Vitoria. ¿Cómo se encuentran después de todas las emociones vividas el martes?
Estamos esperando a ver qué puede pasar. Por una parte estamos contentos, porque era un día muy esperado por todos, especialmente por mis padres y, sobre todo, por mi madre, que al final es ella quien dio a luz y no vio a su hija. Lo que pasa es que después de la exhumación te queda mucha incertidumbre.
¿Cómo se desarrolló el día?
El día fue helador. Fuimos allí, a un recinto funerario, y estás allí esperando con tus nervios, con tu mala noche, con tus recuerdos... Nos citaron a una hora y luego nos dijeron que iban a venir una hora más tarde, sin darnos ningún tipo de explicación. Tampoco nadie nos explicó cómo se iba a llevar a cabo el desenterramiento. Ni siquiera nos dejaron acercarnos. Lo único que nos decían era: la familia para atrás, la familia para atrás. Y de repente nos dijeron que ya estaba todo y se fueron, sin decirnos cuándo nos iban a llegar los resultados. Es un caso serio, complicado, con mucha emotividad de por medio, y no hubo ninguna deferencia con la familia.
Supongo que los nervios estarían presentes durante toda la jornada.
Sí, porque ninguno de nosotros sabíamos cómo era el proceso. No es algo a lo que te enfrentes habitualmente. Además, oyes tantas cosas de otros sitios en los que no ha aparecido nada... Te preguntas continuamente qué te vas a encontrar.
¿Qué expectativas tienen ahora?
Puede que esto sea un punto y final porque se trate de los restos de nuestra hermana, o puede que esto suponga el comienzo de un proceso muy duro. Queremos ser muy prudentes hasta esperar a ver qué nos dicen. Ojalá llegue un día en el que podamos decir que todo esto se debió a un fallo burocrático, a un mal tratamiento de los papeles. Ojalá. Y si es así, saldremos a agradecer todo el apoyo que hemos recibido y estaremos encantados de cerrar este capítulo. Pero si no es así, empezaremos una nueva etapa, la de la búsqueda. Vamos a remover Roma con Santiago hasta encontrarla. Somos muchos hermanos, y algunos muy jóvenes, y tenemos toda la vida por delante.
¿Se han puesto en esa tesitura?
Siempre. En el hipotético caso de que esta persona estuviera viva, siempre te da por pensar cómo puede ser, a quién se parecerá... Tampoco sabemos qué vida ha tenido, si ha sido hijo único o tiene algún hermano. Pero como sea así, le va a dar un mal porque le vienen otros nueve de golpe.
Su madre siempre dice que han sido sus hijas las que más empeño han puesto en conocer qué pasó con su hermana.
Para lo bueno y para lo malo, todos los hermanos somos una piña y vamos juntos a todos los lados. Y en este caso también fue así.
¿Cómo comenzó el proceso?
Empiezas a oír las primeras noticias de estos casos y sientes pena por estas personas. A mí me parecía terrible todo lo que habían pasado esas madres y esas personas que de repente se dan cuenta de que han estado viviendo una vida que no es la suya, que no es la que correspondía, que es una vida ficticia. Entre los hermanos empezamos a comentar estas noticias, pero nunca te pones a pensar que te pudiera pasar a ti. Pero de repente van saliendo más noticias y se empieza a hablar de Gipuzkoa, de San Sebastián, y te salta la corazonada.
¿Y fue entonces cuando se empezaron a mover?
Sí. Una vez que saltó esa incertidumbre empezamos a buscar información. Hemos tenido mucha suerte porque hemos tocado muchas puertas y hemos conseguido mucha información, por lo que enseguida admitieron nuestro caso a trámite
¿Qué consejo daría a las personas que están en su situación?
Sobre todo diría a aquellas personas que tienen dudas de que hayan podido ser adoptadas, que tengan algo que no les cuadra, que se hagan la prueba de ADN, porque esa persona no es que se vaya a quedar más tranquila, pero va a aclarar su vida y, de paso, va a ayudar a otras personas que están buscando a sus hijos.