Cuatro hombres con un punto de vista común sobre la violencia que se ejerce contra las mujeres. Implicados en la persecución de este complejo problema tan antiguo como el machismo. Tan viejo como el hombre. El fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Álava, Josu Izaguirre, aborda el fenómeno cuando el mal ya está hecho. El abogado y delegado de la asociación Clara Campoamor en Euskadi, José Miguel Fernández, se esfuerza por prevenir las agresiones, al igual que Josetxu Riviere, miembro de la Red de Hombres por la Igualdad. El decano de los abogados alaveses, Javier García Pascual, le planta cara desde la asistencia legal.

La cifra de procedimientos judiciales en Álava referida a casos de violencia de género ha aumentado en los últimos cinco años, si bien el fiscal jefe prioriza el dato positivo. "En 2010 se ha estabilizado la situación. Ha habido un crecimiento, pero muy pequeño. Ahora toca ver si la tendencia ha tocado techo, si se va a mantener o si va a bajar", comenta. "No creo que estemos ante un panorama descontrolado más allá de que la violencia contra las mujeres forma parte de la sociedad. Hay que relacionar el fenómeno con la desigualdad y con la idealización de las relaciones de pareja en base al amor romántico, que es el otro pilar sobre el que se sustenta el maltrato", opina Riviere. "No sabemos, en cifras, qué pasaba hace 50 años -indica por su parte García Pascual-, puesto que era una problemática que permanecía oculta, de modo que no podemos valorar con exactitud si se trata de un fenómeno en pleno auge desde un punto de vista histórico".

Fernández acude regularmente a centros educativos para hablar de igualdad. Muchas veces, la actitud de los jóvenes le descoloca. "Hacemos las presentaciones en auditorios y siempre ocurre lo mismo. Los chicos se sientan a un lado y las chicas al otro, igual que en las iglesias hace sesenta años. Ver que a pesar de todo lo que se habla se repiten los mismos patrones desmoraliza un poco", reconoce. Sobre todo porque está convencido de que la clave para lograr acabar con la violencia machista pasa necesariamente por desactivar total y definitivamente la desigualdad entre sexos. "Si a pesar de identificar este problema y tratar de solucionarlo educando en el respeto y en la igualdad de géneros las nuevas generaciones repiten este tipo de conductas deplorables, es que no hemos llegado a encontrar el modelo educacional correcto y definitivo. Es posible que se haya pasado de un contexto machista a un modelo educacional muy permisivo en el que hay jóvenes que nunca han escuchado la palabra no y no saben reaccionar ante situaciones de frustración y negación en sus relaciones personales", amplía García Pascual.

"Las encuestas son claras. El 30% de los hombres jóvenes adolescentes de la CAV piensa que los celos son una expresión de amor. Y la cifra entre las mujeres es sólo ligeramente menor. A partir de esta base, el conflicto que se genera es un juego perverso alentado por películas, programas de televisión, canciones... Es un sirimiri invisible que nos empapa a todos", reflexiona Josetxu Riviere al profundizar en las edades de los maltratadores.

El fenómeno no ha aumentado con respecto al pasado. En opinión de Fernández, está más presente y se tramitan más denuncias porque se visibiliza más, pero advierte de que "sólo vemos la punta del iceberg". "Existe una bolsa enorme de desigualdad, de discriminación, de maltrato y de violencia hacia la mujer", alerta. El fiscal jefe de Álava saca el bisturí y disecciona. "El 95% de los casos que se nos presentan son situaciones de violencia puntual y sólo un 5% se refiere a violencia habitual. Hay que situar las cosas en sus justos términos". Josetxu Riviere, por su parte, agradece que haya aumentado la preocupación "tanto social como institucional", sobretodo "gracias al movimiento feminista, que ha llevado este problema del ámbito privado al público".

