El Gobierno chino aseguró ayer que espera que las relaciones entre Pekín y el Vaticano, inexistentes desde 1951, mejoren después de que se nombre un nuevo líder de la Iglesia católica. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Hong Li, se reiteró la "voluntad" de Pekín de acercar posturas con la Santa Sede, aunque remarcó que la reanudación de la diplomacia será posible siempre y cuando "el Vaticano rompa lazos con Taiwán y reconozca que es parte inherente de China". El portavoz también agregó que la Santa Sede no debería inmiscuirse en los asuntos internos del país asiático. Según el Vaticano, en China hay entre 8 y 12 millones de católicos, divididos entre los pertenecientes a la Iglesia Patriótica, controlada por el Gobierno comunista, y la clandestina, fiel al Vaticano y en ocasiones perseguida por el régimen.
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