Vitoria. El gas de esquisto presenta múltiples propiedades, aunque hasta ahora se desconocía que fuera capaz de atomizar las posturas de los grupos políticos en las Juntas Generales de Álava. Durante la celebración del pleno de la cámara que tuvo lugar ayer, se votaron hasta cinco iniciativas diferentes sobre este asunto promovidas por el PNV, PP, PSE, Bildu y EB, y todas ellas fueron rechazadas. El debate sirvió, eso sí, para que PNV, PP y PSE hicieran piña en torno a la exploración, que no a la explotación, del gas de pizarra mediante la polémica técnica del fracking. Los jeltzales, que han sido los últimos en subirse al carro del apoyo a los sondeos, justificaron su postura asegurando que, desde la perspectiva de país, "este pueblo tiene derecho a saber si cuenta con un recurso energético importante como es el gas". Ezker Batua y Bildu se quedaron solos a la hora de exigir que Álava se desmarque completamente de los riesgos que pueda entrañar la puesta en marcha del fracking, tanto en su fase de aprovechamiento energético como en la previa de investigación.
El PNV fue el encargado de abrir el juego con una moción en la que planteaba crear una "zona de exclusión", que abarcara el acuífero de Subijana, su zona de recarga y los Montes de Vitoria. Dejaba abierta la posibilidad de realizar investigaciones en el resto del territorio, aunque su responsable Andoni Erkiaga, puntualizó que no apoyarán la explotación hasta que la técnica evolucione y ofrezca garantías totales de seguridad ambiental.
En la misma línea, el PSE propuso preservar dos acuíferos: el de Subijana y el cuaternario de Vitoria, incluyendo sus áreas de recarga. La enmienda del PP resultó más genérica, ya que planteó apoyar la investigación siempre que no entrañe riesgo para la calidad de las aguas ni para la salud pública.
Bildu fue más exhaustivo al solicitar la protección de todos los acuíferos, áreas de recarga, espacios naturales protegidos, lugares que vayan a ser preservados en el futuro y ámbitos en los que se considere alguna figura de protección ambiental. Ezker Batua cerró la lista con la postura más tajante: ni exploración ni explotación. Álava, territorio libre de fracking.
Las declaraciones de zonas protegidas fueron tildadas de poco efectivas, ya que carecen de vinculación jurídica, y las afirmaciones de que tras efectuarse exploraciones los pozos se regenerarán por completo de ingenuas, ya que es imposible eliminar al 100% los aditivos inyectados en el subsuelo. Además, se recordó que aunque una cosa sea investigar y otra explotar, la técnica es la misma en ambos casos y contempla numerosos riesgos de contaminación. Sea como fuere, ninguna de las iniciativas prosperó.