Y Soria reincidió, al menos públicamente. En privado hace ya tiempo que ha claudicado ante el poderoso lobby eléctrico, cuyos extensos tentáculos continúan defendiendo la necesidad de mantener la actividad nuclear del país. La presión que en los últimos meses han realizado Iberdrola y Endesa en este contexto -ambas conforman el accionariado de Nuclenor, compañía que controlan a partes iguales y que explota la central burgalesa de Santa María de Garoña, a escasos 50 kilómetros de Vitoria- logró ayer su cometido cuando José Manuel Soria, el ministro del ramo, se mojó al respecto con carácter oficial una vez más. Consideró el gestor popular "una buena noticia" la solicitud del pasado jueves de una prórroga de un año por parte de Nuclenor para continuar con la actividad de la central atómica, cuya fecha de caducidad estaba fijada para el próximo 6 de julio tras cuatro décadas de polémica actividad. La fecha en cuestión la marcó hace cuatro años el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, cuando prorrogó el permiso del recinto eléctrico para poner fin a una patata caliente dentro del sector energético español.

Ésa era la hoja de ruta diseñada. Y así adquirió rango oficial cuando una Orden Ministerial del 29 de junio de 2012 fijó en sesión parlamentaria el cierre definitivo de Garoña. El lobby eléctrico, entonces, no dijo su última palabra, una actitud tan sospechosa y preocupante que despertó no pocos recelos. Fundados ahora con su jugada de la semana pasada, que demuestra con perspectiva que Nuclenor nunca estuvo dispuesta a desprenderse de un negocio que cada año le reporta pingües beneficios. Un negocio con el que una vez más se he llevado por delante al propio Gobierno, a la oposición, a los movimientos ecologistas y a la propia ciudadanía con su polémico reivindicación de la semana pasada. Un permiso para seguir manteniendo abierta durante un año la central aunque ésta no opere ni produzca un solo vatio de electricidad. Una decisión para ganar tiempo, denuncian ecologistas como Carlos Bravo, a la espera de que el Gobierno redacte la nueva ley que regule el mapa energético nacional y que, previsiblemente, abogará por la continuidad de centrales como la de Garoña durante varias décadas más.

El posicionamiento a favor de la energía atómica de Soria se produjo ayer tras la Conferencia Sectorial de Energía celebrada en la sede del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, en un encuentro con los medios donde no hubo margen para la sorpresa. El titular de Industria destacó que la posición del Gobierno (PP) siempre ha sido "muy clara" respecto a este asunto, mostrándose después a favor de la prórroga en la explotación de los reactores nucleares siempre y cuando a ojos del Consejo de Seguridad Nuclear se cumplan todas las garantías. En esta línea, el ministro se mostró partidario de no infrautilizar ningún tipo de tecnología y energía que esté instalada, "desde luego tampoco la nuclear", y pidió cautela a su Gobierno a la espera de conocer el informe definitivo que el pleno del CSN resolvía ayer en un consejo extraordinario y que previsiblemente verá la luz mañana.

crítica de equo

¿A qué juega Nuclenor?

Mientras tanto, y al igual que ocurrió el pasado viernes nada más conocerse las intenciones de Nuclenor, el reguero de reacciones contrarias a la propuesta continuó ayer de la mano de formaciones políticas del ámbito nacional como Equo, cuyo coportavoz, Juan López Uralde, pidió al CSN que no ceda a las "presiones" de la industria eléctrica y deniegue la prórroga de su licencia de explotación. Recordó esta formación que Garoña "ya debería estar cerrada" tras 40 años de actividad y lamentó no saber muy bien "a qué juega Nuclenor pidiendo esta prórroga fuera de plazo para mantenerla sin producir electricidad, en parada fría". Tras recordar que con la antigüedad aumenta la peligrosidad de una central, López Uralde reclamó una vez más el cierre paulatino no ya de la propia central burgalesa sino del resto que conforman el mapa nuclear español.

Ecologistas, vecinos y políticos críticos como Equo alimentan estos días el escenario nuclear amparándose en hechos como el de la propia central, que lleva sin producir electricidad desde el pasado 16 de diciembre, cuando se desacopló de la red eléctrica. "Es una prueba clara de que no la necesitamos y que, por tanto, la posible decisión de prorrogar su explotación obedece exclusivamente a intereses empresariales, no sociales", insisten en la plataforma Álava sin Garoña.

indiferencia en

Valdegovía y Lantarón

La beligerancia en los mensajes contrarios con Garoña no parece ser la misma entre los vecinos que se supone son los más afectados por su proximidad con la central. En Lantaron y Valdegovía, además de en sus 40 entidades locales menores, la sensación suena más a indiferencia que a crítica, entre otras cosas, como recordaba ayer una vecina de Salcedo, a escasos cinco kilómetros de Miranda, "porque siempre hemos sido un cero a la izquierda, siempre utilizados por políticos y empresas porque nunca nuestra opinión ha contado, ni para bien ni para mal". Otra buena ración de indiferencia se obtiene si uno sondea la opinión de los presidentes de Junta de Barrio o Nograro. "Aquí ya vive muy poca gente y además están jubilados; la noticia apenas ha motivado una reacción", sugiere Julián Herrán, alcalde pedáneo de este pueblo. Así están las cosas.

Al margen del debate nuclear, la comparecencia del ministro Soria también tuvo su dosis de fracking, polémica técnica de extracción de gas esquisto a través de fracturación hidráulica que también el Gobierno del PP está dispuesto a explotar a pesar de la férrea corriente contraria a este método. Soria señaló al respecto el apoyo recibido en Conferencia Sectorial por todas las comunidades autónomas, "con una sola excepción", a esta técnica y subrayó que el Ejecutivo no comparte la petición de Andalucía de una moratoria para su aplicación. "No la compartimos. De hecho, hay una declaración del comisario europeo (Günther) Ottinger donde establece que no podemos renunciar a este tipo de tecnología en exploración de hidrocarburos. Lo que está ocurriendo es un cambio en la geopolítica mundial de la energía, teniendo en cuenta que desde hace cinco años Estados Unidos está con este tipo de tecnología cambiando su situación de dependencia de vulnerabilidad respecto a las importaciones, siendo cada vez menos dependiente de ellas", dijo. De esta manera, Soria consideró que renunciar a la técnica del fracking "es un lujo que en estos momentos no se puede permitir", por lo que reafirmó su apuesta por ella, eso sí, "siempre de acuerdo a las máximas garantías medioambientales".