Donostia. ¿Se puede decir, a rasgos generales, que el euskera goza de buena salud o es una afirmación demasiado ambiciosa?
En su condición de lengua minorizada, la situación no es mala. Es decir, dentro de las lenguas no mayoritarias, tiene una posición esperanzadora, pero no es una situación normal, ni mucho menos. No es una lengua normalizada ni mayoritaria, sino que tiene que estar en cuidados intensivos.
¿Es tan grave?
O, al menos, en observación continua, por suavizar el término.
En este estudio se pone de relevancia tanto el papel de la familia como el de la escuela para la transmisión del euskera y la adquisición de la competencia lingüística. ¿Qué importancia tienen cada uno?
Ambos son muy importantes: la familia y el sistema educativo, y además la red de relaciones laborales, de amistades, etcétera. En el caso de la familia y el sistema educativo, digamos que tienen distinta importancia. La familia proporciona un conocimiento más sólido, en el sentido en que muchas funciones de la lengua se trabajan en familia y no pueden ser cultivadas en el sistema educativo, por ejemplo, a nivel emocional o a nivel íntimo o cotidiano. El sistema educativo trabaja muy poco o nada esas funciones. Sin embargo, el sí que proporciona una formación más sólida en contenidos formales, en competencias escritas y leídas, mientras que en la familia las competencias son mucho más orales. Lo bueno es que se refuercen unas y otras, porque eso sí permite que la persona bilingüe tenga unas competencias mucho más completas.
Quizá en los últimos años se ha puesto más el acento en el ámbito educativo, que en la familia.
Sí, eso es así cuantitativamente, porque el número de familias competentes para transmitir el euskera son pocas relativamente. La mayoría de las familias de la CAV no saben euskera, de ahí la importancia del sistema educativo, porque transmite un tipo de competencia lingüística en euskera, aunque sea limitado. Claro que el sistema educativo tiene mucha importancia en las últimas décadas, porque ha sido una aportación fundamental, ya que si no, la transmisión familiar hubiese sido cuantitativamente muy reducida. Además, como les pasa a muchos euskaldunzaharras, no hubiesen podido tener una competencia lingüística escrita.
Pero entre las familias no euskaldunes hay una tendencia en la que se ha delegado en la escuela el papel de euskaldunizar a los hijos desentendiéndose, a veces, de su propia responsabilidad. ¿No es un error?
Es correcta la lectura. Muchas familias, con buena intención, dicen: No, si mi hijo ya va a la ikastola, ya sabe euskera... Eso siendo cierto en buena parte, no acaba de ser del todo cierto por lo que decíamos antes, en esos entornos no se pueden adquirir todas las competencias necesarias en una lengua, y además el peligro que se corre es que las chicas y los chicos identifiquen el euskera solo con el ámbito educativo. Además, una lengua viva tiene que ser capaz de ser utilizada en otros entornos y, para suplir esa carencia, sí que es muy importante que, cuando las familias no pueden transmitir o reforzar directamente esa competencia lingüística, esa vivencia en euskera, lleven a los hijos e hijas a actividades fuera del entorno escolar que se realicen en euskera. De esa forma, sí que se pueden suplir las carencias de transmisión a nivel familiar, pero es importante que las familias las conozca y sepan cómo complementarlas. La fórmula es esa, actividades de todo tipo en euskera fuera del entorno escolar.
En la actualidad, por el modo de vida que tenemos, muchos niños pasan una buena parte de su tiempo, en lugar de con sus padres, con sus abuelos. ¿Cambia, de algún modo, la transmisión familiar del euskera?
Esa relación intergeneracional puede ser muy rica en el caso de que los abuelos sepan euskera, y puedan suplir las carencias que tengan los padres. También siendo conscientes de ellos. Además, la convivencia entre generaciones dispares es enriquecedora en sí, y a nivel lingüístico puede ser importante. Hay que tener conciencia de ello y saber que eso puede ser así. Y sí, para los abuelos es muy grato saber que pueden aportar algo a la educación del hijo. Es muy interesante.
En el estudio se incide en que para una buena transmisión del euskera en el entorno familiar no es suficiente con que haya un bilingüismo, sino que el euskera tiene que ser la lengua dominante entre los padres. Eso es. Sobre el papel, en abstracto, si la familia es bilingüe en el uso diario, también las hijas e hijos serán bilingües. Por ejemplo, los niños que van a un modelo D de inmersión en euskera, si la familia no lo habla, el tiempo que solamente tienen en euskera del que pasan despiertos a lo largo del año es solamente el 14%. Esto quiere decir que el 86% restante normalmente lo viven en castellano, con lo que hay un desequilibrio tremendo. Si la familia es bilingüe, lo más probable es que el uso del castellano también sea bastante intenso, porque si un padre o madre no sabe euskera, al fin y al cabo, muchas de las conversaciones de la familia serán en castellano y eso no sirve para compensar ese 14%-86%, incluso se sigue reforzando la mayor presencia del castellano en esas familias bilingües, salvo que sean consciente de ellos y busquen mecanismos de compensación: lo que decíamos antes, reforzar toda la vivencia de los hijos en euskera fuera del ámbito escolar. Entonces sí, puede ser un aporte las familias bilingües y es interesante que cuando solo uno de los miembros de la familia puede transmitir en euskera, se haga ese esfuerzo. Porque sería más cómodo para todos hablar solo en castellano.
