vitoria. El informe del Ayuntamiento vitoriano sobre la situación económica de sus conciudadanos transmuta en cifras la situación crítica por la que pasan muchas familias. Cáritas Diocesana y el Banco de Alimentos de Álava ponen las imágenes.
Javier Galdos, responsable de almacén del Banco de Alimentos, explica que esta organización sirve a diversas organizaciones de ciudadanos extranjeros y a parroquias. Según Galdos, al clásico perfil precrisis se han sumado muchos vitorianos que provienen de la clase media y que tienen vergüenza de que se conozca su situación, por lo que acuden a ayudas de este tipo de forma prácticamente clandestina. "Hay familias que se tienen que ir a casa de sus padres porque no ya tienen trabajo, y los padres también lo pasan mal", explica. En todo caso, de forma paralela la solidaridad de los vitorianos se ha ido incrementando según las cosas empeoraban año tras año. "Yo noto que hay un movimiento muy positivo en este sentido, la gente reacciona ante las campañas que organizamos, hay más afluencia, más generosidad", apunta Galdos, que por otro lado da un toque de atención a algunos usuarios. "Hay quien pretende venir aquí como si esto fuera el Eroski y quien recibe ayuda de varios sitios, pero no vamos a dejar de hacer nuestra labor por eso, no nos va a desanimar, tampoco es un problema grave".
Ramón Ibeas, secretario general de Cáritas en Vitoria, corrobora que los perfiles citados en el estudio son reales. "Con los cambios legales en torno a las ayudas los inmigrantes se están quedando fuera; había gente que pagaba para poder tener padrón, ahora están sin empleo y no pueden, lo pierden y se quedan sin ningún tipo de ayuda". En cuanto a las familias monoparentales, Ibeas describe a "una mujer, fundamentalmente; inmigrante en muchos casos, con cargas familiares y sin apoyo de la otra parte aunque haya sentencia firme, se produce un incumplimiento por imposibilidad, aunque también existen los jetas", señala.
Al margen hay otras dos figuras creadas por la crisis. "Está el parado que estaba en una situación normalizada y va perdiendo prestaciones poco a poco hasta terminar en la RGI, y luego el sobreendeudamiento. El ejemplo -prosigue-, dos sueldos, se pierde uno, ya no puedo pagar el piso". Según Ibeas, "las deudas son de tal calibre que no vale la ayuda de organizaciones como la nuestra, no podemos solucionar un problema de 350.000 euros".