MUCHAS comunidades de vecinos son una pesadilla y muchos portales esconden dramas insospechados. Solo hay que ver las notas que aparecen en la escalera. Notas donde abroncan a otros por tener relaciones sexuales con demasiados decibelios, avisos donde se advierte de que habrá una fiesta en el 4ºC y que se abstengan de hacer ruido, papeles donde llaman guarro de mil formas posibles al vecino que no recoge las necesidades de su perro etc... Como muestra un botón: "La que está toda la noche con tacones dando por culo, a ver si tiene dos dedos de frente y se pone chanclas". O dos: "La persona (por llamarla de alguna manera) que ralla las etiquetas del ascensor, que se ralle las pelotas a ver si le gusta más". Una colección de carteles fotografiados en portales y rellanos que ha visto la luz en el libro Drama en el portal, publicado por la editorial Caramba.

Las notas protestan porque hay vecinos que orinan en las puertas, que tiran las bolsas de basura por la ventana y se quedan en los árboles, que almacenan carros del mercao dona (sic) en el garaje, que roban cempudos (literal), o que hacen ruido al practicar sexo de madrugada o al tocar la guitarra, siempre la misma canción por supuesto...

"Lo que aparece en las notas son las quejas que todos hemos querido expresar alguna vez porque un vecino ha puesto una lavadora fuera de hora o porque ha hecho una fiesta hasta las tantas de la madrugada y se ha pasado". "Pero creo que solo se ha visto la punta del iceberg de lo que circula por ahí. Además tienen una doble vertiente. Por un lado, escribir una burrada y abroncar al vecino es un gesto valiente, y por otra parte, resulta cobarde porque evita dar la cara", dice Miguel, un profesor gallego alma mater del blog El Hematocrítico, que ha sido el encargado de recoger esta retahíla de insultos, ironías, amenazas y hasta delitos. Este maestro ha captado el interés por compartir los eternos conflictos y las excentricidades de los patios de vecinos y ha convertido esta idea en un auténtico éxito.

Un libro amenizado por "cacas, desperfectos, mascotas, ruido, sexo y fluidos corporales, entre otros habituales de toda historia de convivencia que merezca la pena ser contada", como recoge la publicación ilustrada por Mauro Entrialgo y con prólogo de Raúl Minchinela.

En el blog ya se han colgado más de trescientas notas y cuando su autor pensaba que nunca encontraría ya cosas nuevas ni jugosas, aún le llueven sorpresas. "Esta semana ha habido una señora que decía que le habían robado un bañador del tendedero y que iba a rezar para que le entrara al ladrón un cáncer. Ese es un matiz nuevo que te hace perder definitivamente la fe en el ser humano". indica.

intrigas y catástrofes No en vano, se trata de una galería de historias vecinales que dibujan los entresijos cotidianos y reales de la España más rancia y cañí; violencia, miedo, machismo, racismo, cabreo congénito? Intrigas de patio de escalera y catástrofes de andar por casa. Porque la mala leche no sabe de autonomías y no hay una zona especial donde sus habitantes destilen más mala baba. "Cuando la gente me envía las notas vía internet nunca pregunto de dónde me las mandan. No tengo un estudio geográfico para asociar cada nota con una zona pero tengo la impresión de que aquí no se salva nadie, toda la geografía es una amalgama de despropósitos", dice este profesor, que tampoco ha dibujado un retrato robot del vecino puñetero. "El vecino tocapelotas puede ser cualquiera de nosotros llevado hasta el punto de no retorno. Cuando ya no puedes más y decides expresar tu ira o tu cabreo con este tipo de notas".

Lo que es una evidencia científica es que es un fenómeno atribuible a las comunidades numerosas. "Cuanto más grande es un portal, más posibilidades hay de encontrar perlas de estas características porque el anonimato es clave", explica Miguel. "Algo que me gusta es que no puedes saber lo que ocurre antes ni después. La nota es un momento que queda colgado en el tiempo pero luego, no ves si el vecino fue realmente apaleado o si se entregó el señor que se hizo caca en el ascensor. Y sobre todo, lo mejor, es que es un proyecto comunitario, algo que a la gente le gusta compartir y enseñar porque el efecto acumulativo de todas esas animaladas juntas es letal", dice Miguel, no sin cierta sorna, su especialidad.