Vitoria. Aunque la muerte siempre viene, la crisis también ha acabado por golpear a las funerarias, uno de los negocios que se consideran de por vida, por eso de tener siempre clientes. Desde que hace dos años y medio empezó la crisis, este tipo de empresas han notado cómo los ciudadanos, tras el fallecimiento de un familiar, ahorran a la hora de contratar complementos a sus servicios básicos. Lo que, al final, se ha traducido en un ataúd más barato y menos coronas de flores y esquelas, debido a la reducción del presupuesto disponible para el último adiós. Unas ceremonias menos fastuosas, si bien todavía representan una excepción. "La crisis no influye en cuanto al número de servicios, porque la gente no se muere más o menos por ello, pero sí que se nota, aunque no demasiado, en que hay menos presupuesto. Si antes había un caso de estos por año, ahora, por ejemplo, puede haber tres o cuatro", explica Eduardo Landa, gerente de la empresa propietaria de la funeraria Virgen Blanca.

Las familias que se abrochan el cinturón contratan, por tanto, el servicio mínimo, que, como recalcan en la funeraria Lauzurica, "aún así incluye todo lo que no se puede quitar, como el certificado médico de defunción, obligatorio para obtener la licencia de enterramiento o el ataúd", recuerda Luis.

Por razones higiénico-sanitarias no se puede prescindir del féretro, pero sí de la calidad de su material. "Se venden cajas más económicas, como las aglomeradas, similar a la madera, que cuestan entre 600-700 euros", detalla Eusebio, de la funeraria Larraz, de Llodio. También se ponen menos coronas y más baratas. "La más económica es la de 160 euros, que siempre son de claveles y gladiolos", agrega Larraz, quien matiza que el hecho de que no se celebren tantas ceremonias de cuerpo presente también influye en la menor presencia de este tipo de flores. "Si no está el cadáver, se suele preferir llevar más centros que coronas, que en vez de 200 euros cuestan 100".

Otro de los servicios funerarios que suele estar al margen de la recesión son las esquelas murales. "Las que se ponen en la calle se siguen poniendo, con crisis o sin ella". No sucede lo mismo con aquellas que anuncian la muerte del ser querido en anuncios de prensa, en las que se reduce considerablemente el tamaño de su espacio. "Porque cuantas más columnas, mas cara".

40% de cremaciones Las empresas del sector también están de acuerdo en que la gente no suele mirar el bolsillo a la hora de decidir si opta por un entierro o por una incineración. "Al final, lo que te ahorras en impuestos de nichos, te lo gastas en el resto de complementos de la incineración", recuerda Larraz. Un motivo que explica que estén muy igualados los porcentajes tanto de inhumaciones como de cremaciones que se celebran en este territorio. Prueba de ello es que de las 2.313 personas que fallecieron en Álava el pasado año, según los datos facilitados por el Instituto vasco de Estadística (Eustat), un 40% de las personas fallecidas fueron incineradas, frente al 60% que optó por el entierro de toda la vida.

En general, el gasto medio por una cremación ronda los 2.500 euros, si se incluyen dentro de este precio, todos los servicios relacionados con los gastos de tanatorio, esquelas, ataúd, centro de flores, recordatorios, incineración urna, más los servicios funerarios. Mientras que el enterramiento se saldaría por 200 euros menos, tras la suma de los servicios de tanatorio, ataúd, esquelas, flores, recordatorios, funeral, coche y los derechos municipales por enterramiento.

El féretro que más éxito tiene es el de madera de color avellana y de puntas redondas, porque las cuadradas, según recuerdan los expertos de este campo, hace tiempo que pasaron a mejor vida. Su precio medio oscila en 900 euros, frente a los 600-700 euros que cuesta el más económico: los aglomerados.

Más vistosos son, en cambio, los colores de las flores que se ponen estos días en los camposantos. Los clásicos, como el rojo, blanco y rosa, son los que más se llevan entre las "cortadas", como el clavel. Mientras que los más chillones, como el amarillo y el morado, son los que triunfan entre el crisantemo. Éste último es de los que más se compran, junto a las margaritas, los claveles y los gladiolos, debido a su relación calidad-precio. Una docena de estos últimos se sitúa entre 8 y 10 euros y la de crisantemos, entre 6 y 8 euros.