Vitoria. El dossier de quejas que acumula el Ayuntamiento contra el clan de los bartolos es amplio: robo de coches, hurtos en viviendas y comercios, robo con violencia, tráfico de drogas, coacciones, amenazas, impagos de impuestos etcétera. Pero aún es mayor el de denuncias de ciudadanos no presentadas por miedo a represalias.

Tras años de conflictiva convivencia con este clan de etnia gitana, que ya fue desalojado de su vivienda de la avenida de Los Huetos, el Ayuntamiento ha decidido cortar de raíz y presentarse como acusación particular en cada uno de los expedientes que se abra contra esta familia. El detonante, un caso que afecta a menores y del que el alcalde prefiere no especificar más, pero que es lo suficientemente grave en su opinión como para actuar con mano dura. "Si pudiera los echaba a todos de Vitoria, pero no está en mi mano", afirmó ayer Javier Maroto.

El primer edil recordó que las distintas corporaciones de Vitoria han hecho durante años todos los esfuerzos posibles para que esta familia se integre en la sociedad gasteiztarra, pero reconoció que es "imposible". Y ahora, el hartazgo de la ciudadanía gasteiztarra es tal, que ha llegado el momento de "plantarles cara" para que dejen de reírse del Ayuntamiento. "Se acabó la tolerancia".

De momento, ya se les han retirado todas las ayudas sociales que cobraban y cortado algunos de los servicios básicos de sus viviendas por no pagar los recibos al Ayuntamiento. "Vamos a hacerles la vida imposible, como ellos se la han hecho durante años a Vitoria; se acabó la broma", advierte Maroto.

Desahuciados de los Huetos Cuando en febrero de 2010, la unidad de elite de la Policía Local desalojó a los bartolos de su casa de Los Huetos por orden del entonces alcalde, Patxi Lazcoz, todo parecía indicar que, por fin, se ponía fin a un problema de años. Desahuciados e invitados a instalarse en una parcela de Agirrelanda -que no aceptaron- sus miembros acabaron residiendo en pisos de alquiler próximos al Casco Viejo, pero no por ello han dejado de ser noticia desde entonces.

En junio del pasado año, sin ir más lejos, la Ertzaintza estrechó el cerco sobre la chatarrería de Betoño, un negocio al que sospechaba iban a parar muchas de las piezas metálicas sin origen declarable desaparecidas en Álava. E imputó al dueño del negocio por un presunto delito de compra de material robado. Uno de los empleados, el encargado de dar el visto bueno a los materiales que llegaban, al parecer era familiar de alguno de los miembros del clan.

Posteriormente, en diciembre, protagonizaron otro incidente, una sonora trifulca en la ciudad por "un asunto de mujeres". Éste fue el desencadenante que, según los agentes de la Policía Local desplegados en la plaza de Aldabe, provocó una pelea. Ninguno de los implicados fue detenido. Entretanto se han sucedido las denuncias de propietarios de viviendas a los que se niegan a pagar el alquiler, bajo amenazas y coacciones, según explicó el alcalde. También quejas de padres y madres que ven cómo los miembros de este clan amenazan a sus hijos y de comerciantes a los que roban una y otra vez con impunidad.