Vitoria. El grupo de profesionales al que pertenece Urraca trabaja desde hace dos años en perfeccionar este sistema, liderado por Comarca Araba y en el que también colaboran médicos y enfermeras de Endocrinología de Txagorritxu y Santiago. Los pacientes seleccionados, de entre 35 y 75 años, no han desarrollado hasta el momento complicaciones graves derivadas de la diabetes, como la insuficiencia renal, la cardiopatía isquémica o la retinopatía, pero tampoco logran estabilizar sus niveles de azúcar para mantener a raya la enfermedad.

¿En qué consistirá, a grandes rasgos, este programa?

Se trata de introducir ligeros cambios frente al tipo de actividades y tareas realizadas hasta ahora. Se asignará a los pacientes tareas un poco diferentes para que lleguen a ese buen control y no tengan complicaciones. Haremos un programa educativo con una primera reunión en la consulta de Enfermería, donde se tantearán los conocimientos de cada uno sobre la enfermedad. Después irán a un taller grupal de cuatro sesiones, para darles la información necesaria y que sean más autónomos de lo que son ahora. Luego, a través de O-sarean, se hará un seguimiento de las tareas que se hayan definido en el plan individualizado de cada uno para que tengan una continuidad de seguimiento en las franjas horarias donde no se pueda resolver desde primaria y especializada. El profesional de referencia va a ser la enfermera de primaria, que seguirá el plan asignado. Y resolverá ese seguimiento no de forma presencial, sino a través del teléfono.

¿Por qué se decide controlar sólo a los pacientes de tipo II?

Son mucho más frecuentes. Además, la diabetes tipo I se focaliza en la atención especializada. Aquí, la especializada intervendrá sólo cuando tengamos dudas sobre si cambiar un tratamiento o cuando éstos no tengan la suficiente eficacia.

Se habla siempre de seguir una dieta equilibrada y realizar ejercicio para controlar la diabetes. ¿Se incidirá sobre todo ahí?

Con este plan intentaremos tocar todos los aspectos que impactan en ella. La dieta y el ejercicio para acercarse al peso ideal son dos pilares fundamentales. Pero una cosa es la información que reciben y otra, conseguir el cambio de actitud para que lo lleven a cabo. Esto es lo más difícil. Si el paciente no cumple los objetivos de dieta y ejercicio a los que se comprometa, se reforzará el seguimiento para cambiar esa actitud.

Supongo que también se tocará el tema psicológico, sobre todo con los más jóvenes.

Sí, y por eso insistiremos en el plan individualizado, porque al margen de las tareas estandarizadas habrá que llegar a cada caso. Los pacientes jóvenes requieren, desde luego, de una intervención específica para mitigar ese posible trastorno emocional que genere la enfermedad.

A día de hoy, ¿cuál cree que es la mayor esperanza para los diabéticos?

No soy endocrinólogo, pero las grandes novedades tecnológicas están dirigidas fundamentalmente a los diabéticos de tipo I. En esos casos se está avanzando mucho, por ejemplo con las bombas de insulina. También está el tema de las células madre, que tiene un gran futuro.

¿Sueña con una definitiva curación de la diabetes?

Nunca me lo he planteado. No lo veo, desde luego a corto plazo, no.

Sólo queda, por tanto, hacer que los pacientes tengan la mejor calidad de vida posible.

Sobre todo, mediante ese cambio de hábitos dietéticos y haciendo ejercicio para reducir el peso, que han demostrado ser muy eficaces para controlar la diabetes. En eso sí debemos hacer hincapié.