NEKANE LAUZIRIKA
La bipolaridad es una enfermedad psiquiátrica grave, episódica, crónica y recurrente, aunque no debe relacionarse con actitudes violentas. El que en los últimos tiempos una larga lista de famosos -Catherine Zeta-Jones, Mel Gibson, Demi Lobato, Britney Spears o Sting...- hayan reconocido públicamente su dolencia ha contribuido a fomentar una percepción distinta de la patología y, lo principal, a desigmatizarla.
El trastorno bipolar interfiere de forma significativa en la vida cotidiana del paciente y en su entorno, y tiene una importante repercusión en su salud, relaciones personales, funcionamiento y calidad de vida. Las separaciones y los conflictos de pareja, la pérdida del puesto de trabajo o la ruina empresarial son consecuencias comunes de esta enfermedad.
Se estima que en el Estado español afecta a unas 950.000 personas y a cuatro millones en Europa, erigiéndose en la sexta causa de discapacidad en el mundo. La incidencia de la patología es similar en ambos sexos y la edad media el inicio se sitúa en los 25 años.
En cuanto a la forma de inicio de la patología, es más probable que los varones comiencen con un episodio maníaco y las mujeres con un episodio depresivo.
Si bien es cierto que películas como El lado bueno de las cosas, donde el macizo de turno (Bradley Cooper) encarna a un enfermo bipolar recién salido de un hospital psiquiátrico que vuelve a casa con sus padres (Robert De Niro y Jacki Weaver) y series como Homeland están ayudando a visibilizar esta grave dolencia, los psiquiatras creen que aún queda mucho camino por recorrer para normalizarla. A pesar de la creencia popular , "es más fácil que los pacientes bipolares sean víctimas que agresores. Sigue siendo todavía una enfermedad muy desconocida entre la población", reconoce la doctora Ana González-Pinto, responsable de psiquiatría clínica del Hospital Santiago Apostos de Gasteiz.
El diagnóstico acertado y a tiempo continúa siendo una de las asignaturas pendientes en el abordaje de esta enfermedad, cuyas causas son una combinación de factores genético y ambientales, tal y como indicaron los especialistas en psiquiatría en el XII Seminario Lundbeck, celebrado bajo el título: Trastorno bipolar: ánimo sin control. Más del 50% de los pacientes que padecen esta enfermedad mental lo desconocen, además el 30% de los jóvenes diagnosticados por depresión padecen trastorno bipolar. Además, entre los trastornos más frecuentes asociados a la bipolaridad se encuentran, "desde el punto de vista psiquiátrico los relativos a la ansiedad y los provocados por el uso de sustancias; y desde el punto de vista orgánico, el síndrome metabólico, y las alteraciones tiroideas", añade didácticamente la especialista González-Pinto.
La bipolaridad provoca cambios desproporcionados de humor con episodios maníacos en los que el paciente se siente eufórico y es capaz de cualquier cosa. "Las contradicciones en los estados de ánimo son brutales. Se pasa de estar exultantes a la apatía y a una profunda tristeza y estados mixtos, en los cuales se combinan distintos estados de ánimo", añade González-Pinto.
El trastorno bipolar puede rebajar la esperanza de vida entre 13 y 30 años, no solo por suicidios o accidentes, sino también por causas naturales derivadas de los problemas cardiovasculares y endocrino-metabólicos que son más prevalentes en estos pacientes que en la población general. "Una vez que se acepta la dolencia y que el tratamiento puede ayudar a mantener al paciente estable hay que luchar contra los posibles efectos secundarios de la terapia que llevan a suprimir o reducir dosis por propia iniciativa con el consiguiente riesgo. Los fármacos de que disponemos actualmente son afortunadamente cada vez son mejores", sentencia la doctora González-Pinto.
El abuso de drogas y alcohol también son fieles acompañantes de estas personas que consumen estas sustancias hasta un 40% más que la población general. Al margen de la gravedad de estas cifras, según la especialista del hospital alavés actualmente en el Estado los pacientes tardan en ser diagnosticados correctamente cinco años de media.
Del mismo modo que ocurre con otras patologías crónicas como la diabetes o la hipertensión donde se acepta el tratamiento continuado en el tiempo para lograr su correcto control y disfrutar, de este modo, de una mejor calidad de vida, en la bipolaridad hay que lograr normalizar el hecho de tener que llevar a cabo un tratamiento de mantenimiento.
"El cumplimiento o adherencia al tratamiento no es sencillo de alcanzar como lo demuestra el hecho de que, en mayor o menor medida, la mitad de los pacientes no va a realizar el tratamiento de la forma prescrita". ¿Cuál es el motivo? "Porque cuesta asumir la enfermedad y esto es común a todas las patologías y no solo las mentales, aunque éstas se asocian al estigma que dificulta que una persona acepte que la padece", añade el doctor José Manuel Montes, jefe de Sección de Psiquiatría del Hospital Universitario de Sureste de Madrid. Hasta un tercio de los pacientes puede mantenerse sin recaídas durante largos periodos de tiempo y llevar una vida normalizada. En el otro extremo se encuentra un 5-10% de los pacientes que presenta recaídas frecuentes. "Lo importante es saber que se pueden hacer muchas cosas para influir positivamente en la evolución de la enfermedad, como realizar bien el cumplimiento terapéutico, seguir las recomendaciones de su psiquiatra, evitar factores de riesgo", añadió Gónzalez- Pinto. En esta línea, la experta en psicología clínica del Clinic de Barcelona, Anabel Martínez Arán, aseguró que es clave en los pacientes prevenir las recaídas, ya que tienen un efecto tóxico para el cerebro.