Llevan pañales y apenas levantan unos palmos del suelo, pero arrastran sus deditos por las pantallas de tabletas y smartphones con una facilidad pasmosa. "Cuando se dice que los niños nacen sabiendo respecto a las nuevas tecnologías es verdad porque ya desde muy pequeños se les estimula con ese tipo de objetos. No es lo mismo que te estimulen con muñecas o camiones a que lo hagan con tablets y móviles", distingue la doctora en Psicología Araceli Medrano. Toda vez que los gadgets han robado protagonismo a los juguetes, las dudas sobre su uso por menores de entre uno y ocho años asaltan a los padres. ¿Es aconsejable que un bebé manipule un móvil? ¿Se puede enganchar un crío a una aplicación? Dos expertos despejan las más habituales.
Bebés a la última
¿Por qué les atrae más el móvil o una tableta que un juguete?
Un correpasillos, cazuelas con comida de plástico, un xilófono, una construcción... El cuarto está repleto de juguetes, pero basta que lleguen aita o ama y posen su móvil o tableta sobre la mesa para que el crío se lance en plancha. Ver fotos o dibujos animados, jugar con una aplicación infantil o escuchar una canción acompañada de imágenes se convierten en una oferta irresistible. "A los niños pequeños les llama mucho la atención todo lo que tenga que ver con imágenes en movimiento. Además, en el primer año, que es la etapa sensorio-motriz, aprenden interactuando con el mundo, manipulando cosas, tocando botones...", explica Medrano.
Estos dispositivos les gustan también porque se los ofrecen los adultos. "Si su ama y su aita le dan un objeto de deseo, que luego se va a repetir, porque van a venir los demás familiares y es un elemento en común, al niño o la niña le atrae. Ellos despiertan su interés en función de aquello que es también interesante para los adultos", expone la psicóloga. Cuando a una niña se le regala una muñeca, pone como ejemplo, "el discurso de los adultos es: Mira qué muñeca más bonita, qué ojos tiene, vas a cuidarla y, además, tiene un bebé. Es decir, están transmitiendo también el rol maternal. Con los aparatos de las nuevas tecnologías el adulto transmite no solamente lo que da, que ya despierta el interés, sino también una actitud de: Es interesante que interacciones con esto", argumenta Medrano.
Estímulos adecuados a su edad
¿Es aconsejable que niños de uno a tres años los manipulen?
Para distraerles y poder sentarles en la silla, para que coman el puré sin rechistar, para que dejen de llorar... Echar mano de los gadgets es tentador, pero cabe preguntarse si es aconsejable poner un dispositivo de estos en manos de un niño de entre uno y tres años. "Es un artilugio más que pueden manipular a ratos. ¿Por qué no? Sin embargo, la buena manipulación de objetos reales le estimulará más su cerebro. Lo mismo le ocurrirá si escucha sonidos reales, si el cuento se lo cuentan ama y aita mientras le dan un gran abrazo, si además de ver flores en una pantalla las puede oler, si tiene ante sí una vista que llega hasta el horizonte... El mundo real y las personas que rodeamos a los niños somos su mejor juguete", afirma el pedagogo Javier Bahón.
Los dispositivos para adultos tienen su versión infantil. Escoger el apropiado para cada edad es fundamental. "Un tablet, por sentido común, no es adecuado para un niño de un año. Siempre que se elige un juguete, sea imitación de nuevas tecnologías o de otro tipo, los padres tienen que tener en cuenta la edad cronológica del niño y la edad mental. Por ejemplo, un niño puede ser muy habilidoso en un juego que implique el lenguaje, como Pasapalabra, y si tiene siete años, hay que cogérselo de nueve a once. Esa sería la edad mental, que tiene que ver con su capacidad", aclara.
Los posibles riesgos
¿Por qué se enganchan y cuáles son los síntomas?
En ocasiones los niños pequeños muestran un interés desmedido por estos dispositivos. La explicación es que obtienen una respuesta inmediata a su acción. "En todas las adicciones, tecnológicas, amorosas, toxicomanías, hay algo que es estructural, que es que hay un refuerzo inmediato gratificante. Llamas a alguien que te gusta y puedes hablar con él, te tomas una droga y te pones eufórico, tocas un botón y ves tu imagen, llamas a un número y hablas con tu papá... En definitiva, haces una cosa y hay una respuesta rápida. Eso estimula el aprendizaje y tiene una parte positiva, pero también tiene una parte de adicción", advierte Medrano.
Los propios padres a veces abusan al utilizar estos aparatos para que los chavales estén entretenidos y no molesten. "Con algunos juegos aprenden estrategias para resolver dificultades, por lo que su uso tiene un lado positivo, pero si eso se da repetidamente, varias veces al día, solamente para distraer al niño y que no moleste, obviamente no es algo pedagógico, no ofrece ningún interés desde el punto de vista del aprendizaje ni de la interacción emocional, porque el niño, además, aprende a que es una manera de estar callado", explica la psicóloga. A eso se le añade el riesgo de que se cree una dependencia. "Puede producir cierta adicción porque en el juego hay dificultades que vas superando y todo lo que sea respuesta inmediata con cierto ingrediente de reto siempre produce enganche".
Cuando un niño descubre la Play, la Wii o el ordenador es normal que esté deseando jugar a todas horas, pero si, pasado medio año, ese sigue siendo su "máximo interés", hay que preocuparse. "Empieza a ser sintomático cuando suple a la actividad normal de un niño, que es estar en el parque con otros niños o hacer deporte en el colegio. Si deja de estar con sus amigos o pierde el interés por actividades deportivas o lúdicas propias de su edad por estar enganchado a esos juegos, ahí hay un problema", alerta Medrano.
Hay que establecer tiempos
¿Es normal que reaccione mal al mandarle apagar la consola?
Poner fin a una sesión de videojuegos suele ser complicado y hay chavales que incluso reaccionan de forma agresiva. "En este tipo de juegos, según lo que hagan, obtienen un refuerzo positivo o un castigo, como que no les den los puntos. La mayoría de los niños, en un
momento de concentración máxima, si están obteniendo ese refuerzo y les interrumpes, tienen una respuesta negativa, pero eso no quiere decir que sean problemáticos, ni mucho menos", tranquiliza Medrano. Cómo conseguir que respeten el tiempo de juego pactado sin discutir es otro cantar. "Broncas tiene que haber. Hay que poner normas y un límite para que eso no se convierta en algo negativo, que el niño sepa que tiene un principio y un final, que no se puede estar todo el rato ahí enganchado".
Crecer rodeado de tecnología, concluye la psicóloga, "no es bueno ni malo. Lo que es importante es regularlo y saber que esas actividades se pueden utilizar como premio o castigo a otras que tienen que ser prioritarias en el desarrollo cognitivo, psicológico, social y afectivo del menor".