LAS pintadas okupan la puerta del baño de cualquier bar de marcha. Corren los 80, años de reconversión industrial, descontento social, paro, fuerte sentimiento nacionalista... Y muchos ciudadanos pintan su rabia y desconcierto para animar a la lucha, para hablar de amor o simplemente para desahogar su frustración. En la música, las bandas de rock, punk, ska y reggae cantan letras combatibas. En la calle, los jóvenes, más que nadie, gritan su hartazgo y se rebelan contra el conformismo en la intimidad de cualquier lavabo. Mientras, sus mayores montan barricadas y se enfrentan a la Policía en defensa de su puesto de trabajo. No hay Twitter, ni Facebook, ni WhatsApp... Tampoco blogs incendiarios. Sólo pintadas y más pintadas.
Este curioso fenómeno de mitad de los 80 y principios de los 90 se aviva ahora en plena crisis social, económica e institucional. Las bandas de rock se llaman ahora Movimiento 15-M, Stop Desahucios, Fracking ez, No a la corrupción... pero se sustentan sobre el mismo descontento social de la población. Y las pintadas escondidas de los baños salen a la luz, a medio camino entre la pancarta y los carteles, para devolver la voz a quienes sienten que las urnas se la han quitado.
Sin duda, "estamos ante un momento especial, que no ha hecho nada más que empezar y que puede acabar en algo más gordo", señala el sociólogo Imanol Zubero. El fenómeno no es nuevo, la gente siempre ha tenido su manera de expresar que está molesta, la diferencia es que, ahora, este sentimiento está "muy generalizado". Para encontrar otro momento crítico en la historia reciente de Euskadi habría que retroceder precisamente a los años de la reconversión industrial, pero ni tan siquiera entonces -argumenta el profesor de la UPV- tanta gente mostró su cabreo. El abanico de colectivos que hoy se echa a la calle se ha abierto: jueces en huelga, Bomberos y policías municipales que se niegan a intervenir en desahucios, periodistas que plantan a políticos, médicos desafiando tras las pancartas... "Es casi un clima de desobediencia civil", apunta. La población ha dejado de confiar en las instituciones -con matices- como canal para solucionar sus problemas: "Ni están ni se les espera", dice Zubero.
Si acercamos el foco a nuestra ciudad, basta un paseo por Vitoria para leer gritos de auxilio, personales y colectivos, en paredes, escaparates, puertas, farolas, fábricas, monumentos, fuentes, bancos, muros, garajes, aceras, tablones, marquesinas, vallas de obras, colegios, hospitales, sedes de partidos, locales municipales, cristales etc, etc, etc. DNA ha recopilado mensajes individuales de ciudadanos anónimos no respaldados por plataforma alguna; variopintos y curiosos pero también desesperados, de los últimos tres años, coincidiendo con lo peor de una crisis social que aún no ha escrito su última pintada. Los hay reivindicativos: Sistema ez dago krisian, krisia sistema da. Borrokan! La estructura está podrida. Redistribución de la riqueza.
También que dan muestra de los problemas económicos: Necesito el 50% de tu salario ¡Ahora!/Liquidación por desesperación/En esta tienda si robas pagarás el doble, si no llamaremos a la Policía para denunciar. Contra los políticos e, incluso, poéticos: Si doy pierdo la ganancia de hoy, si fío carezco de lo mío, y si presto al pagar ponen mal gesto, y para evitar todo esto: ni doy ni fío ni presto u Hoy es el primer día del resto de tu vida.
Afloran los mensajes contra la violencia machista: Violadores y maltratadores de mujeres. Pinches. Putos gueyes. Váyanse a la chingada; los utópicos: Seamos realistas, pidamos lo imposible; agoreros: Llegará el diluvio universal. Y hasta algún verso suelto de amor: Tu mirada me hace grande.
Tampoco falta el ofrecimiento de quien está dispuesto a casi todo por encontrar un empleo: Marido por horas: chico latino, 40 años, papeles en regla, responsable, discreto (...) Me ofrezco para hacer diversos trabajos como conductor, hombre de confianza, cuidado de personas mayores, montaje de muebles, albañilería, limpieza de cristales, mantenimiento etc/Chico de 40 años en apuros económicos se ofrece a mujeres para sexo, masajes, compañía. También realizo trabajos de fontanería, electricidad, pintura, jardinería etc.
Son gritos individuales que se unen a los colectivos; que en ocasiones acaban en algo más, como ocurrió con el 15-M o durante el cerco al Congreso de los Diputados y que otras veces se quedan ahí, tras el grito inicial de: "No me quedo conforme y quiero llevar mi protesta más allá".
Zubero piensa que la gente, en este momento, tiene ganas de hacer cosas y lo está demostrando. "Basta poner un micrófono a alguien en la calle para que rápidamente exprese su opinión; nadie tira la toalla, se la atará a la cintura o a la cabeza, pero no la tira... Hay creatividad social". Los problemas económicos, de corrupción... La crisis, en definitiva, ha hecho que el vaso, más que medio lleno, se haya sobrado. "Ese clima de efervescencia me recuerda a la película Un día de furia, en la que un tío normal, durante una jornada de calor y colapso de tráfico en Los Ángeles, de repente, se rebela de manera violenta y destructiva contra todo lo que le rodea. Michael Douglas es un hombre corriente, que supera como puede las frustraciones diarias y que lo único que quiere es que lo dejen tranquilo para poder regresar a casa", explica el sociólogo.
A su vez, las redes sociales facilitan la individualización de la protesta: críticas, comentarios en periódicos, tuits y blogs. Todas estas herramientas proporcionan hoy una serie de recursos individuales que antes no había. Paradójicamente, cuesta más salir a la calle a protestar, acudir a una manifestación porque "nos hemos vuelto más exigentes, nos fiamos menos unos de otros, somos un poco desconfiados, la verdad".
Y es que, cambian las formas pero no el fondo y, en ocasiones, este inconformismo trae consecuencias: A la a ministra de Sanidad, Ana Mato, le dieron plantón los periodistas y tuvo que admitir finalmente preguntas en una rueda de prensa en Nueva York, no le quedó más remedio. Llovía sobre mojado después de la criticada comparecencia "en diferido" de Rajoy para hablar de la prima de riesgo y del rescate de España. Corrupción y política están en el punto de mira de los amigos de Facebook, tuiteros, blogueros y tertulianos. ¿Asistimos a un divorcio entre políticos y sociedad? "Está claro. Basta ver lo que les está ocurriendo a los dos grandes partidos; después de todo lo que está pasando con el PP y el PSE es incapaz de remontar -apunta el sociólogo-. Siempre ha habido corrupción porque existe una estructura de impunidad, la diferencia es que hasta hace poco mirábamos para otro lado, como si no fuera con nosotros. En cambio, ahora, cada caso de corrupción se toma como algo personal. Es como si pensáramos 'es a mí al que quieren fastidiar'. Quizá la clave sea que ésta no es una crisis de época como otras porque ya nada volverá a ser como antes", argumenta Zubero.