Donostia. ¿El ser humano es malo por naturaleza?
Somos agresivos y podemos ser violentos. El concepto de violencia es la agresividad usada malintencionadamente. La educación, la cultura y las relaciones nos modulan y nos impiden hacer más barbaridades...
Por su trabajo ha podido conocer unas cuantas...
Sí. Por naturaleza somos agresivos, y pienso que los conflictos no van a desaparecer nunca. No tenemos la educación y formación adecuada para saber atender los conflictos sin tener que llegar al uso de la violencia. No nos lo han enseñado ni en la familia ni en el colegio. No nos han enseñado a resolver los conflictos...
¿Nunca hemos recibido esa lección?
Jamás. Actuamos por imitación, y por eso nos convertimos en violentos. Jamás nos han formado en ello. No contamos con una asignatura que nos explique estas cosas.
¿Qué asignatura crearía usted?
Una materia en la que estuviera incluida la civilidad, derechos y obligaciones. Cuando uno ve iniciativas como la que han presentado los jueces recientemente en la Audiencia de Gipuzkoa para resolver conflictos mediante la mediación, se advierte que es una herramienta totalmente necesaria. Es algo que hace falta en las relaciones personales y a diario. Los seres humanos complicamos las cosas innecesariamente. Hacemos trascendentales cosas de la vida que son ordinarias...
¿A qué se refiere?
A qué podemos discutir a propósito de la existencia de Dios o a propósito de cuál es la religión más válida. Los animales no complican tanto su propia existencia como nosotros. Complicamos las cosas hasta tal punto que nuestra agresividad se transforma en violencia.
Usted conoce bien los efectos de esa violencia... ¿Cuál es el secreto para mantener durante tantos años la misma ilusión en su trabajo?
Soy un privilegiado porque gracias a mi disponibilidad de tiempo tengo la posibilidad de dedicarme a estas cuestiones. Tengo la oportunidad de dedicarme a una disciplina que me gusta, no me cansa, y ni mucho menos me ha saturado.
¿No tuvo momentos de debilidad en el caso Lasa y Zabala?
Hubo momentos en los que me sentí protegido, pero también otros en los que esa cobertura no era suficiente. Precisamente por eso, a pesar de que algunos me pueden reconocer cierto mérito, no fui suficientemente enérgico en contra de las torturas. No puedo echar la culpa a otros y eludir mi responsabilidad.
¿Cuál es el reto más atractivo que le aguarda?
El reto que más me atrae es seguir dando clases a esos alumnos que te miran con ojos como platos y son los que potencialmente nos reemplazarán en el futuro.