"Nadie mejor que una mujer maltratada sabe todo lo que ha vivido y lo que siente. Sólo nos queda apoyarlas, animarlas a denunciar y hacerles saber que no tienen por que aguantar nada, que ninguna violencia es justificable y que estamos aquí para ayudarles", manifiesta el decano de los abogados alaveses. Fernández asume que al abordar el fenómeno nos encontramos ante un delito "muy especial". "La víctima y el agresor son conocidos y tienen relación. Hay que tener en cuenta esos factores y lo que representa el círculo de la violencia. La persona que hace daño luego pide perdón, se entra en una fase de noviazgo, de luna de miel, la víctima perdona y se vuelve al principio. Romper el círculo es lo complicado", detalla. En esta misma línea, Izaguirre indica que el factor afectivo convive con la dependencia emocional, "algo que cambia la perspectiva judicial y da lugar a la retirada de denuncias". Incluso se dan situaciones paradójicas, ya que la ley contempla que la víctima, pareja del agresor, se acoja a su derecho a no declarar en contra del victimario. "Los condicionantes que tiene la denuncia a nivel social -interviene el representante de la Red de Hombres por la Igualdad- es muy complejo. Sobre todo hay que facilitar protección a las víctimas, porque está claro que no se corresponde el número de denuncias con el volumen de abuso. Se pueden mejorar los recursos que se les prestan para que ellas tomen sus propias decisiones".

Estas especificidades explican que haya mujeres que se resistan a actuar, "pero ello no nos debe desanimar -reacciona Fernández-, al contrario, debe llevarnos a ser más tenaces a la hora de combatir este tipo de delitos". La tasa de renuncias es muy superior a la de otros crímenes, pero quienes deciden dar el paso y llegar hasta el final cuentan con la debida protección legal, a juicio del letrado. "Legalmente, disponen de las suficientes garantías, pero existe insuficiencia en la práctica. Hay descoordinación, falta de medios". El fiscal jefe manifiesta que "hoy en día existen mecanismos procesales y sociales suficientes de garantía y de protección". "Se producen situaciones problemáticas, pero las víctimas no están desamparadas", considera. A pesar de ello, surgen dificultades. "Si un hombre está decidido a atacar a su compañera o excompañera, resulta muy difícil evitarlo al 100%", reconoce Riviere.

Entiende Fernández que la clave para evitar llegar a puntos sin retorno está en la prevención. "Hablamos demasiado del quirófano, pero deberíamos preocuparnos más por saber qué hacer antes de tener que operar in extremis. Hablamos muy poco de los otros títulos de la ley que no tratan sobre juzgados y tribunales, sino de formación, educación, cultura, medios de comunicación...". "El origen está en la desigualdad", completa Riviere.

Hablando de educación, el responsable de Clara Campoamor sostiene que ésta debe de arrancar "desde los cero años". "La formación en igualdad, en derechos humanos -indica-, debe darse desde que uno nace. Cómo eduquemos a nuestro hijo desde que nace le va a marcar. La igualdad en materia de sexo es fundamental. Debemos romper los géneros". El fiscal jefe aporta otro matiz, referente a la formación en valores "diferentes a los que han imperado hasta ahora", como por ejemplo, "la capacidad de admitir la frustración dentro de las relaciones de pareja". También incluye el establecimiento de roles igualitarios o la lucha contra criterios sociales que hasta hace bien poco eran admitidos y ahora no son aceptados.

Al abordar la cuestión del tratamiento de la violencia de género en los medios de comunicación, Fernández aboga por desarrollar una formación específica. "Creo que hace falta -reflexiona-. Es evidente que los medios de comunicación tienen muchísimo poder como creadores de corrientes de opinión y que el tratamiento de una noticia la marca enormemente. Desgraciadamente, no de forma voluntaria sino por otras cuestiones, a veces no se realiza la gestión adecuada de estas noticias y nos encontramos con titulares que incluyen datos que no resultan relevantes o que se mezclan con detenciones por otros delitos que no tienen nada que ver". "Los valores humanos caen muchas veces por debajo de los valores materiales y económicos, de manera que a veces tiene más importancia vender más que comunicar más", agrega".

"La presencia del fenómeno en los medios de comunicación es -según el fiscal jefe- positivo y ayuda a concienciar. Esta difusión da lugar a que las mujeres se sientan más arropadas". "Yo no generalizaría al hablar de los medios de comunicación. Es necesario informar sobre la violencia de género porque sabemos lo que ha ocurrido cuando se ha ocultado. Hay medios que tratan este asunto con sensacionalismo y hay ejemplos muy recientes en la televisión. Medios que no buscan informar, sino su propio beneficio. Debería existir un protocolo que permitiera informar evitando caer en el morbo", agrega Riviere. García Pascual tiene su propio punto de vista al respecto. "No es bueno que se normalice la aparición en medios de comunicación de este tipo de delitos, generando alarma social y manteniéndolos en el orden del día, de modo que todos tengan presente el maltrato y al decir todos, incluyo a potenciales maltratadores", analiza.

