M iles de personas se dieron cita ayer en el mercado agrícola de Navidad, que cumple 55 años y al que siguen fieles los vitorianos. Fueron muchos los que aprovecharon la mañana para hacer las compras previas a la Nochebuena, y llenar la bolsa de suculentos alimentos con los que festejar estas fechas tan señaladas, pero los hubo también que simplemente querían dar un paseo y empaparse del ambiente navideño que se vive ya en la ciudad.
Un total de 98 expositores desplegaron sus puestos desde primera hora de la mañana, en los que ofrecieron a los visitantes una amplia variedad de productos de la tierra. Entre los más demandados, el cardo y la borraja, tan típico en los hogares alaveses, mientras que los más románticos se lanzaron a por el muérdago, para colgarlo en algún rincón de la casa.
Los productos artesanos también estuvieron entre los más solicitados, como las mermeladas que vendía Ana Alcalde, de Logroño. Pimiento, zurracapote, ciruela, mandarina... su puesto exhibía una gran variedad de salsas con las que acompañar una buena carne. La gente se arremolinaba en torno a su puesto, si bien a la hora de comprar... "Este año la venta está siendo más comedida, en lugar de cuatro botes te piden solo uno", explicaba la artesana.
Fue una opinión generalizada entre los productores que se dieron cita ayer en la plaza. Posiblemente había más gente, ya que el buen tiempo acompañaba, pero la crisis se dejó notar respecto a años anteriores. "Está siendo un día bastante regular, no hay más que fijarse en la gente, que apenas lleva bolsas", aseguraba desde su puesto de embutidos María Ángeles García Nieto, de Arbulo. A su lado, la quesera Yolanda Elosegi, de Gordoa, que hoy trasladará sus productos a la feria de Santo Tomás, en Bilbao. "Allí sí que se vende, en esta feria de Vitoria la gente viene más a pasear y a almorzar", afirmaba. En definitiva, el margen de negocio fue escaso pese a que la mayor parte de los expositores decidieron mantener los precios. "Llevamos tres años sin subirlos", apuntaba Alcalde.
Donde sí se dejaron los cuartos los vitorianos fue en el puesto de los talos, y es que no hay quien se resista al olor. "Hoy hemos hecho una escapada del trabajado para darnos el gustazo", comentaba Iker Ibarrondo, quien apenas sintió dolor cuando tuvo que pagar cinco euros por este preciado almuerzo regado con un buen txakoli.
Las conservas, la miel, los vinos, los licores, las flores y plantas medicinales, los panes y tartas y los objetos de artesanía aportaron valor a esta feria agrícola, en la que tampoco podía faltar otro de los clásicos: la exhibición de aves de corral. En este apartado, las euskal oiloak que trajo Jesús Ortiz desde Mandojana acapararon todas las miradas por la variedad de sus colores, pero también porque en medio del tumulto se atrevieron hasta a poner varios huevos. Éstos sí que se repartieron gratis, eso sí.