vitoria. Por los balcones de la Casa Consistorial se colaban los pitos de los trabajadores del aeropuerto de Foronda. Dentro de la sala del Pleno, Celedonio Gómez ponía voz y rostro al miedo y la impotencia de la plantilla. Miró al alcalde directamente a los ojos y se dirigió a él con una franqueza de ésas que desarman. "Esto es un cierre encubierto. Nos lo dicen todos. ¿Entonces por qué ustedes no defienden Foronda? ¡Yo ya no sé qué más puedo hacer! Sólo les pido un gesto", rogó el portavoz de la plantilla en su primer turno de intervención. Y en el segundo remató, otra vez con la vista puesta en Maroto. "Aquí, el responsable de que 102 trabajadores se vayan a la calle es el PP. Pero nosotros seguiremos viviendo en Vitoria y cuando nos crucemos por la calle le diré a la cara que por usted, por su culpa, perdí mi puesto de trabajo". Más claro, agua.

¿Y qué hizo el equipo de gobierno? Votar en contra de la moción del PSE, que instaba a crear una delegación de todos los grupos políticos para ir juntos a Madrid y convencer a Fomento de que a Foronda no se le pueden recortar 12 horas de actividad. Al igual que los trabajadores, la oposición está convencida de que si esto sucede "se habrá puesto fecha de defunción" al aeropuerto, por no hablar de los 102 despidos que conlleva de por sí este recorte.

El gabinete Maroto no habló de los ceses, pero sí insistió en que "Foronda no se cierra". Además, se negó a aceptar la creación de la delegación al considerar que el alcalde y el diputado son los representantes políticos que deben hablar con Fomento. Y eso que, por ahora, la única reunión celebrada no ha dado frutos.