gasteiz. Pero no todos los pueblos han sido engullidos por la fuerte expansión de Vitoria. Algunos, también cercanos a la ciudad, se han salvado gracias a las barreras naturales. Así, al norte, el Zadorra ha permitido a Gamarra quedarse al otro lado del río, al igual que a Iurre o Lopidana a los que ahora también separa el Anillo Verde. Con Abetxuko, en cambio, ha ocurrido lo contrario. A pesar del cauce, tanto el nuevo puente como el tranvía lo han acercado aún más a la urbe.

En los tiempos modernos, Gasteiz ha tendido más a crecer por el noroeste que por el sur, por ejemplo, donde la cordillera de los Montes de Vitoria, con su riqueza paisajistica y natural, se ha alzado como una barrera de protección para pueblos como Mendiola, Otazu, Monasterioguren, Gámiz, Bolívar e incluso Berrostegieta, donde en la época del boom inmobiliario también se pelearon en contra de las aberraciones urbanísticas planificadas.

En cambio, sí se han integrado en la ciudad Aretxabaleta y Gardelegi, prácticamente hace dos días. De hecho, la urbanización de esta zona aún está sin acabar. Caso bien distinto es el de Armentia, elegido en su día para convertirse en el barrio de la jet de Vitoria que anhelaba suelo para construirse un caserón o un chalé. Este tipo de construcciones, bajas y con mucho terreno, lo distancia de cualquier otro barrio levantado a base de bloques y bloques de pisos pese a ser también parte de la ciudad. Todo lo contrario ha sucedido más al oeste, cerca de Ali, donde las fábricas de Jundiz se han comido literalmente a pueblos como Margarita o Lermanda, ahogados por el polígono.

El círculo se cierra por el este, donde otra de las joyas naturales de Gasteiz, las balsas de Salburua, no han impedido crecer y crecer al barrio hasta prácticamente absorber Elorriaga y Arkaia, dueños antes de muchos de los terrenos donde hoy se levantan las nuevas casas de protección oficial de Arkaiate y Larrein.