tradición ya que están cortadas, y de la ley que les aparta de su familia. En Cataluña nos encontramos con auténticas barbaridades.
¿Cuáles?
La Policía va persiguiendo a las familias, retirando pasaportes para que las niñas no puedan viajar a sus países de origen hasta que tengan 18 años. Además tienen que pasar controles genitales hasta la mayoría de edad. Con esto están conculcando el derecho a la libre circulación y el derecho a la intimidad de la menor.
¿Qué solución propone usted?
Un trabajo de prevención, como el que pone en marcha el Ayuntamiento de Bilbao y por el que también se ha interesado el de Gasteiz, en salud desde los médicos de primaria, trabajo social y educación. Los profesionales que están en contacto con las familias son los que posibilitan la prevención. Se puede hacer un trabajo preventivo a lo largo de la vida y no in extremis cuando está a punto de viajar y le quitan el pasaporte.
No se trata de penalizar entonces.
El camino frente a la mutilación genital es la prevención. No se trata de penalizar ni sus orígenes ni su cultura. Las madres que permiten que sus hijas sean mutiladas sexualmente no son malas, sino que participan de unos valores culturales que nosotros entendemos que hay que reflexionar sobre ellos.
¿La ley no cambia esta realidad?
La ablación es una tradición ancestral, la ley no varia la realidad de esta práctica. Llevamos 30 años trabajando en este tema y la prevalencia de las prácticas no han bajado. Habrá que revisar qué se está haciendo mal.
¿Tal vez poca prevención?
En Cataluña, cuando se ha formado a los médicos de AP, a los de trabajo social y educación en prevención con las familias, el cien por cien de las niñas que han viajado a sus países de origen, a la vuelta vuelven intactas...