Vitoria. Jesús de la Fuente es el fundador de Graphenea, una de las pocas compañías del mundo -apenas una veintena- que fabrica grafeno, calificado por los expertos como el material del futuro. De la Fuente, nacido en Santander pero vitoriano de adopción, lidera este ambicioso proyecto desde las instalaciones del CIC Nanogune de San Sebastián, donde participa junto a otros 70 centros de toda Europa en un proyecto de la Comisión Europea dotado con mil millones de euros para el desarrollo de este material.
¿Qué es el grafeno?
Un material nuevo -se descubrió en 2004 en Manchester- e innovador que tiene un gran potencial en muchos campos. Apenas tiene átomo de grosor -un millón de veces más fino que un folio-, es transparente, ultra duro -200 veces más que el acero- y es el mejor conductor térmico conocido. Con él, se cree que serán posibles en el futuro dispositivos que hoy parecen de ciencia ficción.
¿Qué tipo de aplicaciones industriales puede tener?
Tal vez lo más interesante sea su alta movilidad electrónica -muy superior a la del silicio-, su transparencia óptica, su flexibilidad y su conductividad eléctrica y térmica. Los principales avances se están dando en las baterías, donde se ha conseguido multiplicar por diez la capacidad de almacenamiento de baterías convencionales de ion-litio. El grafeno también tendrá un gran impacto en campos como el de las células solares, la electrónica digital y analógica de alta frecuencia para aplicaciones médicas y comunicaciones, los biosensores o la optoelectrónica.
¿Se trata de un material más experimental que práctico?
Actualmente existe un demanda de grafeno para usos de investigación, que está creciendo y es a ese mercado al que ahora suministramos, que en 2011 fue de 14 millones de dólares. Estamos trabajando también para establecer contratos de suministro a largo plazo con grandes empresas de electrónica y energía que quieran introducir grafeno en sus productos como Nokia, Nissan, Canon o Philips.
¿Cuándo tocaremos el grafeno?
Históricamente la industria ha necesitado ciclos de más de diez años para introducir nuevos materiales. Al silicio, por ejemplo, le costó 20 años triunfar en los microprocesadores, a la fibra de carbono casi 50 años triunfar en aeronáutica o al litio 15 años imponerse en las baterías.
Pero los ciclos cambian...
Es cierto. Las empresas necesitan innovar cada vez más rápido para poder competir y sacar productos nuevos, de modo que podemos estimar que en un plazo de unos siete años podamos hablar del grafeno como un material industrial y no solo como un material de investigación.