Vitoria. La ilusión por la lotería no ha podido este año con la crisis. Por mucho que sea una tradición arraigada, la precaria situación económica afecta directamente al consumo y, como consecuencia, también a uno de los sorteos más esperados del año, el de Navidad. Está siendo una campaña pobre tal y como coinciden las administraciones de Vitoria. Aún sin datos oficiales en la mano, calculan que la venta de décimos ha podido caer en torno a un 15%.

Las colas que por estas fechas se forman frente a las ventanillas han menguado, y es que la gente mira más al bolsillo antes de jugarse su dinero a la suerte. "Este año no hay alegría en la calle", comenta Marta Corcuera, responsable de la administración número 14 de Aranzabal, que no hace tanto tiempo repartió un segundo premio. El pasado año cada alavés se gastó una media de 48,03 euros en este sorteo, la cantidad más baja de todo el País Vasco, como viene siendo habitual por otra parte. Sin embargo, los loteros ya dan por hecho que la cifra bajará todavía más. "Hay personas que el décimo que compran con la empresa es con el que va a jugar toda su familia", añade Corcuera.

Los ciudadanos han dejado de comprar tantas participaciones como en años anteriores. Si bien antes siempre caía algo en el bar habitual, entre los amigos o en la panadería, ahora hay que seleccionar. "Comprar lotería no es una necesidad y menos en un momento así, ahora se compra en menos sitios", asegura Roberto Zaldibar, de La Oca, la administración número 11 de la calle Sancho el Sabio.

Pero prueba de que lo último que se pierde es la esperanza es el caso de Esmeralda Almeida, que por primera vez este año ha decidido jugar. Ayer apuraba los últimos días antes del sorteo para hacerse con su décimo. "Las cosas en casa están bastante difíciles, como en la de muchos, y lo único que nos queda es la ilusión", aseguraba ayer frente al puesto de Aranzabal.

A falta de que concluya el recuento de boletos vendidos, las administraciones ya dan por hecho las pérdidas, que vienen acumulándose desde el año 2008, cuando la economía empezó a resquebrajarse. "Pero esta campaña ha sido la peor; se nota que han dejado de cobrarse las prestaciones", explica Corcuera. Por lo tanto, que en época de crisis aumenta el juego no deja de ser un bulo. Así lo cree también Charo Oraá, de la ventanilla número 16, en la calle Prado. "Siempre se ha dicho eso y es mentira, lo primero es comer", añade esta lotera, a la que este año le ha "salvado", asegura, el aumento de turistas experimentado en la capital alavesa.

Así las cosas, y esperando que los últimos anhelos por tocar la suerte conduzcan a algún cliente más hasta las administraciones, los loteros sueñan con cantar alguno de los premios del sorteo más famoso, que este año cumple su segundo centenario de vida. Miles de ciudadanos estarán pendientes del bombo, que repartirá 2.520 millones de euros. En cuanto a las terminaciones más solicitadas por los vitorianos, la cosa no cambian: el 5 y el 7 parecen ser los números que más gustan, si bien el 3 y el 8 empiezan también a ser bastante apetecibles.

Los más supersticiosos han optado por comprar un billete terminado en 13, para dar la bienvenida al nuevo año, mientras que otros muchos se mantienen todavía fieles al 12, a pesar de que no ha traído demasiadas buenas noticias, al menos no en el aspecto económico. "¿Otro de los fijos? El 69, sin duda", explican desde La Oca.