"el verdadero bilingüismo hoy es todavía un objetivo, no una realidad", afirmaba esta misma semana el viceconsejero de Política Lingüística, Patxi Baztarrika, durante la presentación del estudio El euskera en la CAPV: competencia, uso y opinión. Análisis y reflexiones. Un estudio que, a diferencia de otros, no ha recogido información para presentarla de manera descriptiva, sino que "se ha hecho un análisis estadístico de la relación de múltiples variables (en torno a la competencia, al uso y a la opinión del euskera) que ya existían en la información previa (la encuesta realizada en 2011 por el Gabinete de Prospección Sociológica del Gobierno Vasco", explica su autor, el sociólogo Iñaki Martínez de Luna.

Competencia lingüística

Familias euskaldunes, hijos más competentes

Partiendo de los datos de dicha encuesta, en los que se establece que un 37% de la población vasca habla bien o bastante bien euskera y que un 24% tiene algún conocimiento, el estudio concluye que el contexto sociolingüístico (entornos de uso de la lengua como la familia, el trabajo o el grupo de amigos) es el elemento más vinculado a la adquisición de la competencia oral.

"Una papel relevante" juegan también los agentes de transmisión (progenitores, escuela y aprendizaje fuera de la escuela), aunque "inferior a los entornos de uso". En un segundo plano quedan, por un lado, las variables sociodemográficas y las actitudes y opiniones, mientras que la ideología o la identidad política "no manifiestan relación con la competencia lingüística".

Más concretamente, la lengua dominante en los progenitores aparece fuertemente asociada, tanto a las competencias lingüística activas en euskera (hablar y escribir), como a las pasivas (entender y leer) que presentan sus descendientes.

De esta forma, el informe manifiesta que "aquellas personas cuyos progenitores no tienen una lengua dominante clara -familias bilingües en las que uno de los progenitores habla euskera- alcanzarán unos estándares de competencia en las cuatro destrezas más reducidos que en el caso de las familias con dominio del euskera". Por ejemplo, la comprensión de la lengua de los hijos en una familia euskaldun es del 93,5% frente al 67,3% de un entorno bilingüe. Respecto al habla, las diferencias son del 91,8% de una familia euskaldun al 58,0% de una bilingüe. No obstante, las destrezas de leer y escribir son relativamente más autónomas en relación a la transmisión familiar.

En el caso de quienes tienen progenitores cuya lengua dominante es el castellano, los niveles alcanzados en euskera para las cuatro competencias, según el estudio, "son modestos, con resultados más bajos en la competencia oral suficiente para llegar a ser bilingüe".

De hecho, incluso aunque el modelo lingüístico que cursen los hijos de una familia euskaldun sea el castellano, el hecho de vivir en un entorno familiar donde predomina la lengua vasca asegura que los hijos adquieran "una competencia lingüística suficiente en la lengua", ya que apenas hay cinco puntos de diferencia entre la competencia oral que muestran los hijos de euskaldunes (92%) que estudian en un modelo lingüístico cualquiera y entre aquellos que estudian en castellano (87%). "Si la lengua dominante de los padres es el euskera, la misma actúa como agente muy eficaz para la transmisión lingüística", señala el estudio.

Por el contrario, "el modelo bilingüe no garantiza en muchos casos una suficiente transmisión de las destrezas en euskera, tanto más si se tiene en cuenta que algunas de tales personas habrán tenido el euskera como lengua de familia".

Donde son más competentes los modelos educativos bilingües y castellano es en proporcionar competencias lingüísticas destinadas al "uso más formal o técnico de la lengua, que para desenvolverse en las situaciones comunicativas más cotidianas". Por tanto, para conseguir un bilingüismo equilibrado han de darse dos condiciones, según apunta, "cursar los estudios en euskera y, además, su transmisión familiar -sola o junto al castellano-".

uso

Primacía del castellano

"Aunque la transmisión de una lengua es condición sine qua non para su supervivencia, ello no es suficiente para que esa lengua perviva en condiciones dignas. La clave fundamental es su uso", recalca el informe que firma Martínez de Luna. A la hora de explicar el uso del euskera, este se da, como concluye el documento, "entre quienes, más allá de la familia, participan simultáneamente de un entorno social en el que el euskera es habitual y en el que, al mismo tiempo, destacan las actitudes y opiniones positivas hacia tal lengua". Pero el uso lingüístico en el ámbito familiar, sobre todo de los jóvenes, "no depende fundamentalmente de su propia competencia, sino de las condiciones lingüísticas imperantes en la familia". En este sentido, se advierte de "la limitación que tiene el aprendizaje de euskera a la hora de convertirse en lengua de uso si se carece de un entorno familiar y social para hablarlo".

Con todo esto, los límites que encuentra el euskera a su paso son, por un lado, que el bilingüismo social (la existencia de dos lenguas en un mismo espacio geográfico) es "desequilibrado (solo una parte minoritaria puede hablar las dos lenguas oficiales, mientras que la mayoría solo sabe el castellano". La consecuencia es clara: se "limita el derecho de los hablantes a elegir la lengua de uso". Por otro lado, según la lectura del estudio, "predomina el bilingüismo individual desequilibrado, es decir, una elevada proporción de bilingües tiene mayor facilidad en castellano que en euskera y la tendencia espontánea de uso se inclina hacia la lengua que resulta más sencilla".

Lo que se deriva de estas situaciones es que, bien "los bilingües pueden sentirse limitados para ejercer su derecho a la lengua porque alguno o todos sus interlocutores lo desconocen", mientras que los "monolingües pueden sentirse discriminados en ciertas situaciones cuando las mismas requieran un nivel de competencia en euskera".

Por todo ello, "es necesario", recalca el estudio, "crear y mantener las condiciones a nivel individual y social más favorables al euskera" para lograr tanto un bilingüismo individual como social equilibrados.