NUEVA DELHI
Quien viaje por Nueva Delhi y otras metrópolis indias encontrará en los grandes cruces a gente desesperada que pide un par de rupias a los conductores que aguardan ante el semáforo. A algunas de estas personas, envueltas en harapos, les falta un dedo; a otras, una mano o un pie. Hay quienes tienen el rostro tan descompuesto que uno desearía no verlo. Lo único que les queda son las limosnas, pues la lepra ha acabado con la vida que tenían.
Cada año, más de 120.000 personas contagian la enfermedad en la India. A escala mundial, la cifra asciende al doble, como recuerda el Día Mundial contra la Lepra, que se celebra el 29 de enero. Según las investigaciones de la Organización Mundial de la Salud y los gobiernos, estos contagios han disminuido en los últimos años. Y también el programa estatal indio para combatir la lepra (NLEP) afirma estar cosechando éxitos. Pero los cooperantes instan a mantener la prudencia.
"También en la India, las cifras oficiales hacen pensar que el problema se ha reducido", dice Rajbir Singh, de la organización alemana contra la lepra y la tuberculosis DAHW. "Pero según las informaciones que manejamos, hay regiones en las que el número de contagios sigue siendo elevado". Entre estas zonas figuran estados atrasados económicamente, como Bihar o Chhattisgarh, en el este, o la zona de Dadra y Nagar Haveli, en el oeste.
Ya desde los años 80 se puede combatir y vencer la lepra con una mezcla de tres antibióticos, que deben tomarse durante varios meses. "En aquel entonces esperábamos poder controlar la lepra", dice el gerente de DAHW, Burkhard Kömm. "Pero no es así, porque nos falta información esencial sobre las vías de transmisión", añade. Por eso, resulta clave invertir en investigación, ya que "con los medios disponibles sólo se puede mantener la lepra en los niveles actuales".
La lepra se contagia de persona a persona, y el riesgo de contagio aumenta cuando hay condiciones antihigiénicas, como las que imperan en los "barrios miseria" de la India. También influye que el sistema inmunitario esté debilitado por culpa de la mala calidad del agua o una alimentación deficiente. No en vano, muchos expertos califican la lepra como "la enfermedad de los pobres".
Vergüenza "Las condiciones de vida de los enfermos dificultan el diagnóstico y la terapia", añade Rajbir Singh. Muchos están tan ocupados en la lucha diaria por sobrevivir que no se dan cuenta de los primeros síntomas de la lepra, como los cambios en la coloración de la piel. Sólo buscan ayuda cuando ya han perdido la sensibilidad en manos y pies y, con ello, aumentado el riesgo de sufrir lesiones graves.
Pero entonces, es demasiado tarde. Aunque el tratamiento con antibióticos tenga éxito, el sistema nervioso sigue dañado y esto afectará al enfermo toda su vida, dice el médico. "Es necesario una detección temprana, por eso las campañas de información son muy importantes en nuestro trabajo sobre el terreno". A esta labor se añaden los programas de DAHW para el tratamiento médico de personas con discapacidades provocadas por la lepra y su reinserción laboral. En 2011, recibieron ayuda de esta organización unos 30.000 indios.
Según Singh, el principal escollo que afrontan quienes han superado la enfermedad son las deformaciones visibles en su cuerpo, que les impiden empezar de nuevo. Temen ser estigmatizados y rechazados, pues son muchos quienes aún tienen miedo a la lepra en la India. "Aunque hoy en día ya no se lance piedras a los enfermos, pese a los esfuerzos por explicar la enfermedad aún estamos lejos de convivir con ella de manera despreocupada."