Desde una óptica estrictamente legal, Fernández asevera que "la ley está por delante de la sociedad". "Tenemos unas leyes de igualdad estupendas y una Ley contra la Violencia de Género fantástica, pero nos falta el desarrollo. Faltan decretos, reglamentos... Falta darle poder a esa Ley. Seguimos invirtiendo en quirófanos, pero no en vacunas". Dado que la solución al problema debe ser transversal e implicar tanto a las leyes laborales, a la organización del trabajo, a la educación, a los modelos familiares y aun sinfín de aspectos más, Riviere propone buscar inspiración "en el norte de Europa, donde la representación social de las mujeres es mayor y más aceptada".

En opinión de Fernández, el endurecimiento de las penas no resulta eficaz, porque las características de este delito lo hacen especial. "Lo que vemos es lo más grave -subraya-. Hablamos de lesiones, de agresiones físicas e incluso de asesinatos, pero en la zona grande del iceberg que mencionábamos antes se esconde otro tipo de violencia. Violencia psicológica, sexual y económica, que no deja marca ni sale en los periódicos ni llega a los juzgados. Todo eso es lo que debemos sacar a la luz".

¿Cómo? "Realzando el valor de la igualdad", responde el abogado. "Es necesario que la gente asuma que todas las personas somos realmente iguales. Cuando se alude a cuestiones de raza, religión o política, todo el mundo entiende de lo que hablas. Pero cuando se exige igualdad por razón de sexo, la respuesta es que ya somos iguales, cuando no es verdad. Los datos confirman que no somos iguales ni en el trabajo ni en la Seguridad Social".

De vuelta al plano legal, Fernández subraya que "lo importante no está en las denuncias". "Hay que preguntar por las sentencias absolutorias y por el número de órdenes de protección denegadas, ya que son cifras muy elevadas. En órdenes de protección, hablamos de que se da sólo el 65%. En absoluciones, se puede llegar al 85%. ¿Dónde acaban entonces las denuncias?". Josu Izaguirre le responde, al menos en lo que atañe a Álava. "El año pasado se estimaron más del 85% de las órdenes de protección que se solicitaron. Y además, existen medidas como los sistemas de contravigilancia o escoltas facilitados por la consejería de Interior".

El abogado explica que entre un 33% y un 36% de las denuncias que se presentan tienen a un maltratador menor de 30 años detrás. "Es muy preocupante", reconoce al constatar que el pensamiento arcaico que daba lugar a estas agresiones ha traspasado la barrera generacional para instalarse entre los jóvenes. "El machismo ha evolucionado, pero sigue siendo machismo. Nos encontramos ante un neomachismo que no ancla a la mujer en casa, pero que le sigue adjudicando la mayor parte de la responsabilidad de los hijos aunque los dos miembros de la pareja trabajen. Si se consultan las estadísticas, es la madre la que pide la reducción de jornada y la que sufre el parón en su carrera profesional". Izaguirre, por su parte, recuerda que, afortunadamente, el año pasado la Fiscalía alavesa no incoó ningún procedimiento de violencia de género en el que el agresor fuera un menor. "El fenómeno se da en todo el espectro de edades, pero no creo que sea especialmente preocupante entre los colectivos más jóvenes. Existe el fenómeno, pero cuantitativamente es menor que en otros ámbitos de edad", puntualiza el fiscal.

La reinserción, una de las grandes claves, preocupa igualmente al responsable de Clara Campoamor. "Lamentablemente, muchos de los agresores ni siquiera entienden que lo que han hecho está mal, piensan que es algo que tienen que hacer, con lo que la reinserción se complica enormemente". Izaguirre es más optimisma y cree que la recuperación total es factible. "Recordemos que el 95% de los casos es de violencia puntual que se puede y se deben reconducir". El futuro es incierto, pero García Pascual alberga esperanzas. "Espero que pronto veamos cómo se produce la erradicación total y absoluta de la violencia. Y sí, creo que cada vez hay mas conciencia y consciencia ciudadana respecto del problema, se sabe identificar antes una situación de violencia y cada vez somos más los que tenemos tolerancia cero con el maltrato", señala.