Vitoria. Los responsables de los hospitales universitarios de Álava (HUA), Cruces y Donostia descartaron ayer la existencia de casos de bebés robados en Euskadi al no considerar "concebible que un niño nacido vivo desaparezca en un hospital público". Con todo, el responsable de la Unidad Neonatal de Cruces sí reconoció que podrían haberse dado casos de "adopciones extra-legales, seguramente con buenas intenciones".

La Comisión de estudio sobre los casos de bebés robados y adopciones irregulares entre los años 1940 y 1990 del Parlamento Vasco acogió las comparecencias de los responsables de los tres centros sanitarios para arrojar algo más de luz sobre este polémico caso.

El jefe clínico de la Unidad Neonatal del HUA ubicada en Txagorritxu, Enrique González Molina, defendió que no ve "concebible que un niño nacido vivo desaparezca en un hospital público", por factores como que la mujer embarazada debe causar ingreso y por la cantidad de personas que intervienen en este proceso. "No puedo poner las manos en el fuego más de lo que yo conozco", advirtió González Molina, tras recordar que su experiencia se inició en el año 1978.

El especialista recordó el caso de las mujeres solteras de otras provincias que acudían a dar a luz acompañadas por monjas de la hermandad Oblatas, que luego daba a los niños en adopción. Según explicó, estos casos estaban regulados "de forma distinta" al resto de adopciones, ya que la representante legal de la madre era la monja, a quien se le informaba del transcurso del parto, aunque precisó que cuando la mujer estaba consciente tras el parto se le informaba a ella directamente, aunque después no veía al niño.

"Era un caso de humanidad; entendíamos que bastante esfuerzo hacía la madre diciendo que no podía hacerse cargo de él como para encima meterle el dedo en el ojo diciendo aquí tienes a tu hijo", explicó González Molina, quien también precisó que cuando veían dudas en la madre se lo enseñaban para "generar el apego y que se lo quedara". En el caso de las "donaciones", estos casos pasaban a los Servicios Sociales personalizados en el Consejo del Menor, que enviaba a una asistente social para que atendiese cada caso.