Vitoria. El Ayuntamiento eliminará finalmente el requisito del Padrón para acceder al comedor social de Desamparados. La crudeza con la que la pésima situación económica está afectando a muchas familias de Vitoria ha forzado al PP a sumarse a la petición de los grupos de la oposición y a cambiar la normativa para que ningún ciudadano que lo necesite se quede sin un plato de lentejas, independientemente de si está censado o no en Gasteiz. "No vamos a hacer oídos sordos", dijo ayer la edil de Asuntos Sociales, Ainhoa Domaica.

El punto de inflexión se produjo en el Pleno municipal, tras la clarificadora comparecencia de la portavoz de la plataforma social Círculos de Silencio. Tras su intervención, Rosabel Argote se mostró satisfecha, ya que la situación se va a corregir. "En esta ciudad hay personas que pasan hambre". "Gasteiz es la única ciudad que niega un plato de comida a los más necesitados. En el resto, no pasa", apuntó Iratxe López de Aberasturi, de Bildu. "Los médicos de Txagorritxu alertan de que hay niños que llegan al hospital con síntomas de desnutrición", corroboró el socialista Peio López de Munain. "Es triste que en una ciudad green seamos tan poco sostenibles como para no darnos cuenta de que el de al lado pasa hambre", lamentó la jeltzale Nerea Melgosa. Declaraciones todas ellas que han llevado al Ayuntamiento a abrir las puertas del comedor social y a no cerrarlas poniendo más trabas a los usuarios que acuden a diario en busca de un plato caliente.

Y es que desde mayo, tanto la plataforma Círculos del Silencio como los trabajadores sociales vienen detectando en Gasteiz una paradójica situación. A pesar de que cada vez hay más pobres en la ciudad, son menos los que asisten al comedor de Desamparados. ¿Por qué? Por el endurecimiento de los requisitos. Se les exige seis meses de empadronamiento y un contrato de alquiler para obtener los vales de comida -extremo éste que Domaica negó-. Pero el listado de personas que en situación de extrema necesidad no pueden asumir estos requisitos es muy amplio. Están los sin techo que, obviamente, no pueden estar empadronados; los jóvenes sin colchón social ni 300 euros en el bolsillo para arrendar una habitación; las madres con menores llegadas a Vitoria tras un tortuoso proceso migratorio; las 700 personas que desde hace meses esperan recibir la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). Y la lista sigue.

Trabajo a destajo Al mismo tiempo, las asociaciones y organizaciones privadas que se encargan de los más desfavorecidos no dan abasto. Son más de 600 bolsas de alimentos básicos las que se donan mensualmente a ciudadanos sin recursos. En la asociación de acogida Bultzain comen a diario 35 personas. En Bizitza Berria, de 30 a 35. En la parroquia de Coronación se reparten a diario bolsas con las que se alimentan 22 personas, en la de Santa María, 60 y el programa Berakah distribuye una media de 120 bocadillos diarios. "Lo que el PP quiere es volver a la caridad, que el pobre sea tan pobre que tenga que llamar de nuevo a las puertas de la Iglesia", denunció Melgosa.