Vitoria. Álava mira al cielo. Y espera que este veranillo que se está alargando durante los primeros compases del otoño no dure demasiado. Las altas temperaturas y el clima seco nada propio de estas alturas del ejercicio están empezando a despertar las primeras incertidumbres entre los expertos. No en vano, mientras la ciudadanía disfruta de soleadas jornadas, los gestores del agua miran preocupados las previsiones meteorológicas. De hecho, la escasez de precipitaciones en los últimos meses ha llevado a que la situación hídrica del territorio histórico se complique.

Así lo demuestra el estado de los embalses alaveses de Ullibarri y Urrunaga. En el primero de ellos, las cifras facilitadas por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) señalan que está al 63,6% de su capacidad, en la media de los últimos cinco años, pero más de cuatro puntos por debajo que hace sólo un mes. En el segundo, la realidad es todavía peor. La balsa de Santa Engracia cuenta con un volumen del 56,9%, cuatro puntos por debajo de su media del último lustro y un 8,48% menos de lo embalsado hace apenas treinta días. "Tenemos sequía hidrológica en la cuenca. Hay que ver cómo evoluciona el otoño y el invierno porque si deja de llover y las aportaciones de los ríos caen, empezará a ser preocupante. Aunque en Álava, como el agua es de abastecimiento e hidroeléctrico, la realidad no es mala", aseguran desde la CHE.

El punto de vista cambia si se atiende a los registros de Amvisa, que computan sólo el volumen útil de lo existente. Desde la citada sociedad, se asegura que hoy en día se retienen 108,9 hectómetros cúbicos por los 135 que se establecen como volumen óptimo. De esta forma, la capacidad hídrica actual permitiría abastecer a la ciudadanía durante seis meses en el territorio. Pero desde la sociedad municipal para la gestión del agua no esperarán hasta entonces para tomar cartas en el asunto. "Nuestra preocupación es si no llueve en los próximos tres meses y no uno o dos días, que no soluciona nada. Se necesitan un par de semanas de precipitaciones para arreglar esto", explica el gerente de Amvisa, Ángel Llamazares.

Ante tal situación, el responsable de la gestión del agua de boca en la mayor parte de la provincia tiene claro el modo de actuación. De hecho, si en dos o tres semanas no han comenzado las precipitaciones se harán las primeras captaciones de recursos cercanos, como el embalse del Gorbea. Esta opción sólo supondría una ayuda puntual puesto que no solucionaría el problema. Las medidas continuarían si la situación se prolonga durante más de un mes. Entonces se pedirá la puesta en marcha de las órdenes de emergencia y se plantearán campañas de concienciación. Si en tres meses las cosas siguen igual, se pondrán las primeras restricciones, que afectarán a riegos o lavado de coches, entre otras, pero que en ningún caso lo hará al suministro de agua para beber.

A medida que la ausencia de precipitaciones continúe, las acciones se irán multiplicando aunque desde Amvisa no se contempla la posibilidad de llegar a cortes de suministro. Por ello, Llamazares aboga por la concienciación. "Pido a los ciudadanos que hagan un uso comedido y adecuado del agua y que no la derrochen porque luego puede que no llegue", recomienda.

En esa cuenta se encuentra el sector primario. Desde el sindicato agroganadero Uaga reconocen que la situación de las balsas para riego y las tierras de pastizales es "de alerta amarilla". La ausencia de lluvia durante los últimos meses y el uso de lo embalsado para el riego estival, época de mayor uso, ha dejado las reservas bajo mínimos. "Está siendo un año anormalmente seco y se está alargando mucho. Las balsas están bastante mal y las zonas ganaderas se encuentran muy secas para el pasto", reconocen. Aún así se muestran prudentes porque reconocen que cuentan con un amplio margen de previsión ya que hasta primavera no se requerirán de nuevo los recursos hídricos.

A la espera del tiempo Eso sí, de momento la realidad actual ya ha trastocado la actividad del campo. Los agricultores se encuentran a la espera de poder sembrar el cereal y los ganaderos han tenido que recurrir a las reservas de pasto destinadas al invierno para alimentar a sus cabañas. Y la solución sólo puede venir del cielo. Según los especialistas de la Agencia Vasca de Meteorología (Euskalmet), el otoño será húmedo aunque un mes después del inicio oficial de la estación todavía no se han visto los efectos. De hecho, hoy mismo podrían verse algunas gotas en la Llanada alavesa pero habrá que esperar a la semana que viene para ver si las borrascas previstas traen consigo las primeras precipitaciones.