DONOSTIA. El príncipe Alberto II de Mónaco se ha trasladado hoy al Aquarium de Donostia para rendir un "sentido homenaje" a los precursores de la Sociedad Oceanográfica de Gipuzkoa, entre los que se encuentra su tatarabuelo Alberto I, cuya aportación hace más de cien años fue, a su juicio, "visionaria".
El soberano monegasco ha hecho estas declaraciones durante el discurso que ha pronunciado en el auditorio del Palacio del Mar, al que ha llegado sobre las 11:40 horas, sin su esposa, la princesa Charlene Wittstock, y acompañado en todo momento por el máximo responsable del Aquarium, Vicente Zaragüeta.
Alberto II de Mónaco ha sido recibido con un "aurresku" de honor en el oceanario donostiarra, donde se encontraban, entre otros, el delegado del Gobierno en Euskadi, Mikel Cabieces, el subdelegado del Gobierno en Gipuzkoa, Pedro Luis Río, la consejera vasca de Cultura, Blanca Urgell, y el portavoz del Ayuntamiento de Donostia, Josu Ruiz.
El príncipe, quien no ha perdido la sonrisa en toda la visita y ha bromeado incluso metiendo el dedo en alguna de las peceras, ha recibido de manos de Zaragüeta una "makila" (bastón) con la que ha sido nombrado presidente del Aquarium por un día.
Tras el descubrimiento de una placa conmemorativa en el vestíbulo, la comitiva se ha dirigido al interior, donde ha tenido lugar una ofrenda floral ante un retrato al óleo de Alberto I de Mónaco que él mismo regaló en 1913 a la Sociedad Oceanográfica de Gipuzkoa como agradecimiento por su nombramiento como Alto Protector de la misma.
Una marcha fúnebre ha sonado durante todo el homenaje, tras el cual Alberto II de Mónaco ha firmado una dedicatoria en francés en el libro de honor, en el que ha querido dejar constancia de los "lazos de trabajo y amistad" que unen a su dinastía con el Aquarium.
El intercambio de regalos ha sido uno de los momentos que más expectación ha suscitado, especialmente cuando el príncipe ha recogido una canastilla con dos camisetas de bebé y numerosos peluches que el Palacio del Mar ha querido entregarle "por si estuviera esperando un niño", ante los rumores que circulan en los últimos tiempos, o pudiera tenerlo en el futuro.
Un cartel publicitario original del Aquarium de 1929, un cuadro de la serie "El cementerio marino" de Alfredo Bikondoa y una maqueta de un barco han sido otros de los presentes entregados al soberano, que a su vez ha regalado al museo marino donostiarra un libro numerado sobre las investigaciones de su tatarabuelo.
El acto se ha trasladado después al auditorio, donde Alberto II ha recordado los "lazos históricos y centenarios" que nacieron tras las "valiosas colaboraciones" entre la Sociedad Oceanográfica de Gipuzkoa y su tatarabuelo, que "contribuyeron al nacimiento y al desarrollo, así como a la toma de conciencia, del necesario conocimiento del mundo marino".
A su juicio, "en este momento, cuando las preocupaciones medioambientales han demostrado gran importancia en un contexto del desarrollo permanente y armonioso de nuestras sociedades", hay que "reconocer que su aportación fue visionaria".
Posteriormente, el príncipe se ha dirigido al Museo Balenciaga para contemplar cuatro trajes que el prestigioso diseñador guipuzcoano confeccionó para su madre, la princesa Grace Kelly, antes de regresar a su país sin que en principio esté previsto que coma en ningún restaurante guipuzcoano.