madrid. Los relojes se retrasarán una hora mañana domingo para ajustarse al horario de invierno (a las 3.00 horas de la madrugada habrá que poner las 2.00 horas), un cambio que los expertos aseguran tendrá efectos "casi imperceptibles" en el organismo y supondrá un ahorro de energía menor que poner burletes en las ventanas. "Adelantar el reloj una hora tiene un efecto mínimo para la inmensa parte de la población", asegura el director del Instituto de Investigaciones del Sueño, Diego García-Borreuero. Así, precisa que la mayoría de la población se adaptará al nuevo horario en "uno, a lo sumo dos días", y algo más en el caso de los niños más pequeños y los ancianos, porque las estructuras cerebrales encargadas de regular el ciclo sueño-vigilia "son algo menos flexibles".
También el investigador del CSIC en el Instituto Cajal de Neurociencia Ricardo Martínez-Murillo, afirmado que un cambio horario de "una simple hora no supone grandes cambios que determinen alteraciones perceptibles ni en la salud ni en la productividad" de las personas. "Es un margen de tiempo tan pequeño que casi no se nota porque el cerebro es plástico y tiene una capacidad de adaptación brutal", explica antes de precisar que quienes pueden notar "alguna alteración" son los niños muy pequeños y los ancianos, que pueden ver ligeramente alterados incluso sus ciclos de comida.
Sí pueden percibir cambios aquellas personas con patologías maníaco-depresivas cuyas crisis se podrían exacerbar, "aunque más bien a consecuencia de los cambios en la intensidad de la luz entre las estaciones que por un desfase de 60 minutos", detalla.
Así, para la mayoría de las personas, el adelanto horario sólo supondrá un "ligero desfase" en los ciclos de sueño y vigilia que podrían durar un par de días. Por eso los cambios se hacen en fin de semana, "para que no haya excusas el lunes", bromeado.
En cuanto al aspecto energético del cambio horario, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) detalla que el potencial de ahorro en iluminación "puede llegar a ser del 5%", siempre y cuando vaya acompañado de un "comportamiento racional" y el uso de "tecnologías de ahorro en iluminación".
Este organismo, que depende del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, también calcula que instalar burletes en puertas y ventanas "ahorra en un 5 un 10% de energía", casi el doble que el cambio horario.
El cambio de hora es una costumbre que comenzó a generalizarse en 1974 con la crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y consumir menos electricidad. La medida se aplica en toda la UE por "entenderse que el buen funcionamiento de algunos sectores, no sólo el de los transportes y las comunicaciones, sino también otros ramos de la industria, requiere una programación estable a largo plazo", explica el ministerio. Así, todos los países europeos cambian sus horarios el último domingo de marzo y el último de octubre.
El IDAE calcula que el ahorro energético de los meses pasados con el horario adelantado "de verano" podría llegar a representar un 5% del consumo eléctrico en iluminación, equivalente a unos 300 millones de euros. De ellos, "90 millones corresponderían al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar; mientras que los otros 210 millones de euros se ahorrarían en los edificios del sector terciario y en la industria".
Estos cálculos son orientativos ya que el IDAE no los ha modificado desde hace casi una década y no contemplan ni los aumentos en las tarifas de la luz, ni el aumento en el número de hogares.