Por desgracia, en nuestro contexto siempre es más cómodo.
Claro, ese es el gran peligro, el dejarse llevar por la comodidad, y además la condición de lengua minorizada, tanto en el ámbito familiar, como en el resto de ámbitos, necesita de estímulos y de refuerzos especiales, si no, el futuro puede ser muy precario.
Patxi Baztarrika hacía una afirmación extrema en este sentido al decir que la supremacía social del castellano podía llevar al euskera a una situación residual. ¿Está de acuerdo?
Yo creo que es una afirmación alarmante, pero realista. Por todo lo que estamos comentando. De hecho, tenemos la experiencia de 30 años con un sistema educativo, con un modelo autonómico que reconoce un marco de oficialidad bastante importante, etcétera...; y, sin embargo, no se ha dado una vuelta a la situación, ni mucho menos el euskera ha llegado a estar normalizado. En cualquier situación social cotidiana, los euskaldunes que nos queremos desenvolver en euskera tenemos dificultades para hacerlo, bien sea en el gremio de la restauración, bien en el comercio, en la industria, en la sanidad, en la justicia o en el tiempo libre: a ver qué películas podemos ir a elegir en euskera; o en los medios de comunicación. La situación después de 30 años de esfuerzos está muy lejos de ser normalizada, y eso nos tiene que llevar a esa consecuencia que mencionaba Patxi Baztarrika: se pueden seguir haciendo esfuerzos, pero todavía se dista mucho de que el futuro esté asegurado, y los riesgos son evidentes. Lo que pasa es que hemos vivido un poco, como decíamos antes, pensando que ya van los niños (a la ikastola) y así aprenden y pensábamos que era suficiente, pero eso es necesario, pero no suficiente. El aprendizaje, además, quizá no sea completo si no está apoyado por otros entornos fuera del sistema educativo. Son muchas las carencias que se pueden estar dando en estos intentos de normalización y hay que ser conscientes para poder hacerles frente.
¿Cómo?
Es fundamental crear entornos de uso y eso hay que planificarlo. Hablábamos de medios de comunicación, del sistema judicial, del tiempo libre, del deporte, de la hostelería... ¿Cómo vamos avanzando en esos entornos? ¿Qué medidas debemos de tomar para que si voy a un restaurante la carta pueda estar en euskera y en castellano? Eso es lo que hay que reflexionar y planificar, e ir buscando acuerdos para poder ir avanzando en todos esos frentes.
¿Hasta ahora no nos hemos centrado demasiado en las cifras en lugar de, por ejemplo, mejorar la salud de esas comunidades lingüísticas que ya existen, es decir, dar el salto al ámbito cualitativo?
Es un salto cualitativo y cuantitativo. Sí que es cualitativo en el sentido de abrirse a nuevos entornos, nuevos planteamientos, pero luego también hay que hacer un seguimiento de ello y ver hasta qué punto se va avanzando. Si no tenemos elementos objetivables, nos movemos en el yo creo qué y tu crees qué, y no podemos saber si estamos más cerca de la botella medio vacía o medio llena. Sí que hacen falta referencias objetivables sin estar cegadas por ellas, planteamientos cualitativos, reflexión y valoraciones cualitativas, pero también los elementos cuantitativos. Por ejemplo, saber que en la educación el ochenta y tantos por ciento está siguiendo un modelo de inmersión en euskera es conveniente. Pero también es importante saber cuál es el nivel de bilingüismo que tienen las personas, y eso es más cualitativo. Por ejemplo, ahí hay un desequilibrio, porque la mayor parte de las personas bilingües actuales dominan mejor el castellano que el euskera, y eso no es bueno, porque no somos en realidad bilingües competentes.
¿Pero cómo llegar a ese bilingüismo competente?
Es sencillo: uso. No tenemos esa reflexión hecha, pero es lo que hay que socializar y extender. Para empezar, tenemos que reconocer nuestra limitación en esa lengua y no: Yo ya sé. ¿Pero cómo sé comparado con la otra lengua que sé muy bien? Y seguramente la respuesta en muchos casos será: Yo sí sé, pero sé peor. Por tanto, la siguiente pregunta es la que tú has hecho: ¿Cómo se soluciona? La respuesta es sencilla: usando. Buscando entornos de uso, pidiendo que se hagan y participando de ellos.