Vitoria. Porque, aunque muchos no lo sepan, el cerebro también es un músculo que hay que ejercitar. Así, las Olimpiadas Matemáticas de Álava se disputaron ayer para ponerlo en forma y, sobre todo, para pasar un buen rato. Los 105 chavales de 6º de Primaria de 35 colegios del territorio que participaron demostraron que esta disciplina puede ser mucho más que geometría, aritmética o problemas. El Instituto Los Herrán acogió este evento desde primera hora de la mañana para coronar a los que pudieran ser los Arquímedes, Kepler o Albert Einstein del mañana.

Una incógnita que no se pretendía despejar ayer puesto que de lo que se trataba era de sentar las bases de un esfuerzo que en el futuro permitirá que estos talentos exploten. El desarrollo de la propiedad asociativa llevada al plano más social y la máxima de que el orden de los factores no altera el producto cuando éstos son la diversión y las ganas de estudiar. "Les decimos que no nos preocupan los resultados, que lo importante es el trabajo porque nuestro objetivo aquí no es buscar fenómenos, sino gente que se ilusione. Aún así, ha habido un nivel muy alto y hemos tenido dificultades para dar los premios individuales", afirmaba Alberto Bagazgoitia, portavoz del Berritzegune de Vitoria y presidente de la Sociedad de Profesores de Matemáticas de Euskadi.

Porque el objetivo era precisamente ése, premiar el trabajo, la constancia y otra forma de ver las matemáticas como una disciplina aplicada al día a día e incluso de ponerse a prueba a uno mismo. Así el resultado siempre es el mejor. El de una jornada en la que un grupo de profesores alaveses de matemáticas buscaron desinteresadamente alternativas para que sus alumnos descubrieran otra forma de abordar su disciplina y en la que los chavales demostraron que en el territorio hay mentes maravillosas deseosas de ser provocadas.

Como la de Ohiana Agirreurreta, una de las cinco galardonadas con el primer premio del certamen. "No pensaba que podía ganar porque aunque han sido ejercicios como los que habíamos practicado en la escuela, había algunos diferentes. Cuando me lo han dicho, no me lo creía", explicaba entregada esta niña de 12 años de la ikastola Aranzabela.

Dentro del quinteto que se quedó a las puertas de lo más alto del podio, Álvaro Merchan, tampoco se lo creía demasiado. "Estoy muy contento. Había muchos participantes y era difícil porque del colegio sólo veníamos tres", explicaba este alumno de la escuela José Miguel de Barandiarán, de Nanclares, que ya sabía que de mayor será profesor. No fueron los únicos premiados. El espíritu de superación sirvió también para que el grupo formado por representantes de los colegios Corazonistas y Dulantzi se alzara con el triunfo por equipos de la Olimpiada.

Una jornada de nervios que culminó con la entrega de premios en forma de vales de 25 euros para material escolar, juegos de mesa y calculadoras. Algunos todavía las usaban para intentar resolver algunas de las cuestiones no resueltas. Mentes inquietas para un futuro esperanzador. Porque como dijo Albert Einstein, "lo importante es no dejar de hacerse preguntas".