Vitoria. ¿Existe el crimen organizado en Álava? Sí y no. Según la memoria de la Fiscalía correspondiente al año 2011, el territorio no es impermeable ante un fenómeno que se define, en sus diferentes variantes, por su carácter transnacional. Sin embargo, ninguna banda de delincuentes organizados ha elegido Álava como centro de operaciones. Según el fiscal jefe, Josu Izaguirre, en el territorio histórico el crimen organizado se manifiesta básicamente de tres maneras: en el tráfico de drogas, los delitos contra la propiedad y los delitos informáticos.
En lo que a la venta de sustancias ilegales se refiere, en el territorio operan bandas de mediano tamaño que compran la droga, fundamentalmente cocaína, en partidas de aproximadamente un kilo que luego se distribuye al siguiente escalafón de la cadena. Lo más habitual es que la droga se compre en otros puntos del Estado o que llegue a Barajas a través de mulas, personas que a cambio de una cantidad económica esconden la cocaína en su cuerpo. En todo caso, la Fiscalía ha detectado que cada vez con más frecuencia se recurre a las empresas de mensajería para hacer llegar las sustancias hasta Álava. Normalmente el paquete se remite a identidades supuestas o cambiadas, y a domicilios en los que viven personas sin relación familiar entre ellas, caso habitual entre los extranjeros que residen en el territorio. Es habitual enviar a un menor a recoger físicamente el envío, y en todos los casos la Policía se encuentra con el problema de dilucidar si quien recoge la droga o aquella persona a cuyo nombre va dirigida están implicados o no en el delito.
No es un método ingenioso ni efectista, como el elegido cuando se confiscó un palé de flores cargado de cocaína que aterrizó en Foronda hace unos años, pero es igualmente seguro para los verdaderos organizadores de la operación.
La otra gran tipología de delincuentes organizados cuya presencia se ha detectado en Álava es la de los ladrones profesionales. Explica el fiscal que ya ha pasado el tiempo de las bandas de atracadores de bancos, gracias a la mejora en los sistemas de seguridad de las entidades. Ahora se trata de robar en casas y pabellones industriales, un sector que promete menos beneficios para el criminal pero que no por ello le hace menos peligroso. De hecho, las bandas de ladrones profesionales que actúan en Álava -de forma episódica, pues no tardan en caer en manos de la Ertzaintza- están compuestas por ciudadanos del este de Europa con un modus operandi muy concreto, formación militar en algunos casos y, en los últimos, residencia permanente en Vitoria. Este tipo de grupos suelen entrar en las casas cuyos propietarios no cierran con llave con una radiografía o una tarjeta, o bien fuerzan la puerta y desvalijan el piso o el chalé con rapidez.
Es en los robos de naves industriales donde más demuestran estas bandas su nivel de sofisticación, pues son capaces de desactivar las alarmas del negocio para robar tranquilamente al abrigo de la madrugada. Igualmente profesionales son las bandas africanas que, aunque parezca increíble, logran estafar a empresarios con el truco del dinero tintado -tres casos en Álava en 2011- o quienes envían vehículos de alta gama al extranjero que roban adquiriéndolos con documentación falsa. Muchos menos profesionales son quienes han reinstaurado con cierto éxito --13 casos en 2011- el timo del tocomocho.
El último gran grupo de delincuentes organizados detectados en el territorio es el de quienes operan en la Red. Por un lado están quienes obtienen las claves de usuarios de banca de forma fraudulenta y utilizan a un tercero -aquí también se les conoce como mulas- para ingresar el dinero robado en su cuenta y que, previo cobro de una comisión, lo remita al este de Europa, donde se le pierde la pista. El año pasado la Fiscalía alavesa redactó cinco escritos de acusación contra otras tantas mulas, a sueldo de verdaderos criminales internacionales.
Por último, la producción y distribución de pornografía infantil no sólo es un delito repugnante, también entra en la definición de crimen organizado. Sin embargo, al igual que ocurre con el tráfico de drogas o las estafas informáticas, en Álava los verdaderos responsables de estas redes no se dejan ver. Así, el año pasado se registró un caso, ahora pendiente de juicio, y se dictó una sentencia condenatoria, por la descarga de contenidos pedófilos a través de redes P2P.