La Habana. AMERICAN car, American car!, grita con acento hispano el taxista muy cerca a la Plaza de la Catedral, en La Habana Vieja. La oferta dirigida a un grupo de turistas extranjeros es uno de los clásicos atractivos de la capital cubana: el paseo en un viejo automóvil estadounidense de los años 40 o 50. Almendrones llaman coloquialmente los cubanos a los coches venerados como oldtimers en otros países. Por su forma redondeada y maciza, de cuando los autos parecían aún buques que surcaban lentamente las calles. Y La Habana está llena de almendrones.
Plymouth, Chevrolet, Oldsmobile, Dodge, Cadillac... las calles de la capital cubana parecen un museo de la época dorada de la industria automotriz estadounidense, en los años en los que los coches empezaban a convertirse en un producto de masas. Vestigios también de lo que era la mayor de las Antillas en los días previos a la revolución de Fidel Castro en 1959. Los almendrones, sin embargo, son hoy también parte del día a día de la isla. Los clásicos del automóvil no se fabrican ya desde hace décadas, pero en Cuba siguen circulando como hace medio siglo. Como si el tiempo no hubiera pasado. "Sirven para el negocio", cuenta Pedro, un habanero de 50 años. El cuentapropista -como se llama en la isla a los nuevos pequeños empresarios- tiene un Chevrolet Deluxe de 1952, el último año en el que se produjo el orondo sedán de la General Motors. Aunque algo destartalado, el suyo camina. Y le costó hace un año nada menos que 6.000 dólares.
Los almendrones son en La Habana el principal medio de transporte. Con una paupérrima flota de autobuses, la capital cubana funciona sobre todo informalmente a punta de taxis particulares. Poco menos de medio dólar cuesta un viaje estándar dentro de la ciudad. "El transporte está difícil", detalla Pedro, que compró su Chevy para ponerlo a trabajar en el servicio público. En lugares como el Parque de la Fraternidad cerca al antiguo Capitolio o en algunas calles de Centro Habana puede haber momentos en los que se ve pasar solo a largas filas de almendrones.
Desde los años 90, cuando estaba al borde del colapso por la desaparición de la Unión Soviética y el bloque comunista, Cuba descubrió también el atractivo de los vetustos coches para el sector turístico. Es el toque vintage, anacrónico y romántico para un mundo que se mueve desde hace tiempo a otras velocidades.