Ni la crisis ni la incertidumbre política en Grecia impidieron que Apolo encendiese ayer el fuego sagrado de los Juegos Olímpicos de Londres en la antigua Olimpia, sede de los primeros juegos, para que llegue puntual a su cita en la capital británica el 27 de julio. La antorcha solo recorrerá Grecia y Reino Unido, a diferencia de lo ocurrido en los Juegos de Atenas 2004 y Pekín 2008, cuando visitó los cinco continentes.

La actriz Ino Menegaki, en el papel de gran sacerdotisa de Olimpia, escoltada por otras diez mujeres en representación de las Vírgenes Vestales, entregó la llama -lograda con un espejo parabólico- al campeón olímpico de natación Spyros Yanniotis. La ceremonia tuvo lugar con la presencia del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el belga Jacques Rogge, y el presidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Londres, Sebastian Coe, entre otras muchas personalidades. Los anfitriones fueron el presidente del Comité Olímpico Griego, Spyros Kapralos, y el presidente del recorrido de la antorcha olímpica, Spyros Zaniás. "La antorcha olímpica es un símbolo de amistad, paz y convivencia", subrayó Kapralos. "Cuando gente de nacionalidad, de color de piel y de religiones distintas llevan la antorcha olímpica nos recuerdan que lo que une a los pueblos es mucho más de lo que los divide", añadió.

Coe también quiso subrayar que en tiempos difíciles como los actuales debido a la crisis económica es "muy importante recordar el universalismo de estos valores". El acto se celebró cuando Grecia vive una difícil situación económica, bordeando la bancarrota, y política, debido al descontento de los ciudadanos griegos por las políticas de austeridad aplicadas en los últimos dos años.

Después de la tradicional danza de las ninfas y la ceremonia marcial, sin armas, de los hombres, la gran sacerdotisa entregó la antorcha a su primer portador, el campeón olímpico de natación en mar Spyros Yanniotis, quien después la ofreció al joven boxeador Alexandro Lukos, un británico de origen griego de 19 años.

El fuego olímpico viajará una semana a lo largo de Grecia, visitando cinco grandes sitios arqueológicos, incluyendo la Acrópolis, para llegar el 17 de mayo al antiguo Estadio Olímpico de Atenas, sede de los primeros Juegos modernos en 1896, y allí será entregada a la delegación británica. La antorcha pasará por las manos de 490 portadores que recorrerán 2.900 kilómetros de la geografía helena: en total, 26 provincias, 30 municipios y 40 ciudades.

El relevo en suelo británico tendrá lugar a partir del 18 de mayo, con un recorrido de 12.875 kilómetros que durará 70 días y en el que participarán 8.000 portadores, hasta su llegada a la ceremonia inaugural de la cita olímpica en Londres, el 27 de julio. El recorrido de este año, al contrario de lo sucedido en los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004 y de Pekín en 2008, cuando el fuego sagrado recorrió los cinco continentes, se limitará a Grecia y las islas británicas.

A pesar de que en la Grecia clásica la llama olímpica simbolizaba el robo del fuego de los dioses por parte de Prometeo, quien rebelándose contra las leyes inmortales se lo entregó a los hombres, el ceremonial que rodea a la antorcha tiene orígenes mucho más actuales. No fue hasta los IX Juegos de la era moderna, en Amsterdam en 1928, cuando se reintrodujo la llama olímpica, gracias a la propuesta de un empleado de una compañía eléctrica local.